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Ver Los Ángeles arder, ¿el punto crítico para EU?

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Desde hace un tiempo escribo sobre el cambio climático y sus riesgos, y en especial me ha interesado cómo y cuándo regiones enteras de Estados Unidos pueden volverse lugares no asegurables: vean aquí.La última columna que escribí sobre el tema fue justo después de que Asheville, una ciudad a 500 millas (805 kilómetros) tierra adentro del océano Atlántico, quedó arrasada como resultado del huracán Helene. Este evento me curó de mi deseo de retirarme algún día en las hermosas Carolinas. Cuando los huracanes pueden destruir pueblos de montaña, el riesgo es demasiado alto para mí.Pero creo que ahora, con grandes franjas de Los Ángeles en llamas, el punto de inflexión posiblemente llegó para el sector de los seguros. Tengo cuatro amigos cercanos y asociados que han visto sus casas arder hasta los cimientos (una de ellas, Meghan Daum, columnista y podcaster, publicó un artículo descriptivo y conmovedor sobre su experiencia; es lo mejor que he escuchado hasta ahora sobre el tema).Dos de los amigos que perdieron sus casas son ricos; los otros dos no. Este es un punto importante. Las publicaciones #grateful de celebridades que han perdido sus palacios de cristal en los acantilados de Malibú están recibiendo mucha atención. Pero la gente trabajadora de Altadena que perdió sus departamentos, negocios y escuelas no. El cambio climático no discrimina.La estación de televisión local del norte de California KQED hace dos días hizo un reportaje sobre cómo el desastre hundirá un mercado de seguros, que ya de por sí era precario en California. Eso, a su vez, tendrá implicaciones para los costos de la propiedad. Si ya no puedes darte el lujo del seguro, o si ni siquiera puedes comprar un periodo de póliza, entonces es posible que tengas que a) vender tu casa, o b) estar dispuesto a autoasegurarte y pagar una casa en efectivo, ya que los bancos seguirán exigiendo el seguro. Voy a estar observando sobre qué significa esto para el mercado inmobiliario general en Los Ángeles y en otros mercados en riesgo. Es posible que el incendio sea el punto de inflexión para nuestra próxima crisis inmobiliaria.Otra gran pregunta que tengo es: ¿este desastre sin precedente en Los Ángeles cambiará los patrones de migración?Desde la década de 2010, los estadunidenses se han ido alejando de las ciudades del norte como Boston, Nueva York, Chicago y Filadelfia, hacia el Cinturón del Sol, donde el riesgo de desastre climático es mayor. Esta gran migración hacia el sur y el oeste del país se aceleró de forma drástica durante la pandemia de covid, cuando estados como Florida, Texas, las Carolinas, ciudades como Phoenix y partes de las montañas de Sierra Nevada se convirtieron en destinos de moda.La migración se ha producido por muchas razones. Durante la pandemia, muchas personas buscaron espacio y menos restricciones a las actividades diarias, lo que las llevó a los estados republicanos del sur y el oeste. Otros querían una mayor proximidad a la naturaleza, dadas las mayores oportunidades de trabajo remoto, así como los climas templados, los bienes raíces más baratos, los impuestos más bajos y la regulación empresarial más débil que se ofrece en estos lugares. Pero significa que ahora hay mucha más gente viviendo en lugares en riesgo de desastre climático que antes de la emergencia sanitaria.El desastre en Los Ángeles coincide con algunas de estas tendencias, la cercanía a la naturaleza es genial, pero los incendios forestales ocurren con mayor frecuencia en las áreas donde se encuentran la urbanización y la naturaleza.Los Ángeles es totalmente ese encuentro de la ciudad y la naturaleza, por eso a la gente le encanta. Por otro lado, las propiedades en California son caras y la regulación es alta. Pero creo que Los Ángeles va a tener un efecto psicológico desproporcionado en el país, porque es, después de todo, la ciudad de los sueños.Es en cierto modo la ciudad estadunidense arquetípica, uno de los lugares en los que pensamos cuando pensamos en lo que significa ser estadunidense. Los Ángeles es la culminación de la expansión de Estados Unidos hacia el Oeste, el lugar al que la gente va para reinventarse y la ciudad donde se crean superproducciones con el tema de desastres.Ahora bien, se trata de una zona de desastre en sí misma. Peter, ¿cuál será el impacto económico, político, social y psicológico, en tu opinión?Lecturas recomendadas-Me estoy poniendo al día con muchos artículos excelentes de Financial Times después de las vacaciones: me encantó sobre todo (y estoy de acuerdo con) la evaluación de mi colega Camilla Cavendish de que la religión va a tener un papel mucho más importante en la política y la sociedad en el futuro.-Siguiendo con el tema sobre el que escribí en este Swamp Notes, Elizabeth Kolbert, la columnista de The New Yorker y autora de The Sixth Extinction, es una lectura obligada sobre lo que va a significar Los Ángeles para el sector de los seguros.-Y solo por una dosis de placer (que todos vamos a necesitar este año), tomen la novela de Matthew Thomas, We Are Not Ourselves. Acabo de terminarla y no recuerdo quedar tan fácilmente encantada por una obra de ficción en bastante tiempo. No intenta ser inteligente, pero es bueno. Es un drama familiar en la línea de The Corrections, de Jonathan Frazen (pero menos irónico y consciente de sí mismo, lo cual aprecio) que dice mucho sobre el frágil sueño estadunidense.Peter Spiegel respondeComo una persona que creció en Arizona (y que todavía tiene muchos familiares viviendo en el área de Phoenix), he estado pensando en el impacto migratorio del cambio climático al menos tanto tiempo como tú, Rana. Pero por alguna razón no creo que la creciente serie de desastres naturales en el Cinturón del Sol de Estados Unidos vaya a tener un impacto importante en los patrones de crecimiento ni en el suroeste propenso a incendios y sequías, ni en las zonas de huracanes e inundaciones del sureste.Lo atribuyo a dos fenómenos que se fortalecen mutuamente. El primero es el instinto humano de olvidar con rapidez este tipo de desastres (sobre todo cuando les suceden a otros) y seguir adelante. Son las mismas características que tienen los desastres naturales, de no ser previsibles y que no se pueden controlar, lo que parece que obliga a los humanos a descartarlos: no puedo controlarlos, así que los voy a ignorar.Hemos visto esta tendencia mucho antes de nuestra era reciente de clima extremo. Examinemos el área de la Bahía de San Francisco. Hace tiempo que nos advierten que su paso por la falla de San Andrés algún día provocará una catástrofe. El famoso terremoto de 1906 y los incendios que le siguieron casi arrasaron toda la ciudad. El terremoto de Loma Prieta de 1989, que se transmitió en vivo a escala nacional, porque ocurrió en medio de un partido de la Serie Mundial de Beisbol, fue un ejemplo mucho más visible para el mundo moderno de lo que la naturaleza puede causar.Y, sin embargo, no hemos visto ningún cambio en los patrones de migración del área de la Bahía debido al riesgo de terremotos; todo lo contrario. Con el ascenso de Silicon Valley, lo que vimos solo han sido más inversiones y más desarrollo en la región.Lo mismo puede decirse de la costa sureste, no solo en Florida, sino en lugares como los Outer Banks, de Carolina del Norte. Aunque en los últimos años los huracanes ocurren con mayor frecuencia e intensidad, no es que las costas del Atlántico y el Golfo sean nuevas en lo que se refiere a tormentas devastadoras. Desde hace siglos es una característica de la región, pero los valores de las propiedades y el desarrollo han continuado a buen ritmo.Esto me lleva al segundo fenómeno que, en mi opinión, moldea la forma de pensar de la gente respecto a la migración y el cambio climático: la adaptabilidad humana.Después de que el huracán Andrew en 1992 devastara partes de la costa sureste de Florida, el estado adoptó algunas de las normas de construcción más estrictas del mundo. Los edificios edificados a partir de entonces demuestran una capacidad notable para soportar algunas de las tormentas más grandes de los últimos tiempos.De igual manera, los códigos de construcción en California se fortalecieron después del terremoto de Loma Prieta, lo que hizo que las empresas y las residencias en zonas sísmicas fueran mucho más resistentes. Ya hay un debate en marcha sobre cómo aumentar la densidad de viviendas y la resistencia al fuego en el sur de California que, sin duda, tendrá un efecto de mejora similar.Los cambios en los códigos de construcción y las leyes de zonificación no evitarán los huracanes, los incendios forestales o los terremotos. Vamos a seguir viendo cómo las vidas de las personas se ven cada vez más trastocadas por los fenómenos meteorológicos extremos desencadenados por el cambio climático. Pero harán que sea más factible sobrevivir a los desastres futuros, y es probable que sean suficientes para convencer a todos, excepto a unos cuantos, de que sigan mudándose a estos destinos de clima más cálido.Es posible que esa no sea la mejor solución política para un país que se enfrenta a una serie de nuevos desafíos derivados del cambio climático o para un sector de los seguros que lucha por reconfigurar sus modelos de riesgo. Pero si nuestras reacciones a los terremotos y a los desastres climáticos anteriores sirven de indicio, creo que ese es el resultado más probable.Sus comentariosY ahora unas palabras de nuestros lectores de Swamp Notes.En respuesta a: “La afirmación de Richard Porter de que Trump, al quien se le declaró responsable en un caso civil por abuso sexual, protegería a Estados Unidos ‘contra el mal’ sería muy chistosa si no fuera tan atroz desde el punto de vista ético”. James Cooray Smith.