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Uso de la IA, clave para la productividad en EU

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He sido escéptica respecto a que la inteligencia artificial (IA) hará rehacer los mercados laborales en el corto plazo, sobre todo porque gran parte de la publicidad proviene de la propia industria de tecnología. Pero en los últimos meses me he encontrado con algunos casos de uso muy diversos que me hacen pensar de manera diferente.En primer lugar, un psiquiatra de Nueva York me contó cómo los profesionales de la atención de salud mental empiezan a utilizar la IA para dar seguimiento a las elecciones de palabras de los clientes a lo largo de las sesiones. La elección de palabras puede ser un factor importante para comprender las enfermedades mentales y hacer diagnósticos. Antes esto dependía de la propia memoria y las percepciones del terapeuta. Ahora, el análisis impulsado por la inteligencia artificial será, en sus palabras, un “cambio revolucionario” en términos de la eficacia con la que se puede diagnosticar y tratar a los pacientes.En segundo lugar, un inversionista me habló de una empresa en Estados Unidos, Axon, que aprovecha la IA y los datos de proximidad. Un producto, llamado Draft One, permite a la policía de lugares como Lafayette, Indiana, descargar imágenes de cámaras corporales y luego presionar unos botones para crear un primer borrador de los “informes de incidentes” que actualmente ocupan 40 por ciento de su tiempo. Si bien otros intentos de vigilancia policial de alta tecnología plantearon retos imprevistos (como el racismo algorítmico), los mercados están entusiasmados. El precio de las acciones de Axon subió 730 por ciento en cinco años.Por último, hace poco recibí un masaje en Alaska. Mi masajista, que abandonó la preparatoria, logró dar un giro a su difícil vida y quería escribir un libro de memorias para inspirar a otros. Al descubrir que yo era escritora, me pidió que leyera su propuesta, que resultó ser tan buena, si no mejor, que muchas que he visto en las pilas de manuscritos literarios de gama alta. Su coautor fue ChatGPT.Pensemos en cuántas anécdotas de este tipo —que abarcan distintas geografías y sectores— hay, junto con el hecho de que la productividad en EU va en aumento tras estancarse durante la pandemia.Tal vez hay varias razones para eso, desde la inmigración con salarios bajos que permitió a más trabajadores calificados ascender en la escala hacia mejores empleos, hasta las ganancias cíclicas posteriores a la pandemia. Pero la mayoría de los expertos coinciden en que una mayor implementación de tecnologías de vanguardia como la IA desempeña algún papel en el aumento de la productividad.Como lo expresó una nota reciente sobre las perspectivas económicas de Apollo: “EU experimenta un alza en el gasto corporativo y de investigación gracias a la revolución de la IA, una dinámica que no se ve en otras naciones en desarrollo, ni siquiera en China”.Hay tres lecciones clave que sacar de esto.Primero, es comprensible el escepticismo sobre la efervescencia y lo espumoso que es el mercado estadunidense en general y de las acciones de tecnología en particular, pero es difícil imaginar cómo Europa y muchos países más pueden superar a EU si volvemos a un periodo de disrupción tecnológica similar, si no más dramático, que el de la década de 1990.En ese entonces, como recordarán los inversionistas, EU se adelantó a Europa en cuanto a implementación de tecnología y, como resultado, en crecimiento económico y de mercado. La IA parece que en la actualidad pone en esteroides esa tendencia.Eso me lleva a la segunda lección: la suerte de los países, las empresas y los individuos suele divergir en periodos de cambio tecnológico. El término “recuperación sin empleo” se acuñó después de la recesión de 1990-1991, porque, si bien los precios de las acciones, los márgenes corporativos y el crecimiento del PIB aumentaron, el empleo quedó rezagado por más tiempo del esperado. Aunque el desempleo en EU es bajo en la actualidad, es notable que los trabajadores en áreas que se verán afectadas por la IA —como el desarrollo de software o los puestos de mandos medio— parecen recibir más notificaciones de despido.Toma tiempo que los mercados laborales y las personas se adapten al cambio tecnológico. Sí, como nos dirán los economistas, las nuevas tecnologías al final crean nuevos puestos de trabajo, pero como pueden atestiguar historiadores, sociólogos y trabajadores sociales, eso no mitiga el dolor de los que atraviesan cambios tan grandes ni evita las convulsiones políticas disruptivas que pueden tener como resultado.Las disrupciones en los puestos de trabajo de fabricación, que representan apenas un poco más de 10 por ciento del empleo en EU y muchos países de la Unión Europea, nos trajeron a Donald Trump y al populismo europeo. Estamos a punto de ver hasta 85 por ciento del mercado laboral afectado en cierta medida por la IA. ¿Qué significará eso?El premio Nobel Daron Acemoglu dice que hoy, como en el pasado, “es probable que los beneficios a corto y mediano plazo de la inteligencia artificial se distribuyan de manera desigual y beneficien más al capital que a la mano de obra”. Esto nos lleva a la tercera lección: la gente en la mayoría de los peldaños de la escalera socioeconómica está ansiosa por el futuro del trabajo. Si los entusiastas de la IA tienen razón, es difícil ver qué trabajo no se verá afectado por la tecnología. Esa ansiedad tiene grandes consecuencias.Jim Clark, fundador del Instituto del Futuro del Empleo y los Ingresos, con sede en Nueva York, me dice que “la ansiedad económica cambia el comportamiento y eso puede crear grandes cambios políticos”. Pensemos, por ejemplo, en los luditas, cuyo nombre todavía se da a la reacción en contra de la tecnología, o, en el lado positivo, en el estado de bienestar social, que surgió de la revolución industrial en Alemania.Los inversionistas, los líderes empresariales y los políticos deben tomar esto en serio. Lo que es bueno para los mercados e incluso para el crecimiento del PIB hoy puede no ser bueno para la política o la sociedad mañana, al menos no sin grandes cambios de políticas que ayuden a amortiguar las disrupciones que vendrán.