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Herederos de una profesión de amor

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Carla María Figarola, Miguel Nadal y Mayrim Huete no se conocen, pero comparten desde sus sueños de juventud el amor por enseñar. Son herederos de aquellos que 63 años atrás llevarían la luz del conocimiento a los parajes más inhóspitos de la Cuba revolucionaria que se abría. Viven y enfrentan otros tiempos, nuevos retos, pero los asumen con la misma pasión que aprendieron de quienes desde las aulas les incitaron a empinarse en la vida.

Comparten la máxima martiana: Y me hice maestro, que es hacerse creador, y el orgullo de constituir la prolongación de aquellos que el 22 de diciembre de 1961, con Fidel, en la Plaza, anunciaron al mundo que Cuba se declaraba territorio libre de analfabetismo y desde entonces defienden el empeño hermoso de que nunca falte una escuela abierta ni la guía de un verdadero educador.

Tras la magia del primer grado

A sus 19 años, y con una trayectoria brillante durante su vida estudiantil, la santiaguera Carla María Figarola Daudinot, pone los bríos y pasión de su edad en función de ser una buena maestra.

«No solo me enfoco en graduarme de la Licenciatura en Maestro Primario, sino que hasta Doctora en Ciencias no pararé», enfatiza con una gran sonrisa esta muchacha, egresada como el mejor expediente integral entre los técnicos de nivel superior de la especialidad que entregó el pasado curso la escuela pedagógica Pepito Tey, de la oriental provincia.

Un tercer lugar en el Evento Nacional de Clases de las Escuelas Pedagógicas, la felicitación del tribunal evaluador por su «maestría» en la presentación del fonema y grafema M, un contenido de Lengua española, 1er. grado y los resultados que hoy muestra desde su aula, el 1ro. D del Semiinternado Miguel Ángel Cano, de la ciudad heroica, le ratifican lo que ya habían avizorado sus profesores: que puede elevarse sobre retos y temores para cumplir con sus sueños en el camino escogido.

Y es que desde aquellas tardes en que con su abuelo como único alumno, «porque a diferencia de las muñecas, podía contestar mis preguntas», la sala de su casa, allá en el Micro 7, del Distrito José Martí, devino aula primera, Carla María sabía que su futuro estaría asociado al magisterio.

Por eso al final del 9no., ante la boleta en blanco, poco importó la oposición inicial de la familia ni la preocupación de muchos de sus profesores que nunca entendieron cómo una estudiante con su elevado promedio, optaba por el Pedagógico.

Se presentó incluso y aprobó la convocatoria para el ingreso a la Escuela Militar Camilo Cienfuegos, pero «ese año solo pidieron varones», recuerda reviviendo el alivio que sintió entonces.

Quizás porque tuvo que defender desde el principio su vocación, Carla María se tomó muy en serio durante los cuatro años en la escuela, aquella petición de su mamá: «Si vas a coger Pedagógico, tienes que ser una de las mejores».

A eso unió, durante sus días en la «Pepito Tey», el acicate que constituyó la profesora Taimé Maceda, quien descubrió temprano sus potencialidades y es la responsable de que hoy se declare como una enamorada del 1er. Grado, a pesar de los desafíos que entraña.

«Cierto día comenté en clases que nunca trabajaría con el 1er. Grado, que no me sentía capaz de enseñar a leer y escribir a niños tan pequeños, que no me gustaba ni creía que pudiera hacerlo bien. Entonces la profe Taimé me dijo: vas a participar en el Festival de Clases y lo harás con una de Lengua española, 1er. Grado.

«Agradeceré toda la vida el apoyo que me dio todo el claustro de la escuela, sus directoras Yudenia y Claudia, mis profesores; hubo momentos en que los errores me costaron lágrimas, pero hoy les doy las gracias.

«Ellos, junto al apoyo de toda mi familia, mis amistades y compañeros fueron fundamentales en lo logrado en aquel evento y en mi graduación, pues cuando concluí mis estudios mi madre estaba cumpliendo misión, mi padre se fue a vivir a Matanzas; vivía sola con mi novio y mi suegra y aún así, pude demostrarme que cuando uno se propone algo, con empeño y motivación, puede lograrlo».

Tras su egreso de la escuela Pedagógica, y por petición propia, Carla María fue a trabajar a la escuela 45, el Semiinternado  Miguel Ángel Cano, en la que con solo cuatro meses frente a los 30 alumnos del 1ro. D empieza a demostrar su entrega a la enseñanza, a pesar de que no han faltado los desafíos.

«La profe Taimé, que más que mi tutora, es mi amiga, mi hermana, me trajo y me presentó. Venía pensando en el 1er grado, pero la directora me dijo: tengo para ofertarte 2do., ó 3ro y aunque finalmente lo conseguí, ese fue el impacto inicial.

«Me había preparado para dar Lengua Española, pero cuando llego al aula lo que me tocó fue Matemáticas, Educación Plástica y Educación Musical, así que tuve que estudiar de nuevo. Con la tutoría de la seño Xiomara la Fuente, a menos de un mes frente al aula especialistas de la Provincia me visitaron una clase de Matemáticas y me felicitaron; hoy puedo decir que amo la Matemática, la Educación Plástica y la Educación Musical.

«Formarles la disciplina a niños tan pequeños también fue duro al principio, porque ellos quieren seguir jugando como en Preescolar; así que tocó aprovechar ese juego para enseñar; hacer uso de lo aprendido en la escuela donde me hicieron bailar, cantar, manejar títeres, todo eso en función del aprendizaje.

«Tengo niños muy buenos que a esta altura del curso ya saben leer y escribir; alumnos que cuando les traes una adivinanza, ya conocen el fonema que van a dar, que cuando entras con un trío de números o un conjunto, ya ellos los saben. Con niños así no puedes evitar preguntarte: cómo comienzo una clase aquí, cómo les entro?»

Justo porque ya empieza a desentrañar la magia de la enseñanza de las primeras letras, Carla María asegura que quisiera especializarse en el 1er Grado, una etapa, que, asevera, demanda de toda la fuerza y motivación de los nuevos.

« A este, mi primer grupo como docente, le tengo mucho cariño,  ojalá pudiera llevarlos hasta 6to. Igual quisiera hacer un ciclo 1ro.-2do. y luego volver a bajar, pero definitivamente quisiera concentrarme en el 1ero.

«El maestro de 1ro. no se sienta, llega temprano y es el último que se va; todo eso demanda de una persona con las mismas energías que tienen los niños, un maestro capaz de bajar al nivel de cómo piensa un infante de cinco y seis años, que no es igual  al pensamiento de uno de 3er. ó 4to grados, y hay docentes a los que eso les cuesta; por eso afirmo que el 1er. Grado es para personas jóvenes; por supuesto jóvenes preparados y dispuestos».

Tal convicción le lleva a advertir que entre los noveles falta motivación hacia el magisterio. «Hay que llevar a los alumnos de Secundaria Básica a un aula, como parte de su formación vocacional; hacer que se sienten y hablen con jóvenes maestros que los atraigan hacia la carrera».

Carla María se define como una joven como todas, «que sale, pasea; ama la música, las fiestas, el teléfono, las redes sociales, pero que tiene clara su responsabilidad». Con igual vehemencia integra la reserva especial pedagógica y se entrena como tal junto a Xiomara La Fuente, la coordinadora de 1er. Grado de su escuela.

Asegura que entre los retos de la educación cubana está cambiar la percepción social de la profesión. «A veces repetimos solo lo malo del magisterio y esa es una de las causas por la que los jóvenes no se sienten atraídos. Es preciso que muchas más personas transmitan lo bueno de ser maestro».

Con esa conciencia Carla María estará este domingo entre los invitados al acto nacional por el Día del Educador, del cual Santiago de Cuba, será la sede en virtud de sus resultados. Como el mejor de los regalos llevará los logros de sus niños del 1ro. D y las certezas descubiertas a su lado.

«A veces a uno le asalta la preocupación: ¿sabré llegar a ellos?, ¿seré yo la persona correcta?, pero sin dudas es algo muy hermoso trabajar con un niño que al principio es como una hoja en blanco, y cuando llega diciembre, como lo estoy viviendo ahora, poder ver cómo ya te lee una lectura, te calcula, te escribe oraciones y palabras al dictado. Cuando vivencias eso, adquieres toda la confianza del mundo. Por eso hoy aseguro que sí puedo con el 1er. Grado y me digo: ¡ahora sí yo soy maestra¡».

Enamorado de la tiza y el borrador

En el hogar es el primero que en los pliegues de las manos se resguarda polvo de tiza. Hijo de Casilda, pueblo abrazado por el Mar Caribe, Miguel Nadal Beltrán recuerda con exactitud a quienes dedicaron sus horas para que hallara los fascinantes mundos de los conocimientos. Clase a clase descubrió que quería ser como ellos.

«La pedagogía es una profesión de infinito amor, de orgullo, de transmitir e instruir en valores», define sintéticamente lo que ejerce desde hace siete años.

Un camino largo, de no pocos tropiezos y que confirmó que sería su ruta a seguir cuando cursaba la Licenciatura en Educación. Pedagogía-Psicología y, en sus prácticas pre profesionales hizo suya un aula.

«Puedo estar fuera de ellas, pero desde esa primera vez, la tiza y el borrador me enamoraron. Disfruto dar clases, el proceso de formación, de planificación. En ese tipo de instituciones educativas existe una dualidad de funciones: enseñar a quienes en un futuro transmitirán sus conocimientos y valores como maestros».

Un verdadero reto que enfrenta cada día, desde su egreso de la Universidad de Sancti Spíritus José Martí, en la Escuela Pedagógica Rafael María de Mendive, donde no todo el alumnado siente la vocación de ser maestro.

Miguel Nadal Beltrán hoy transita por la formación de Doctor en Ciencias de la Educación. Foto: Lisandra Gómez Guerra

«Cuando ya están insertados en nuestras aulas es nuestro deber y obligación enamorarlos por la formación pedagógica. Les insisto mucho en el rol social que cumplimos a través de clases innovadoras y desarrolladoras, con el uso de las nuevas tecnologías. Me auxilio de las actividades extracurriculares».

El profe Miguel –como se le conoce dentro del plantel, ubicado en las afueras de la urbe del Yayabo– convive en la propia institución educativa y aprovecha esa particularidad para conocer mejor a sus estudiantes.

«Decidir estar lejos de mi casa, ubicada en Trinidad, implica grandes sacrificios. Pero, siempre he tenido claro que mi superación profesional es importante y, aquí tuve la posibilidad de realizar la Maestría y categorización. Mientras que los costos sean más hacia lo positivo valdrá estar fuera del hogar».

Con solo 30 abriles, Nadal Beltrán muestra con orgullo un currículo que impresiona. Resultados en eventos científicos, Máster en Ciencias pedagógicas y, ya lleva un año en las rutas del Doctorado en Ciencias de la Educación.

«Y en todos mantengo la misma línea de investigación: la orientación familiar y su función educativa, según lo aprobado en el nuevo Código de las Familias.

«Las familias son agentes de socialización bien complejos, que hoy desafortunadamente, no siempre están a la par con los procesos educativos; entonces es mi misión vincularme a través de las vías de orientación familiar – mi plato fuerte cuando investigo– para que participen en las actividades de la escuela y también la institución les acompañe. Pero, es una verdad pública que hay muchas distantes, que reconocen no estar totalmente de acuerdo con que sus menores se formen como pedagogos. Cuando eso ocurre hay una contradicción y nos corresponde al profesorado laborar con mayor fuerza. Afortunadamente, en la Rafael María de Mendive, de Sancti Spíritus, predominan quienes nos acompañan en la formación integral de los futuros maestros».

Aunque el joven Miguel Nadal Beltrán parece por su físico un estudiante más, basta con escucharlo para reconocer una preparación sustentada en horas de estudio y una pasión por el magisterio a prueba de muchos sacrificios.

«Miguel es el tipo de profesor que está siempre en la escuela, a quien, a veces, le cuesta trabajo desvincularse del estudiantado porque convive en su mismo contexto, pero eso no genera ninguna incongruencia en el proceso docente. Fuera de ese hay otras actividades que compartimos. ¿Exigencias? Disímiles, porque para mí lo primero es ser un ejemplo para ellos».

Sin miedo a las responsabilidades

Jugaba a ser la maestra. Tenía horarios establecidos, pizarra, libros y a las primas y vecinas por alumnas. Desde muy niña supo que el magisterio sería su camino, y fue así porque siempre ha tenido como referente a su madre, otra maestra consagrada a la que veía planificar clases y querer a sus estudiantes como hijos.

La pinareña Mayrim Huete Díaz puso en su primera opción para la continuidad de estudios de 12mo. grado la Carrera Pedagógica. Se graduó de Educación Primaria con Título de Oro, fue integrante del Consejo Nacional de la FEU, y no hay nada que le apasione más que estar frente a un aula de 1er. grado, que es, según ella, cuando los niños son más cariñosos y se quieren parecer a sus maestros.

«Me gusta con mi ejemplo motivarlos, no solo instruirlos sino también educarlos. Siento orgullo y regocijo cuando me para un estudiante en la calle y me dice: «¿Maestra, no me conoce?». A pesar de ser joven he tenido muchos alumnos, porque daba clases desde 2do. y 3er. año de la universidad».

Esta joven de 37 años trabaja en la escuela primaria Sergio y Luis Saíz Montes de Oca desde que se graduó, y en 2021 asumió su dirección, una tarea que ha tomado como un reto, pues dirige un claustro de muchos años de experiencia, en el que, asegura, prima la confianza y el respeto.

Ahora que Mayrim Huete se desempeña como directora, no se desvincula del aula y también apoya cuando falta algún maestro o a aquel que necesita más niveles de ayuda porque es recién graduado.

«Mis profesores tienen todos varios cursos frente a aulas y son bastante estables; eso hay que cuidarlo, sobre todo, en estos tiempos en los que el éxodo de profesionales en el sector de la Educación nos ha afectado.

Mayrim Huete Díaz dice que no hay nada que disfrute más que dar clases en un aula de 1er grado. Foto: Dorelys Canivell

«Y creo que la mejor forma de proteger ese claustro es apoyar al maestro si tiene un problema personal, porque enfrentamos las mismas dificultades que el resto de los cubanos y esta es una profesión esencial en la sociedad, que instruye y educa al futuro médico, ingeniero, arquitecto, zapatero, a todos».

A su juicio, la estrategia para enaltecer el papel de los docentes es aún insuficiente, como mismo son deficientes los procesos para la entrega de las condecoraciones en tiempo a aquellos que poseen una trayectoria destacada y reconocida por alumnos y familiares.

Sobre la educación en valores hace un aparte. «Se trabaja en todo momento, desde que el alumno entra a la escuela y da los buenos días hasta cuando tiene que compartir un lápiz con su compañero. Mas la familia tiene una alta responsabilidad y a veces los padres llegan al centro en busca de respuestas a inquietudes sobre la formación, que están en el mismo hogar.

«También creo que la figura del maestro no se ve y valora en toda su dimensión y una de las causas es que lamentablemente no siempre hemos tenido al mejor estudiante en la carrera, y ante la falta de profesores los hemos captado, los hemos formado y siempre han quedado debilidades, porque un maestro tiene que tener aptitud y actitud, ambas cosas».

Con una matrícula de 137 alumnos, distribuidos en ocho grupos incluyendo prescolar, más el Programa de Educa a tu hijo, Mayrim Huete se mantiene al frente de una institución en la que el 87 por ciento de los docentes están evaluados de MB, sin dudas, una fortaleza para los estudiantes y para las nuevas generaciones de maestros que hasta aquí llegan.

Asegura que nunca ha tenido miedo a las responsabilidades y que enfrenta las situaciones con mucha determinación, la misma que la acompaña desde que muy pequeña decidió ser maestra.