El Rey reclama serenidad ante «la atronadora contienda política» y recuerda a Valencia: «Entendemos el dolor por la dana»
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Felipe VI recordó este martes que es responsabilidad de todas las instituciones y Administraciones Públicas preservar el pacto de convivencia en España para trabajar por el bien común, el principio fundamental que inspiró la Constitución y sobre el que «se afirma nuestra democracia y se consagran nuestros derechos y libertades». El Rey reclamó «serenidad» ante «la atronadora contienda política» para que «la discordia no se convierta en un constante ruido de fondo que impida escuchar el auténtico pulso de la ciudadanía», en su mensaje de Navidad más humano, que tuvo como hilo conductor «la terrible dana», una catástrofe que ha puesto de manifiesto en España «la conciencia, la expresión o la exigencia del bien común». Desde el Palacio Real –elegido por segunda vez en su reinado para el mensaje de Navidad–, el Rey apreció que «no debemos olvidar nunca aquellas primeras imágenes de la riada que todo lo arrasó». Para ello, en el Salón de Columnas –donde este año condecoró a 19 ciudadanos por el aniversario de su proclamación–, acompañó este año al Rey una fotografía que muestra el esfuerzo conjunto de afectados, voluntarios y miembros de las Fuerzas Armadas tras las devastadoras consecuencias de la dana. «Esa solidaridad en su sentido más puro y más apegado a lo concreto, la hemos reconocido día tras día en el trabajo ingente de voluntarios anónimos y de servidores públicos», afirmó el Rey a los españoles, al tiempo que añadió que «hemos comprobado –y entendido– la frustración, el dolor, la impaciencia, las demandas de una coordinación mayor y más eficaz de las administraciones », en lo que fue una clara alusión a los primeros días tras la dana, cuando él y la Reina acompañaron al pueblo de Paiporta en el sufrimiento y el dolor ante la desesperación y el abandono que sentían por parte de las instituciones y Administraciones Públicas tras haberlo perdido todo. «Todas esas emociones –las que conmueven y reconfortan y las que duelen y apenan– surgen de una misma raíz: la conciencia del bien común , la expresión del bien común, o la exigencia del bien común», apuntó el Rey. En este sentido, apreció que por encima de «las divergencias y desencuentros», en la sociedad española «prevalece una idea nítida de lo que conviene» y «de lo que a todos beneficia». «Tenemos el interés y la responsabilidad de protegerlo y reforzarlo», afirmó, mientras señaló que eso «es algo» que él y la Reina han podido «constatar y valorar aún más a lo largo de esta década de reinado». En la única mención en su mensaje de Navidad al X aniversario de su proclamación como Rey, Don Felipe, como cabeza de la Jefatura del Estado, también hizo suyos estos deberes para con la sociedad y recordó que «es responsabilidad de todas las instituciones, de todas las Administraciones Públicas, que esa noción del bien común se siga reflejando con claridad en cualquier discurso o cualquier decisión política». En «ese acuerdo en torno a lo esencial», abordó otras cuestiones «que merecen ser atendidas». Como «el clima en el que se desarrolla con frecuencia nuestro debate público» y para el que siempre «nuestra gran referencia» debe ser la Constitución de 1978 , inspirada –en «su letra y su espíritu»– en el bien común: «Trabajar por el bien común es preservar precisamente el gran pacto de convivencia donde se afirma nuestra democracia y se consagran nuestros derechos y libertades, pilares de nuestro Estado Social y Democrático de Derecho». « La concordia de la que fue fruto sigue siendo nuestro gran cimiento », subrayó el Rey. «Cultivar ese espíritu de consenso es necesario para fortalecer nuestras instituciones y para mantener en ellas la confianza de la sociedad», dijo. En este contexto, Don Felipe recordó que «un pacto de convivencia se protege dialogando», para lo que lanzó un mensaje al Gobierno y a los partidos de la oposición, para instarles a que, por encima de las disputas, debe prevalecer el consenso: «Es necesario que la contienda política –legítima, pero en ocasiones atronadora–, no impida escuchar una demanda aún más clamorosa: una demanda de serenidad». Una serenidad que, como afirmó el Rey, debe estar «en la esfera pública y en la vida diaria, para afrontar los proyectos colectivos o individuales y familiares, para prosperar, para cuidar y proteger a quienes más lo necesitan». Como «buen ejemplo de lo que podemos lograr juntos» recordó la reciente reforma del artículo 49 de la Constitución , referido a personas con discapacidad: «No podemos permitir que la discordia se convierta en un constante ruido de fondo que impida escuchar el auténtico pulso de la ciudadanía». En esa necesidad por atender las preocupaciones de los españoles, Don Felipe se refirió a «la dificultad para acceder a una vivienda», sobre todo entre los más jóvenes y «los más desprotegidos». Demandó a «todos los actores implicados» a que «reflexionen» y «se escuchen unos a otros» para que el diálogo les «conduzca a soluciones» que «faciliten el acceso a la vivienda en condiciones asumibles», ya que «ésta es la base para la seguridad, el bienestar de tantos proyectos de vida». Don Felipe habló de la inmigración como «un fenómeno complejo y de una gran sensibilidad social», que se ha convertido en «una realidad cotidiana» y que es una cuestión que hay que abordar porque « sin la gestión adecuada puede derivar en tensiones que erosionen la cohesión social ». Trató también la «creciente inestabilidad internacional»: «España y los demás estados miembros de la Unión Europea debemos seguir defendiendo, con convicción y firmeza, las bases de la democracia liberal, de la defensa de los derechos humanos y de las conquistas en bienestar social». El Rey concluyó su discurso –que duró 15 minutos y 9 segundos – recordando que «España es un gran país» cuyo futuro «radica principalmente en nuestra juventud», que «busca oportunidades y supera los obstáculos a base de mérito y esfuerzo» y que «nos ha llenado de orgullo acudiendo en masa para dar lo mejor de sí en las calles de los pueblos afectados por la dana». Y así el Rey se refirió de nuevo a la catástrofe para requerir «que las ayudas lleguen a todos los que lo necesiten».