Abren casa de Auschwitz que inspiró filme
Grazyna Jurczakvivió durante 42 años en una casa de tres pisos con vistas a una antigua cámara de gas y una horca en Auschwitz; a veces perdía el sueño al pensar en lo que había ocurrido al otro lado de su jardín.La casa de Oswiecim, en el sur de Polonia, que alguna vez fue el hogar de Rudolf Höss, el comandante del campo de exterminio durante la guerra, era “un gran lugar para criar niños”, explicóla mujer de 62 años, una viuda que crió a dos hijos ahí.La casa, elemento central de Zona de interés, la película ganadora de un Oscar, tenía “seguridad, silencio, un hermoso jardín”, fácil acceso a un río al otro lado de la carretera y, en invierno, espacio para una pista de patinaje sobre hielo para sus dos hijos, comentó.Tras la muerte de su marido se quedó sola en la casa, y al final decidió marcharse. Una de las razones fue que le molestaba la gente que después de ver la película se iba a pisotear su jardín, a asomarse por sus ventanas y recordarle la conexión de su casa con el Holocausto.El verano pasado, Jurczak accedió a vender su participación en la casa al Counter Extremism Project, un grupo con sede en Nueva York que quiere abrir la residencia a los visitantes. Ella se mudó a otro lugar en agosto, y en octubre el grupo neoyorquino completó la adquisición de la casa y de una vivienda contigua construida después de la guerra.“Tenía que salir de ahí”, dijo Jurczak en su nuevo hogar, un moderno bloque de departamentos de Oswiecim, ubicado a un kilómetro y medio de su antiguo hogar. No quiso decir por cuánto se vendió la vivienda, pero indicó que era un poco más que el valor estimado de la propiedad, unos 120 mil dólares.Mark Wallace, abogado y ex diplomático estadunidense, director ejecutivo del Counter Extremism Project, también se negó a revelar el precio, diciendo que una vez pagadas las participaciones de otros miembros de la familia en la propiedad, el precio total era “significativamente superior” al que Jurczak había indicado. También dijo que su organización “quería hacer lo correcto” por la familia de Jurczak, pero “no quería pagar una gran prima por una antigua propiedad nazi, aunque pudiéramos”.Ahora la casa ubicada en el número 88 de la calle Legionow, justo afuera de la valla perimetral del campo, está siendo preparada para recibir visitas del público por primera vez, como parte de las conmemoraciones del 80 aniversario de la liberación de Auschwitz por el ejército soviético.El Museo Estatal de Auschwitz-Birkenau, una institución polaca de Oswiecim comprometida con el recuerdo de las víctimas del nazismo, recibirá a decenas de líderes mundiales el 27 de enero.En la casa, los trabajadores contratados por los nuevos propietarios han retirado 14 contenedores de escombros y han removido el papel tapiz y otros elementos que fueron añadidos después de la guerra. Esto ha dejado la propiedad tal como se encontraba cuando la familia Höss vivió en ella desde 1941 hasta finales de 1944, incluido el cerrojo de la época nazi de la puerta del cuarto de baño, en el que se leía “frei/besetzt” (libre/ocupado, en alemán).En el marco de la puerta principal se ha ubicado una mezuzá, un pergamino que contiene versículos bíblicos, para honrar la tradición judía y repudiar el fanatismo de su antiguo ocupante, el comandante de Auschwitz. Después de la guerra, Höss recordaba cómo el exitoso gaseamiento experimental de prisioneros rusos en 1941 “me tranquilizó, pues pronto comenzaría el exterminio masivo de los judíos”.Höss fue ajusticiado en 1947 en una horca ubicada entre su antigua casa y un crematorio nazi.En una mesa de una habitación de la esquina de la planta baja que el comandante Höss utilizaba como despacho, hay un montón de periódicos de la época nazi, rotos y arrugados, y otros artefactos de la guerra que fueron encontrados tras la venta de la casa. También hay una taza de café, grabada con el sello de las SS, y botellas de cerveza alemana.En el desván, donde los habían metido para tapar un agujero, se hallaron los pantalones a rayas que usaba un prisionero de Auschwitz. Los investigadores están tratando de averiguar de quién eran, descifrando un número de preso descolorido, escrito junto a un pequeño triángulo rojo que significa que era un preso político y una estrella amarilla casi borrada que designaba a los judíos.“Esta casa ha estado cerrada durante 80 años. Estaba fuera del alcance de las víctimas y sus familias. Por fin podemos abrirla para honrar a los sobrevivientes y mostrar que este lugar de increíble maldad ahora está abierto a todos”, dijo Wallace.Nunca másEl plan, dijo Wallace, es convertir la casa, junto con la propiedad contigua, en el Centro de Investigación de Auschwitz sobre el odio, el extremismo y la radicalización, una nueva organización que trabajará para ampliar la promesa de “Nunca más”, llevándola de la memoria histórica a la acción actual.Piotr Cywinski, historiador polaco y director del Museo de Auschwitz-Birkenau desde 2006, señaló que su institución estatal quería mantener su misión principal de remembranza, pero vio el valor de apoyar un proyecto enfocado en el presente y el futuro, además del pasado.“Luchar contra la realidad actual es más fácil para una ONG que para una institución estatal”, aseguró, lamentando el auge en toda Europa del populismo, al que llama “el cáncer de la democracia”.El nuevo centro abarcará todo el territorio de lo que fue la propiedad del comandante Höss durante la guerra, incluyendo una amplia área de jardín que estuvo cerrada durante mucho tiempo, donde se reunía con funcionarios como el jefe de seguridad de Hitler, Heinrich Himmler; Josef Mengele, el médico Ángel de la muerte, y otros dignatarios nazis encargados de exterminar a los judíos.El arquitecto estadunidense Daniel Libeskind recibió el encargo de rediseñar el inmueble, y explicó que ya había elaborado planes preliminares que prevén convertir el interior de la casa en “un vacío, un abismo” —los muros exteriores están protegidos por una orden de conservación de la Unesco— así como la construcción de una nueva estructura parcialmente enterrada en una zona de jardín con salas de reuniones, una biblioteca y un centro de datos.Según el arquitecto, más de dos millones de personas visitan cada año el antiguo campo de Auschwitz y salen “horrorizadas e hipnotizadas por la muerte”. Sin embargo, también necesitan “enfrentarse al antisemitismo contemporáneo y a otros extremismos de nuestra cultura política”.Jacek Purski, director de un grupo polaco contra el extremismo, quien participa en el proyecto, dijo que quiere utilizar la casa y los horrores nazis del pasado como un arma contra lo que considera como un resurgimiento de las ideologías extremistas.“Una casa es una casa —explicó Purski, mirando por una ventana del segundo piso de la antigua vivienda de Höss hacia la chimenea de un antiguo crematorio nazi—. Pero en casas normales y poco interesantes como esta es donde hoy se genera el extremismo”.Memorias de una casaJurczak, la antigua propietaria, dijo que aún le cuesta conciliar los recuerdos felices y normales de la casa con su horripilante pasado.Estaba recordando el tiempo que su familia pasó ahí, cuando de pronto se detuvo: “Me preocupa sonar como la señora Höss”, confesó refiriéndose a la esposa del comandante, Hedwig Höss. En la película, ella habla efusivamente de su hogar polaco, diciendo que es un “paraíso”, y aparece probándose un abrigo de piel robado a una prisionera que su marido envió al exterminio.Tras ver la película, Jurczak decidió que la esposa del comandante, “era quizá incluso peor que su marido”, por su indiferencia ante el sufrimiento humano.Mientras esperaba su ejecución en una cárcel polaca después de la guerra, Höss, el antiguo comandante, escribió una autobiografía que Primo Levi, escritor italiano y superviviente de Auschwitz, describió como la obra de un “funcionario monótono” que “evolucionó paso a paso hasta convertirse en uno de los mayores criminales de la historia”.La casa donde Höss vivía fue construida entre las dos grandes guerras del siglo pasado por un militar polaco que servía en un campo militar contiguo, del que se apoderaron los nazis tras su invasión de Polonia en 1939 para convertirlo en una fábrica de exterminio. Al menos 1.1 millones de hombres, mujeres y niños fueron asesinados allí, la mayoría en cámaras de gas.La casa, tomada por las SS como vivienda para el comandante de Auschwitz, quien cambió el número al 88, un código numérico para Hitler, fue devuelta a su propietario original después de la guerra y posteriormente vendida a la familia del marido de Jurczak, quien la tuvo hasta el año pasado.Cywinski, el director del Museo de Auschwitz-Birkenau, dijo que estaba ansioso por trabajar con el Counter Extremism Project en sus esfuerzos para combatir el extremismo.El extremismo “desafortunadamente no es una enfermedad mental; es un método” que explota sentimientos generalizados de frustración, afirmó.Personas comunes con ambiciones comunes pueden convertirse en monstruos, añadió.Höss “fue un padre maravilloso para sus hijos y, al mismo tiempo, el principal organizador de los asesinatos más brutales en la historia del mundo”.