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¿Qué necesita el Perú para progresar?, por Miguel Palomino

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En esta columna he intentado discutir, de la forma más clara posible, temas que tienen gran importancia para el progreso del país. Con frecuencia estos temas tienden a ser malentendidos, generalmente porque su discusión es muy superficial. Pero al ser analizados con mayor profundidad queda en evidencia que las respuestas que damos a los temas son, con frecuencia, muy distintas a las que se pensaban.  

Así, tratamos temas como: ¿cuál es la fuente del crecimiento económico?; ¿en qué debe invertir el Estado?; ¿por qué no funcionan los controles de precios muchas veces disfrazados?; ¿por qué importa el déficit fiscal y su comportamiento a largo plazo?; ¿por qué importa la tasa de interés que determina el Banco Central?; ¿por qué sí nos debe importar la clasificación del riesgo país?; ¿cuáles son los principios tributarios que deben guiar el pago de impuestos?, y; ¿qué hace que una institución pública funcione bien?

Estos temas en realidad giran alrededor de dos cosas: el crecimiento económico y cómo hacer para que ese crecimiento económico acompañe a todos. En toda democracia verdadera esos deberían ser los temas centrales que nos preocupen al hablar de economía. ¿Cuáles son las respuestas a dichas interrogantes? Responderé brevemente (a riesgo de no ser tan claro) en el orden en el que fueron presentadas las interrogantes.

La fuente del crecimiento económico es siempre la inversión privada, porque es lo que genera trabajo sostenible, mayores remuneraciones y capacitación. El crecimiento económico se retroalimenta, generando más crecimiento y prosperidad, pero no garantiza que todos se beneficien de él. Por ello, es necesario que el Estado acompañe a la inversión privada en la provisión de aquellos bienes públicos (salud, educación, seguridad, igualdad de trato ante la ley) para los que el Estado está mejor preparado para actuar, asegurando que todos se beneficien del crecimiento económico, incluyendo transferencias de los crecientes recursos fiscales hacia los menos afortunados. Es importante notar que es muy raro que la inversión privada requiera de beneficios especiales del Estado, por ejemplo, exoneraciones tributarias, si bien no faltarán quienes los reclaman como necesarios.

Que los controles de precio no funcionan es algo que los peruanos tendemos mayoritariamente a entender por dura experiencia propia. Pero hay controles de precio disfrazados que buena parte del público no percibe como un control de precios, entre ellos el tope a las tasas de interés y la remuneración mínima vital. Ambos son controles de precios y fracasan por los mismos motivos que fracasan todos los controles de precios. El ponerlos es pensar que se puede derogar la ley de la oferta y la demanda.

El déficit fiscal importa principalmente porque un déficit fuera de control es la única fuente de inflación sostenida y elevada, recordando que la inflación siempre golpea más a los más pobres. Por eso es muy importante que se pongan, y se cumplan, las metas que el mismo gobierno fija y que aseguran (en caso de ser cumplidas) que el déficit no se saldrá de control. Además, un déficit elevado lleva a que al país le cueste más caro endeudarse, poniendo en riesgo nuestro futuro ante eventualidades impredecibles que siempre pueden existir.

El Banco Central determina la tasa de interés de referencia como la principal medida para combatir la inflación en su horizonte de planeamiento. Al subir o bajar esta tasa se facilitará o se dificultará que el sistema financiero otorgue préstamos, generando menor o mayor presión inflacionaria. En el Perú estamos viviendo el más largo periodo de inflación baja de la historia y lo único que lo puede poner en riesgo es un déficit fiscal fuera de control. Por motivos semejantes nos debe preocupar la calificación de riesgo país, la cual pone un piso a las tasas de interés de largo plazo de un país (préstamos hipotecarios, por ejemplo). ¿Qué intenta medir el riesgo país? Intenta medir la probabilidad de que un determinado país se encuentre en la capacidad de pagar su deuda en el largo plazo. ¿Qué factores contribuyen a esto?  La deuda de un país, el tamaño de su déficit fiscal y su tasa de crecimiento a largo plazo. En estos tres factores el Perú ha mostrado un claro deterioro en los últimos años.

¿En qué se debe basar la recaudación tributaria? Sobre la base de la respuesta a esta pregunta es que se deben establecer los principios tributarios. Por un lado, la tributación debe ser lo suficientemente baja para premiar a la inversión y el crecimiento y, por otro, lo suficientemente alta para cubrir las “necesidades” del país. No hay una respuesta exacta a esta cuestión, pero existen ciertos principios y comparaciones internacionales sobre la cual basarnos. Mejores son los regímenes uniformes, tanto por no abrir espacio a favoritismos a través de tributación hecha a la medida como para simplificar la ya complicada recaudación. También la experiencia internacional nos indica que existen para muchos impuestos rangos en los que pueden funcionar y rangos fuera de la realidad. Para muchos peruanos es una sorpresa que el impuesto a la renta que tributan las empresas peruanas es un mayor porcentaje del Producto Bruto Interno que lo que tributan las empresas en los países ricos. También hay que estar conscientes de que una exoneración tributaria es dinero del Estado que, después de ser dada la exoneración, sale del radar y no se mide quién se está realmente beneficiando y quién perjudicando con nuestro dinero.

Respecto a qué hace que una institución pública funcione bien se ha escrito muchísimo, pero parece que poco de ello se ha puesto en práctica en el Perú. En realidad, no es un misterio y tenemos aún algunas instituciones que nos demuestran claramente por qué funcionan bien. Las instituciones que funcionan bien tienen bien definido su rol y sus instrumentos (que deben ser los necesarios para cumplir con su función); están integradas por personal idóneo y con remuneraciones adecuadas; y  tienen un liderazgo estable, tanto de alto nivel como en mandos intermedios, y la suficiente independencia para cumplir su función. El Banco Central de Reserva es prueba de lo que se puede obtener cuando se cumplen estas condiciones. Hoy es largamente la institución más prestigiada del país.

Finalmente, lo más importante es interiorizar que nada de esto que hemos reseñado es externo a nosotros, los ciudadanos. Si bien el Perú, como cualquier país moderno, es afectado por los vientos internacionales, lo que realmente marca la diferencia son las decisiones que tomemos nosotros mismos. Los ciudadanos definimos nuestro propio destino mediante decisiones de consumo, inversión, e incluso electorales. Los presidentes y congresistas no caen del cielo, son producto de nuestra preferencia colectiva. La responsabilidad, pues, es nuestra y de nadie más.