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Ommegang, la procesión anual que celebra la llegada de un español a Bélgica: este es el eterno vínculo que nos une

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Las relaciones históricas de España con la gran mayoría de países del mundo se debe principalmente por el auge y esplendor de la Monarquía Hispánica. En los más de tres siglos en los que el Imperio español dominó en todo el planeta, su influencia llegó a todos los mares, océanos y continentes del mundo. Un ejemplo es Bélgica, lo que antes eran los Países Bajos españoles, y que celebra en Bruselas todos los años el desfile conocido como "Ommegang", en las que se conmemora la llegada de Carlos I y Felipe II, así como la ida y retorno de los "belgas españoles".

El "Ommegang" simboliza un puente histórico entre España y Bélgica, como resultado de las migraciones flamencas y su posterior retorno. Un fenómeno cultural y lingüístico relacionado con las tradiciones de las comunidades flamencas, especialmente celebrado en las zonas rurales, cuyo porcentaje de migración fue mayor. Asimismo, la palabra "Ommegang" procede literalmente de "boomerang", y se utilizada para describir el ciclo migratorio de ida y retorno.

Qué es el Ommerang, el desfile que une a Bélgica con España: se celebra todos los años la llegada de Carlos I

Su origen está en el siglo XIV, concretamente en 1348. Inicialmente tuvo carácter religioso por la celebración de la llegada aquel año de una virgen milagrosa traída desde Amberes en un barco y depositada en la capilla del Sablon bajo la guardia de los caballeros. Con el tiempo, fue extendiéndose a los distintos gremios de la ciudad, con especial auge entre los siglos XVI y XVII.

En 1549, debido a la visita del emperador Carlos I (quien había nacido en Gante, ciudad belga actualmente) para presentar a su sucesor, el futuro rey Felipe II, el magistrado de la ciudad decidió organizar el Ommegang más impresionante realizado hasta entonces. En aquel tiempo, muchas familias flamencas emigraron a España debido a la persecución religiosa durante la Reforma Protestante, las guerras de religión en Europa y la búsquedas de oportunidades económicas en el Imperio Español, del cual eran parte los Países Bajos.

 

Con el tiempo, muchas familias o sus descendientes pudieron volver a los Países Bajos españoles (lo que luego se convertiría en Bélgica), y gracias a su estancia en España, llevaron consigo su cultura, conocimientos agrícolas, técnicas de irrigación y comercio, así como palabras, costumbres o estilos arquitectónicos que representaban la resiliencia de la identidad flamenca a pesar de las adversidades históricas.

En el siglo XVIII, esta celebración decayó, y en el siglo XIX solo se celebró dos veces. A partir de 1930, la tradición se volvió a expandir en dicha región y se empezó a recrear a partir de las descripciones de la procesión a la que asistió Carlos V en 1549. Hasta hoy, solo se vio interrumpido por la Segunda Guerra Mundial, pues se celebra de forma ininterrumpida desde 1957.

Por qué el Ommegang, o la ida y retorno de los españoles de Bélgica, es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO

El Ommegang está incluido en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO desde 2019. Se trata de un desfile celebrado durante dos noches (generalmente suele ser en verano) que ilustra múltiples aspectos del folclore nacional belga.

En el evento participan alrededor de 1.400 personas, tanto hombres como mujeres y niños, que se visten con deslumbrantes trajes y revelando cada año detalles insospechados, reflejando cómo la diáspora flamenca mantuvo sus tradiciones culturales y religiosas incluso fuera de su tierra natal.

 

La influencia del estilo flamenco se vio también en algunas obras de arte o construcciones en España, así como canciones y danzas tradicionales en ambas regiones. También palabras y expresiones de origen flamenco se incorporaron al español en regiones donde estas comunidades se asentaron, como cañón (relacionado con la artillería e ingeniería militar), estufa (del neerlandés "stoof", que se introdujo en España con la calefacción doméstica y de invernaderos) u otras relacionadas con la navegación como marinero, ancla o estribor.

El intercambio cultural también influyó en apellidos o nombres de lugares en España. En definitiva, el contacto histórico entre las comunidades flamencas dejó huellas en la cultura o economía española que se pueden apreciar hasta día de hoy,