El cuerpo del delito
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Pocas metáforas retratan mejor el estilo sanchista –¿o habrá que decir el régimen?– que la de un fiscal general del Estado borrando indicios como un delincuente ante la posibilidad verosímil de que el Tribunal Supremo lo considere, en efecto, un vulgar delincuente. Pero aún hay otra imagen más eficaz, y es la del propio presidente del Ejecutivo exigiendo que se pidan disculpas a su protegido –¿o habrá que decir protector jurídico?– con una solemnidad tan fatua como carente del mínimo sentido del ridículo. Tiene lógica; en realidad estaba pidiéndolas para sí mismo, habida cuenta de que existen serias sospechas sobre la colaboración del personal de la Moncloa en la comisión del presunto delito por el que Álvaro García Ortiz está... Ver Más