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El hoyo

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Abc.es 
Un momento. Deja de gritar. Vale. Vuelve a gritar. Más fuerte. ¡Más! No hay diferencia… Pero si estoy gritando fortísimo. Me tendría que estar escuchando todo el Galatzó. Me habré quedado sorda del golpe. O muda. No, no, por favor. Es una pesadilla. Como cuando de niña soñaba que me perseguía un toro, me quedaba inmovilizada e intentaba gritar pero no salía nada. El móvil. ¿Dónde lo tengo? Si no puedo gritar, no me encontrarán. ¿Cuánto tardarán en echarme de menos? ¿Y si no puedo gritar porque ya estoy muerta? ¿O inconsciente? Como aquella vez que me desmayé en el hospital. Veía a mi padre gesticulando enloquecido llamando al médico. Pero ni lo oía ni podía hablarle. Quería tranquilizarlo. Pensó que me perdía. No quiero que mis padres tengan que enterrar a su hija. ¿Cuánto tiempo llevo aquí? ¿Ya es de noche? ¿Cómo narices te has podido caer? Qué torpe. Cuánta sed. Qué sabor a barro. ¿Dónde está mi móvil? Y este dolor espantoso en mi cabeza. ¿En el cuero cabelludo? Como cuando te tiran del pelo hasta arrancártelo. Ha debido ser al caer. La montaña maldita, la muy… me ha agarrado del pelo. La culpa es mía. Sabía lo resbaladizo que está todo. ¿Dónde llevo el maldito móvil? Te puedes morir si te tiran muy fuerte del pelo. O por infección de las uñas. ¿Por qué me laten así? Es como si me las hubiera levantado. Yo también agarro fuerte, ¿eh? Así duelen las uñas de excavar si te entierran vivo, seguro. He tenido una vida bonita. Mis niñas, mis preciosas gemelas. Su actuación de piano… Es la semana que viene. La montaña mala, eso dice la gente de por aquí, por la que vaga el alma del Conde Mal. Ayúdame si es que existes, no me dejes morir en este agujero. ¡Fuera leyendas! Vas a salir. Si piensas, estás viva. El móvil, ¿dónde tengo el móvil? Vale, no oigo, no hablo, pero ¿respiro? Sí, pero respiro barro y muero de sed y se me va a salir el corazón. Es del golpe, ¿cuánto he caído al resbalar? No se ve luz arriba. ¿Y si esto es un pozo lunero? Venga ya, no hay pozos luneros en la Serra de Tramuntana. ¿Cómo lo sabes? España está llena, ¿no te acuerdas? Pero no aquí. Demasiado optimismo puede matarte, recuérdalo… El móvil, búscalo. Grita otra vez. No, reserva la energía. Mi hombro. No puedo moverlo. Un poco, solo hasta el bolsillo del pantalón. Qué asco de barro. Si ha mojado el móvil, no me servirá. Aparece por favor. Oh no, ¿qué es esta forma alargada? Maldita sea… la dichosa crema de sol. Mira bonita, no te has quemado, pero te has caído en este negro agujero. Hay que respetar más la montaña. No te bloquees. Piensa, Elisa. El teléfono va en la mochila. Pero no la llevo. Tampoco la noto detrás. Moriré aquí. Las piernas. No me duelen. No las noto. Voy a intentar levantarme. Imposible. Será que estoy muerta. Los muertos no piensan. Piensa como una scout, como una militar. Soy capaz de mover las manos pero no la espalda ni las piernas. Siguen enterradas en este barro congelado. Está muy oscuro. No tengo el móvil. No sé si me están buscando. Mis niñas. Pero si acabo de caer y era de día. Hemos llegado a las 11, no sería mucho más tarde. ¿Y si me he desmayado al tropezar y me he despertado ya de noche? Entonces, ves, estás muerta. Han pasado las horas y no me han encontrado. Porque buscarme me han buscado. En cuanto Miguel y las niñas hayan visto que no volvía me habrán llamado luego y habrán avisado al 112. ¿Cuánto habrán tardado? Sólo había vuelto al coche a por los bocadillos. Tenía que haber seguido el sendero y no atajar. Siempre creo que conozco la montaña mejor de lo que la conozco. Era un trayecto corto. Tengo que intentar moverme. La mochila puede estar debajo de mi culo. Ahí está el móvil y la botella del agua. Cuánta sed. No es un pozo lunero. No quepo en ellos. O es un pozo lunero ancho. Y yo estoy delgada. El gimnasio. Eso, que se note. Intenta levantarte y tantear algo más. Puedo, puedo. Una pierna sí responde. La otra no. Qué asco, ese líquido menos pastoso debe ser sangre. Mi propia sangre. Quizá me desangre, dicen que es una muerte dulce, que te entra sueño. Igual no es mía. ¿De un animal? ¿Puede ser esto una madriguera gigante? ¿Algún tipo de trampa? Igual solo me he hecho pis. ¡ESPERA, ESPERA! Veo luz, veo luz, veo luz. No. Solo la estoy imaginando. Olvídalo. Ya es de noche. El sol de Mallorca en invierno es tan limpio y brillante a estas horas que se colaría por cualquier hueco. Eso, eso, está entrando. La luz está cerca. No es un pozo lunero. Cuánta sed. Espera, ¿qué es eso de ahí arriba? ¿Son ramas? Oh sí. Viviré. Mis enanas, tengo tanto que contarles todavía. No pueden quedarse sin su madre tan pronto. Puedo con una pierna. Sale del barro. Es de día. Sí, bien. No me he desmayado. Seguro que me acabo de caer. Enderézate un poco, a ver hasta donde alcanzas. No te caigas. Mi culo. Vale, otra parte viva. Pero igual moverme es peor. No soportaré otra caída y me puede caer algo encima. ¿Ramas? ¿Tierra? Si se desprende me quedo enterrada y fin. Pero si me mantengo acurrucada en esta posición fetal, también moriré. Miguel encontrará a otra. Tiene buen gusto. Otra chica hará de madre en la adolescencia de mis hijas. Les queda nada para llegar. ¡Nooo! Tengo que estar yo. No moverse es rendirse. Otra vez, ¡arriba! Es lo que le diría a las niñas. Ya verás cuando les cuente. Mamá tropezó y cayó a un agujero por querer atajar. Jamás hay que salirse del camino cuando haces senderismo. Tampoco hay que ir sola. Era un momento. Volver al coche y subir. Ya, mamá, me dirán. Incumpliste tus normas. Así es, mis niñas, no hice caso y aquí estoy. Espera, espera. ¿Qué es eso? ¿Qué…? Mi teléfono, está vibrando. Silencio, concéntrate. Está cerca. Estoy salvada. No lo veo. Suena. Arriba. Es una señal. Para que te levantes. Vale, vale, lo consigo, lo consigo. ¡Sí, puedo! Oh, mi cabeza, ¿qué roza con ella? ¿qué hay aquí? Vamos brazo, ayúdame. Gracias, ¡Señor!, la mochila. Salvada. Mi culo, otra vez. Debe estar morado casi negro. Me estaba tapando luz. Aquí estás, aquí estás. Mi pequeño móvil. Pero si sólo son las 11.45. La perdida es de Miguel. ¿Qué? Sin cobertura. No es posible, pero si acabas de vibrar. Vamos no llores ahora, Elisa, que ya casi lo tienes. Piensa. Qué buena el agua pero el nudo de la garganta no se me va. ¿Dónde he leído que un hombre puso su móvil en un dron para que le rescataran? Tengo que levantarlo, más arriba hay cobertura. Para avisar. Sólo estarán diciendo mamá cuanto tarda, estará hablando con el trabajo. No me esperéis. Cojo los bocadillos, ¿cómo se nos han podido olvidar?, las dichosas prisas y os alcanzo. Seguid subiendo. Sí, eso. Más arriba. ¿Cómo me voy a levantar otra vez? Te duela lo que te duela, Elisa, tienes que hacerlo. Es lo que te han enseñado. Lo que has hecho siempre: ser fuerte. No aguantarás de pie. Graba un audio. No me sale la voz. Escribe. Un wasap, un sms y a elevar el móvil para que se envíe. «He caído en un hoyo al resbalar. He atajado en una de las vueltas. Creo que pierna rota. Buscadme ya. Llama 112. No sé cuánto puedo aguantar. Poca cobertura». ¿A quién más? ¿Se pueden mandar mensajes al 112? Deberías saberlo. No me vuelve a pasar. Si salgo de aquí, claro. «URGENTE: Estoy en el Galatzó, en un agujero, cerca del aparcamiento de siempre, me he separado de Miguel y de las niñas». A Carmen que está online 24 horas; a Miguel, que también es montañero y a Suki y a Petra. Alguien lo verá. Linterna. No, nada de gastar batería. Veo más o menos. Primero los mensajes. Modo sonido. Localización activada. Prioriza. Arriba. Vamos pierna. No me falles. Sólo una vez más. Bien. Vamos móvil. Grita por mí. No, no, no. Así es imposible. No puedo aguantar de pie. No me ha dado tiempo ni a ver si hay alguna línea de cobertura. No ha enviado nada. Necesito más tiempo de pie. Imposible. De acuerdo, móvil, te vas en la mochila. Y te quedas ahí, en la rama o piedra en la que te encontré. A la de una, a la de dos y a la de tres. Último esfuerzo. ¡Bien! Colgado. Un ratito y vuelvo a por ti. Enseguida sonará. Qué sueño. No te duermas, no te duermas… ¿Cuánto ha pasado? El móvil. No lo he escuchado. No ha funcionado. No puedo levantarme. Moriré aquí. Qué frío. Debía haber cogido el chubasquero. Tengo que grabarles un mensaje a las niñas. Mejor un email y decirles que… -Elisa, ¿está ahí? Somos el Grupo de Rescate de Montaña. Tenemos localizado su móvil. Vamos a sacarla enseguida.