Caso Jubany: el ADN señala al primer sospechoso 23 años después
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En vísperas de cumplirse 23 años del asesinato de Helena Jubany , el ADN señaló por fin a un sospechoso : a quien fuera primer el investigado por el crimen, Santiago Laiglesia . El informe de la Policía Científica sostiene que es «24 veces más probable» que el material genético localizado en el jersey de la joven el día que la mataron, el 2 de diciembre de 2001, sea de este imputado, que no de cualquier otra persona, lo que supone una prueba directa para poder sentarlo en el banquillo en un eventual juicio. La familia ya contaba con el informe de una genetista de la Universidad Autónoma de Barcelona, Gemma Marfany, que lo probó hace un año, pero necesitaba una prueba forense que así lo corroborase. Y es lo que ahora ha certificado la unidad de análisis de la Policía Nacional, empleando técnicas del FBI . Un informe que también descarta que en las prendas de Helena hubiese material genético del otro investigado por el crimen: Xavier Jiménez . Fue poco antes de prescribir el asesinato, en diciembre de 2021, cuando un juez imputó a Jiménez, después de que un informe caligráfico determinase que era el autor, al menos en parte, de los anónimos que enviaron a la víctima , acompañados de sendas bebidas adulteradas con somníferos, semanas antes de su muerte. También de comprobar que, por aquellas fechas, le había remitido correos electrónicos que presentaban una «conexión clara» con los textos sin firma que dejaron a la joven a las puertas de su piso. Llegar hasta aquí ha sido una carrera de obstáculos , que sólo la tenacidad de la familia Jubany y de su abogado, Benet Sallelas, ha conseguido sortear. El caso se sobreseyó por primera vez en 2005, tras una pésima instrucción y transcurridos cuatro años desde que el cuerpo de Helena apareciese en el patio de luces de un piso de la calle Calvet d'Estrella de Sabadell. Estaba desnuda y presentaba varias quemaduras. Primero se trató como un suicidio, pero esa posibilidad pronto se descartó . Los indicios apuntaban a un crimen con varios implicados. Todos ellos, integrantes de una de las secciones de la Unión Excursionista de Sabadell (UES), a la que la víctima se había apuntado tras mudarse a la ciudad. Helena tenía entonces 27 años y trabajaba como bibliotecaria. En un piso de aquel bloque donde se localizó su cadáver residía Laiglesia con quien entonces era su pareja, Montserrat Careta . Aunque él, que también fue investigado por su presunta participación en el crimen, siempre trató de desvincularse de su estancia en la vivienda, en la que se encontró además la caja de un medicamento -Noctamid- que, tal y como reveló la autopsia, estaba en el organismo de Helena cuando la arrojaron al vacío. Además, la Policía encontró dos cajas de cerillas, como las que aparecieron en la azotea, y con las que habrían quemado partes del cuerpo de la joven. Careta, que también fue investigada, se quitó la vida cuando se encontraba en prisión provisional, tras dejar una nota en la que defendía su inocencia. Y, ante la falta de avances en las pesquisas -al considerar el instructor de la época, Manuel Horacio, que «la solidez de las pruebas» no era «suficiente-, la causa decayó también para Laiglesia. Tras un intento fallido en 2020, al año siguiente la familia por fin consiguió la reapertura del caso . A la imputación de Jiménez y, una vez la causa prescribió para todos aquellos que nunca habían sido investigados -no así para los que en algún momento fueron sospechosos de matar a Helena-, los esfuerzos de los Jubany, que aportaron nuevas pruebas y testimonios, consiguieron, dos décadas después del crimen, que el juez ordenase buscar restos de ADN en la ropa de la joven , al considerar que existían indicios suficientes de la participación «activa» de Jiménez en el asesinato. Aquel cotejo fue negativo para el investigado pero permitió volver a imputar a quien había sido el primer sospechoso del crimen: Laiglesia . Cabe recordar que hasta mayo de 2022, cuando lo ordenó el juez Juan Díaz Villar, entonces al frente del Juzgado de Primera Instancia 2 de Sabadell, no se habían analizado las muestras de material genético recogidas tras el crimen . Para hacerlo, el instructor sostuvo que los nuevos métodos de prueba -no existentes entonces-, habían permitido localizar «material genético de origen masculino», en la ropa de la víctima, «susceptible de análisis y comparación». Apuntó así que dichos restos, tanto en la ropa que llevaba puesta Jubany cuando desapareció, y en los «instantes inmediatamente anteriores a su muerte», «vincularían de forma decisiva a su titular con el crimen». Es decir, que resultarían decisivos para localizar a sus asesinos. «La obtención de este elemento probatorio y la consiguiente comparación con el material genético de Santiago L. podría hacer avanzar la investigación de forma decisiva y fundamentar un eventual e hipotético juicio de culpabilidad , de una intensidad superior a los indicios ya existentes». La familia Jubany ha tenido que esperar casi otros dos años más para que el ADN señale de manera clara a Laiglesia. Pero bajo las sospechas de los investigadores no está sólo él. Ya entonces, Díaz Villar -ahora destinado en otro juzgado- apuntó a una «posible autoría conjunta» del crimen, y al «reparto de roles», entre los implicados. Fue también lo que sostuvieron los forenses en su día, que al menos dos personas habrían participado en el asesinato de Helena. Y es que además de Careta y Laiglesia, hubo una tercera imputada, también integrante de la UES, Ana Echaguibel, que quedó en libertad poco después de ser detenida, en 2005, por falta de pruebas. Han pasado ya más de 23 años, y los Jubany siguen luchando para saber lo que ocurrió. Ahora el ADN por fin arroja un indicio sólido para poder llevar el crimen a juicio .