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Una asociación vecinal de Vallecas denuncia su expulsión de un mercado municipal y el fin de su biblioteca popular

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La Asociación Doña Carlota-Numancia lamenta el fin de sus iniciativas sociales, que incluían clases extraescolares, después de que los comerciantes rompieran el acuerdo verbal para cederles un espacio. "Sin contrato firmado no hay nada que hacer", argumenta el administrador del Mercado de Doña Carlota

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La gestión de un espacio ha desatado una guerra abierta entre miembros de una agrupación de vecinos y comerciantes del Mercado de Doña Carlota, corazón del barrio de Numancia en el distrito de Puente de Vallecas. La Asociación Vecinal Doña Carlota-Numancia ha lamentado en redes sociales el fin de su actividad social en uno de los puestos del recinto, después de cinco años en los que han desarrollado distintas iniciativas sociales.

Javier Moral, presidente de la organización vecinal, explica a Somos Madrid cómo llegaron al espacio: “En 2017 se propuso dinamizar el Mercado y para ello se creó un grupo de voluntarias que, entre otras cosas, se ocupaban de una especie de biblioteca popular creada gracias a donaciones particulares. Dos años después, nos dicen que si queríamos utilizar el puesto del mercado donde tenían esa biblioteca [La Bibliocarloteca]. Nos reuníamos, guardábamos documentación y dábamos esa dirección como asociación vecinal”.

La llegada del covid-19 implicó que se marcharan la mayoría de voluntarias que colaboraban antes de que llegara la organización vecinal, debido a que en su mayoría eran mujeres de avanzada edad. La asociación tomó entonces el mando, tanto de la biblioteca como de otras acciones sociales: “Como la pandemia fue jodidísima, nos dedicábamos a repartir comida ahí, ya que muchas familias no podían ir a recogerla y se tiraba. Lo combinábamos con nuestras reuniones, talleres y clubes de lectura. También con una escuelita que primero era para atender a hijos de miembros de la PAH [Plataforma de Afectados por la Hipoteca] durante sus actividades, aunque luego se abrió a cualquier chaval”, relata Javier.

Pero en los últimos meses la relación con los comerciantes del Mercado de Doña Carlota se torció: “Había gente de acuerdo con nuestra presencia y otra que. Al final alquilaron el espacio, en el que ha abierto una tienda de juguetes, y nos echaron de mala manera. Luego al negociar nos ofrecieron una alternativa. El problema es que era solo para la biblioteca, en un puesto diminuto hecho polvo y durante dos años, con la amenaza de volver a expulsarnos después”.

Rafael Cortés, administrador del Mercado, aporta su versión de los hechos en conversación con este periódico: “En efecto había una biblioteca colaborativa, en la que la asociación colaboraba para su mantenimiento. Estaba operativa mientras el local se comercializaba, porque al final esto es un mercado. Surgió una oportunidad para una nueva tienda y necesitaba el local relativamente pronto. El acuerdo era únicamente verbal. Si no existe un contrato firmado con la organización vecinal, no hay nada que hacer”.

Cortés matiza además que el sistema de préstamo y depósito de libros sigue operativo, aunque no sea en el modelo tradicional, sino en el que es habitual en otros mercados municipales o en la red de Metro: “Hemos trasladado la biblioteca a las bancas de una frutería, con otro formato más pequeño. Con la asociación había una biblioteca más al uso, ahora la idea es que toda persona que lo desee pueda dejar o sacar un ejemplar”.

Más allá de las quejas sobre los comerciantes, Javier critica al Gobierno de José Luis Martínez-Almeida que no trabaje en la concesión de un recinto alternativo a la entidad vecinal: “Sobre la expulsión, nos dicen que eso es cosa del Mercado, que lo gestiona a través de una gestora. Pero si nos prestaran un espacio y cubrieran el alquiler a través de una subvención en especie, cosa que además ayudaría el Mercado, sería positivo para todos. La Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid me transmitió que era muy buena idea, y están haciendo todo lo posible para ver si nos readmiten en ese u otro mercado del barrio. Pero lo dudo, hemos terminado mal con la Federación de Mercados Municipales de Madrid”.

El Ayuntamiento anima a que la asociación solicite subvenciones municipales

Fuentes del Ayuntamiento de Madrid explican a este diario la postura del Consistorio y por qué no ofrece un recinto alternativo: “La asociación tenia un acuerdo verbal con los comerciantes del mercado, gestores del espacio en régimen de concesión administrativa, que han comercializado el espacio y les han dado un tiempo para abandonarlo. La Junta del Distrito no dispone de espacios para su posible cesión y, aunque así fuera, esta se haría en régimen de concurrencia competitiva. Desde la Junta de Puente de Vallecas se ha recordado a la asociación la posibilidad de concurrir a subvenciones municipales que puedan ayudar a sufragar los gastos de una sede”.

En medio de las quejas cruzadas, la situación de la Asociación Vecinal Doña Carlota-Numancia queda comprometida según su presidente: “Ser una organización itinerante nos limita mucho social y económicamente. No tenemos un espacio de reunión ni una sede, y por tanto tampoco una dirección postal en la que recibir las notificaciones de Hacienda, de la Comunidad de Madrid o cualquier correspondencia. Alguna asociación nos ha ofrecido cedernos un lugar para encuentros puntuales, pero no nos sirve a largo plazo. Nos hicimos un huequito muy poco a poco y ahora de un plumazo se ha acabado. El Ayuntamiento se cree que ganamos dinero con lo que hacemos y es todo lo contrario, lo perdemos. Por eso necesitamos que nos ayuden”.

Para Javier los grandes damnificados, más allá de los 40 miembros de la asociación, son los usuarios de la biblioteca popular y los jóvenes que acudían a la escuelita por las tardes: “Me jode lo de los chavales, que necesitan un apoyo extraescolar. Es lo que más pena me da, porque al final para reunirnos podemos buscar cualquier sitio, aunque sea haciendo malabares”.