Albert Serra: «Roca Rey tenía la razón moral, yo la razón estética»
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En la cuenta atrás para el estreno de 'Tardes de soledad', el 7 de marzo y tras viajar por todo el mundo laureado con la Concha de Plata del festival de San Sebastián, Albert Serra conversa en el Círculo del Liceo sobre su documental, el cine y la ópera. La vida, confiesa el cineasta, es más aburrida a causa de las redes sociales: «Si alguien me da el nombre de un director interesante de menos de cuarenta o cincuenta años, lo invito al restaurante más caro de Madrid», dijo el otro día a gente de su entorno sin temor a perder la apuesta: «No hay nadie menor de esa edad que tenga un mínimo interés», concluyó. En el cine actual, «los grandes maestros ya se han ido y la nueva generación vive en un mundo industrial, hace cualquier cosa para atraer al público. Conseguir algo bueno y que guste a todos es la cuadratura del círculo». No es el caso del director de 'Historia de mi muerte', 'La muerte de Luis XIV', 'Liberté', 'Pacification' y ahora 'Tardes de soledad'. Sobre 'Tardes de soledad', explica Serra que «nunca se había planteado el género documental si un documental es poner la cámara para explicar lo que contar lo que puede contarse en un libro». Otra cosa es si la cámara puede ser tan cercana que aporte perspectivas inéditas sobre una realidad como el toreo. Y eso es lo que ha cautivado en 'Tardes de soledad': «La cercanía al torero. Conversaciones que sólo se pueden escuchar en el callejón», apunta Serra. Como se pretendía rodar sin filtros, Andrés Roca Rey expresó sus dudas: «Hubo momentos de tensión. Al ver la versión, todavía inacabada, preguntaba por qué había puesto esa frase y hacía sugerencias que no eran adecuadas para que la película saliera bien». El torero y el director concebían dos películas diferentes. Las observaciones del diestro podían sonar absurdas desde un punto de vista estrictamente cinematográfico, «pero sin él, sin su generosidad, 'Tardes de soledad' no existiría», reconoce Serra: «Él tenía la razón moral y yo la razón estética». El director confiesa que después de rodar 'Tardes de soledad' sintió miedo por la posible reacción del público. «Yo había ido a los toros de pequeño y mantengo una buena amistad con Salvador Boix, el apoderado de José Tomás». El presentimiento de que el documental iba a traerle problemas –«incluso entre mis fans»- se disipó en los visionados de los festivales. «El público internacional ve 'Tardes de soledad' como un hecho antropológico, como si leyeran una novela de Hemingway». Aunque las salas de cine están en extinción, Serra aconseja ver las películas en la primera o segunda fila: «Es una experiencia física; si no, solo te quedas con el argumento». Nada que ver con los hábitos de una juventud adicta a las series e incapaces de estar ante una obra visual -sea cine, ópera o teatro- más de tres cuartos de hora: «Hay muchos idiotas. Los nativos digitales nos gobernarrán en el futuro con esa misma superficialidad de análisis», vaticina el director de 'Tardes de soledad'.