Van a por todas
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Desde luego, es un hecho grave que un fiscal general borre los mensajes de su teléfono para evitar una incriminación; pero, al fin, es una conducta humana, de una bellaquería entreverada de grotesco infantilismo. Mucho más grave se nos antoja que, a renglón seguido, comparezca el doctor Sánchez defendiendo la honorabilidad del fullero y reclame que le pidan perdón quienes han propalado el bulo de que su teléfono contenía mensajes incriminadores. Si se hubiesen limitado a ocultar o borrar las huellas de sus trapisondas, uno podría hasta enternecerse, pensando que, a la postre, actuaban como truhanes acorralados. Pero que, después de borrarlas, soliciten disculpas exige un grado de cinismo y desvergüenza supino, propio de quienes saben que cuentan con una... Ver Más