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El empresario Juan Celaya acumuló 5 millones de deuda fiscal antes del pago en especie con 'goyas' y otros cuadros

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Las memorias de su fundación, heredera "única y universal" de su imperio, muestran que, a su muerte, tenía un patrimonio de 170 millones y que se alcanzó un acuerdo con la Hacienda de Álava para pagar 4,3 millones en arte y aplazar el resto

Misterio resuelto: el deudor que pagó a la Hacienda de Álava con 'goyas' y otros cuadros era el empresario Juan Celaya

El conocido empresario Juan Celaya (Oñati, 1920-2016) acumuló una deuda personal de más de 5 millones de euros en el Impuesto de Patrimonio con la Hacienda foral de Álava entre 2012 y 2015, justo al final de su vida. A su fallecimiento, la fundación con su nombre se convirtió en heredera “única” y “universal” de su imperio, valorado en 2017 en más de 170 millones de euros. Y fue objeto de una inspección. Hace ahora justamente cinco años, el 18 de diciembre de 2019, cuando toda la actividad giraba en torno a la sentencia de corrupción del 'caso De Miguel', la entidad y la Diputación firmaron una “conformidad” de modo que el grueso de esa deuda, como ya es conocido, se abonaría con decenas obras de arte. Son 4,3 millones de euros en cuatro series completas de grabados de Francisco de Goya o el tríptico de la Guerra Civil de Aurelio Arteta, entre muchas otras. Su alta como bienes ya de titularidad pública se produjo en 2022 y supuso el 20% de la recaudación total en ese concepto del ejercicio. El resto, algo más de 700.000 euros, fue objeto de “aplazamiento”.

Aunque la Hacienda de Álava guarda bajo siete llaves los detalles de esta operación con la que se ha hecho con objetos de gran valor cultural para el museo de Bellas Artes de Vitoria, la consejera de Gobernanza, Administración Digital y Autogobierno, María Ubarretxena, continúa enviando abundante documentación sobre este asunto al Parlamento Vasco. Se explica porque de su cartera en el Gobierno autonómico depende el control de las fundaciones. Después de desvelar el secreto y confirmar que el misterioso moroso que motivó la dación en especie de la colección de arte era Celaya, un relevante empresario que lideró compañías como Cegasa o Tuboplast en Euskadi pero también negocios en Barcelona, en Argentina, en Francia o en Estados Unidos, ahora ha entregado a instancias de EH Bildu las cuentas presentadas con años de retraso por la Fundación Celaya. Y en ellas se explica, en detalle, el origen de esta singular operación económica.

La documentación muestra que la deuda se acumuló entre 2012 y 2015. Aunque ahora son públicos los nombres de los deudores de más de 600.000 euros, eso se debe a cambios normativos recientes y nunca se había conocido este agujero. De hecho, la fecha de la inspección (2017) da a entender que la cantidad pendiente de pago en concepto de Patrimonio podría ser mayor, ya que solamente es posible revisar cinco ejercicios fiscales previos y 2011 y los años anteriores estaban ya prescritos.

Otro dato llamativo es que el acuerdo para el pago con los cuadros se hizo cuando la colección —o al menos las piezas más importantes— estaban ya cedidas por la Fundación Celaya al Bellas Artes para su exhibición. De hecho, el valor de tasación cambió de un modo muy importante desde que en 2018 se presentó la exposición de la colección de Celaya hasta que en 2020, a principios de año, se formalizó el aviso de que se pagaría con arte toda la deuda de 5 millones salvo 700.000 euros. En cifras, inicialmente se fijó un precio de 191.000 euros para los grabados goyescos —'Los desastres de la guerra', 'Tauromaquia', 'Caprichos' y 'Los proverbios' o 'Los disparates'— y después se tasaron en casi diez veces más. El tríptico de Arteta también subió en 0,2 millones en menos de dos años.

Las memorias de la Fundación Celaya revelan también que lo que teóricamente era una entidad dedicada a la promoción de la cultura y del euskera, algo de lo que Celaya había hecho gala al patrocinar, por ejemplo, la conocida expedición Tximist al Everest en 1974, y que teóricamente estaba dotada con 30.000 euros en el momento de su fundación acabó reconvertida en un 'holding' empresarial presidido por Arturo Azpeitia, un familiar del finado. En 2012, por ejemplo, varias sociedades del grupo, con su dueño vivo, presentaron recursos contra la Hacienda de Álava “en reclamación del perjuicio económico causado” por la desaparición de unas bonificaciones fiscales.

Después de su muerte, el primer dato que aparece es que, en 2017, la fundación manejaba un patrimonio de 170 millones de euros. Tras un par de años de pérdida progresiva, de 2019 a 2020 se produjo un gran salto y esa cifra bajó de golpe de 148 a 30 millones de euros. Fue precisamente el año del acuerdo fiscal. Y también de esta operación: “Durante el ejercicio 2020, Corporación Juan Celaya, S.L., entidad cabecera del Grupo y de la que la Fundación ostenta el 83,38% de su capital social, ha procedido a la transmisión a un tercero, Kaizaharra Corporación Empresarial, S.L.U., de un porcentaje mayoritario de su participación en el capital social de CTL-TH Packaging, S.L. (quien a su vez ostenta el 100% del capital social de Tuboplast Hispania, S.A., CTL-TH Engineering, S.L.U., Tapser, S.A.U., CTL Packaging, SAS) así como la totalidad de su participación en el capital social de CTL Packaging USA, Inc. (tras ser ésta última previamente transmitida a Corporación Juan Celaya, S.L.)”. Kaizaharra es una cartera de participadas liderada por Iñaki López Gandásegui.