El orden del Viernes Santo de Córdoba: una tradición con raíces en el siglo XIX
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La idea de las hermandades del Viernes Santo de buscar una nueva configuración de la jornada para evitar el regreso muy tardío toca uno de los pilares fundamentales no ya del día, sino de toda la Semana Santa de Córdoba: el lugar de la Virgen de los Dolores . Siempre estuvo en los últimos puestos, los más importantes, y ahora podría estar entre los primeros. La mirada a la historia habla de dos formas de entender el Viernes Santo. El primero, desde el siglo XVI hasta 1819, era el Viernes Santo barroco, el de la época fundacional de las cofradías. Se creó muy pronto con tres hermandades: las Angustias , el Santo Sepulcro y la Soledad de Nuestra Señora, que salía del convento de la Merced. Es la única hermandad que no ha permanecido, aunque hace algunos años se logró identificar a su imagen titular, que se sigue venerando en el templo. En el siglo XVII se sumó la cofradía de San Diego y San Acacio, que se había fundado en la iglesia de los franciscanos y que tenía como titular al que hoy se llama Cristo de la Expiración y que desde su traslado a San Pablo tiene cofradía. El decreto del obispo Pedro Antonio de Trevilla reducía en 1820 todas las procesiones a una sola, la del Santo Entierro, que sólo empezó a celebrarse en 1849, y ahí ya la fiesta era distinta. Era aquella una procesión cívico-religiosa , organizada en gran parte por el Ayuntamiento, que en aquellos años siempre terminaba con el Santo Sepulcro y justo detrás la Virgen de los Dolores. Había llegado la imagen en el siglo XVIII, salía entonces el Domingo de Ramos y ganó tanta devoción que cuando se organizó la procesión oficial se determinó que debía ser la imagen que lo cerrara, siempre de luto. En la procesión participaron muchas cofradías en todos esos años, como las Angustias , el Huerto, el Calvario o Jesús Nazareno , y también imágenes como el Rescatado o el Cristo de Gracia, que no siempre tenían hermandad. Se mantuvo hasta bien entrado el siglo XX y se consolidó el Viernes Santo que han conocido tantas generaciones, y en que la Señora de Córdoba era siempre la última Dolorosa en pasar por la carrera oficial. Sólo cambiaría la jornada a partir de los años 30 y 40, cuando la cofradía de los Dolores quiso tener un Cristo titular y encargó al Señor de la Clemencia . Amadeo Ruiz Olmos lo realizó en 1937, aunque no se incorporó al Viernes Santo hasta 1949. Antes de eso, la Virgen de los Dolores ya había ido delante del Santo Sepulcro; a partir de entonces tuvo que ser obligatorio: la tradición siempre ha querido que el paso de la Urna, con el obispo y las autoridades detrás, sea el último misterio antes de la Resurrección. El Viernes Santo sumó cofradías desde la década de 1930, pero el final se mantenía. Así, llegó el Descendimiento desde el Jueves Santo y a finales de los años 70 lo hicieron la Expiración, que salía el Martes, y la nueva cofradía de la Soledad, establecida entonces en Santiago. Desde décadas atrás la cofradía de la Compañía había intentado tener a una imagen de la Virgen como titular. Lo hizo en 1977 con Nuestra Señora del Desconsuelo en su Soledad, que no se sumó hasta 1995. No faltó quien quiso conservar la esencia de Nuestra Señora de los Dolores como última imagen y hasta se pensó en aquel proyecto de los años 70 en que pasaría primero el Cristo de la Clemencia, luego toda la hermandad del Sepulcro y detrás la Virgen de los Dolores. No se llevó a cabo, pero al menos la Señora de Córdoba iba delante de la Urna, como tantas décadas. La decisión de la hermandad de considerar estar entre las primeras , para un día con no pocos problemas de horarios, abriría una nueva etapa. No es la primera vez que se intenta: el Santo Sepulcro y los Dolores ya quisieron intercambiar sus puestos , e incluso la de la Compañía intentó ser primera este año, pero siempre sin éxito.