Ni Joseph Joseph se salvó de la frustración de Alajuelense ante la derrota frente al Herediano
Luego del pitazo final del árbitro Juan Gabriel Calderón, el técnico de Alajuelense, Alexandre Guimaraes, permaneció sentado en el banquillo, digiriendo la derrota 2-0 ante Herediano, en el juego de ida de la final nacional del Torneo Apertura 2024, disputado en el estadio Carlos Alvarado de Santa Bárbara.
Guima se quedó en silencio, quizás buscando respuestas o serenidad y poco después caminó rápidamente por la gramilla sintética del estadio florense serio y sin conversar con nadie.
Los jugadores manudos tampoco podían ocultar el dolor por haber perdido y la frustración era palpable en sus miradas. Al ingresar al camerino, se escucharon reiterados gritos y golpes en las paredes del camerino visitante. El 2-0 despertó la tristeza y el sinsabor de haber caído nuevamente ante los rojiamarillos, dirigidos por el técnico Jafet Soto Molina.
La rabia de los jugadores rojinegros fue tal que ninguno quiso hablar en la zona flash de FUTV, incluido al delantero Diego Campos, quien prefirió evitar dar declaraciones en lo que había calificado como “una plaza” tras la eliminación de Alajuelense en las semifinales frente al mismo equipo.
La negativa de los futbolistas de conversar con la televisora oficia del ambos equipos fue confirmada por Felipe Castro, periodista de Teletica Deportes, en declaraciones a La Nación.
Sin embargo, Celso Borges y Carlos Martínez, más tranquilos y serenos tras ducharse y hablar con sus compañeros y recuperarse en los vestidores, sí atendieron en la zona mixta a los medios de comunicación.
Otro que permaneció sentado en el banquillo fue Bryan Ruiz, asistente técnico de Guimarães. Por unos minutos, conversó con los miembros del cuerpo técnico mientras observaba cómo los aficionados florenses celebraban eufóricos. Tal vez, Bryan buscaba explicaciones al descalabro erizo, que acumula cuatro partidos consecutivos sin ganar en finales de campeonato nacional.
Por su parte, el presidente de Alajuelense, Joseph Joseph, lucía desconcertado. Vestido con un suéter del equipo, caminaba pensativo fuera del camerino rojinegro, con un semblante serio. Se acercó a la malla del estadio, como si no pudiera creer lo sucedido, o quizá tratando de entender el planteamiento de Alexandre Guimaraes, quien optó por una formación para muchos extraña y prescindir de centro delantero.
En medio de su preocupación, Joseph realizó una llamada telefónica y luego conversó con otros miembros de la junta directiva. Todos tenían el mismo rostro de incertidumbre, conscientes de que el equipo está al borde de quedarse sin el título nacional por un año más.