José Sánchez Rojas y Jorge de Alba, su alter ego, en los albores de la Segunda República (evocación en el 93 aniversario de su muerte)
Cuando en enero de 1930 se produce la caída de Miguel Primo de Rivera y el comienzo del fin de la Dictadura, traída de la mano de Alfonso XIII, el cronista salmantino José Sánchez Rojas sale de un letargo de más de seis años «de bozal y de lápiz rojo», separado de su maestro y amigo Miguel de Unamuno, sometido a la censura, privado de la plaza de cronista de la Diputación de Salamanca y desterrado a Huesca por reivindicar al rector salmantino en Éibar...