Sumo: larga vida a la leyenda, corta vida al luchador
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Se levantan a las cinco de la mañana. No desayunan. Se ejercitan durante tres horas. Comen. Mucho. Se van a dormir. Hasta mitad de la tarde. Cenan. Mucho. Se acuestan. No hay más actividad en los establos ('heya') de los luchadores de sumo, marcados por la jerarquía –primero comen los sénior, la limpieza y la comida la hacen los peor clasificados– y un estricto código de conducta –el castigo físico solía ser habitual; en 2007 murió un chico de 17 años por una paliza por querer abandonar–, pero esta es intensa. Tanto en actividad física como en la puesta a punto del cuerpo a través de la comida. De media, estos deportistas ingieren alrededor de 10.000 calorías (entre seis y... Ver Más