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David Alexander, experto en gestión de desastres: "La protección ante emergencias debería ser un servicio básico, como el alumbrado o el agua"

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El profesor del University College de Londres recomienda un cambio de paradigma en el que se tome en serio el aumento de los fenómenos meteorológicos de impacto: "Necesitamos desesperadamente cambiar la cultura sobre cómo afrontamos las emergencias en todo el mundo"

Análisis - 'La DANA de Valencia: una aproximación desde la geografía'

David Alexander es experto en planificación de riesgos y gestión de desastres en el University College de Londres. Conoce bien las características del Mediterráneo, sobre la que hizo su tesis este licenciado en Geografía, y los retos de la protección civil, de la que fue director científico en Lombardía.

Alexander apuesta por tomarse en serio la prevención de desastres naturales desde la escuela hasta la política para que una catástrofe de la escala de la de València no vuelva a repetirse.

Ha escrito varios libros sobre las diferentes fases de una catástrofe y la necesidad de una buena prevención y gestión. ¿Cómo se explica la magnitud del desastre de València?

Un sistema de alerta tiene tres componentes: técnico, administrativo y social. Si falla alguno de ellos, no funciona. En el caso de las inundaciones en València la parte administrativa, –es decir, la toma de decisiones– y la social –es decir, la respuesta– fueron débiles o estuvieron ausentes. Hay que tener en cuenta además el factor de los coches, que provocan la mayoría de víctimas en las inundaciones en países desarrollados. Con menos de medio metro de agua un coche flota y las corrientes lo moverán lejos rápidamente. Además, los sistemas de bloqueo electrónico se cortocircuitan y pueden aprisionar a las personas. Existe una tendencia generalizada a subestimar los riesgos de conducir en una inundación, por lo que los psicólogos llaman “sesgo de normalidad” [la tendencia a pensar que todo funcionará como siempre, lo que lleva a subestimar catástrofes o imprevistos].

¿Qué supone una reacción tardía como la que ha habido frente a una temprana? Como dice en un artículo, una vez avanza la emergencia ya es difícil improvisar o reaccionar sin preparación.

En los desastres repentinos suele haber una ventana de oportunidad, el período de oro, durante el cual es posible rescatar personas y salvar vidas. Este período varía entre las 8 y 72 horas. Las operaciones de búsqueda y rescate deben ser rápidas y estar bien coordinadas. Por eso es importante que los gestores de la emergencia tengan una imagen clara y constante de la situación. También es esencial compartir la información con todos los actores que participan en la emergencia.

¿Qué países son pioneros en una buena reacción?

Por ejemplo, Italia, donde existe un sistema de protección civil bien organizado y casi 4.000 organizaciones locales de voluntariado. Sin embargo, aún queda mucho por hacer en concienciación pública y reacción ante los desastres. En Japón, el voluntariado está menos desarrollado, pero el gobierno se toma muy en serio los desastres. La población es disciplinada y tiene una conciencia generalizada sobre el riesgo de desastres, especialmente terremotos, inundaciones, tormentas y deslizamientos de tierra. Creo que el voluntariado es una forma útil de conectar a la población con el sistema de protección civil y esto está bien desarrollado, por ejemplo, en Australia e Irán.

¿Qué es lo que hay que hacer para que una devastación como la de València no vuelva a suceder? 

Requiere un enfoque basado en estrategias múltiples. Desde dragar ríos, elevar diques, construir presas y ensanchar canales a aprovechar la propia naturaleza, al estilo de la idea China de las ciudades esponjas [por ejemplo, recrear humedales urbanos que absorben las aguas de una riada]. Se pueden mejorar los sistemas de monitoreo y alerta, cuya emisión debe de hacerse en tiempo. También es fundamental sensibilizar a los ciudadanos sobre el riesgo y enseñarles qué hacer cuando suene la alarma. Esto requiere una amplia educación pública.

La protección civil ante las emergencias debe tomarse en serio y ser considerada como un servicio básico, al mismo nivel que el suministro de agua, el alumbrado público o la recogida de basura. Para esto se requiere la implicación y apoyo de los políticos y los ciudadanos.

¿Además de la alerta a los móviles, qué otro tipo de sistemas de notificación eficaz hay en una sociedad dispersa en su consumo de información y rodeada de 'fake news'?

Necesitamos desesperadamente cambiar la cultura sobre cómo afrontamos las emergencias en todo el mundo, especialmente en un período en el que los fenómenos meteorológicos se están intensificando. Es un cambio cultural y requiere inmensos recursos y tiempo, pero es posible. No debería ser excesivamente difícil usar las redes sociales y los medios de comunicación masiva de manera más efectiva para transmitir mensajes. La clave es construir una relación sólida basada en la confianza mutua. Sin ella, cualquier iniciativa está destinada al fracaso.

Las primeras semanas tras la DANA han evidenciado falta de organización y logística: donaciones que no llegaban, coches amontonados, colapso del transporte… ¿Qué se puede hacer para que la gestión sea ordenada? 

Debe haber un sistema adecuado, estructurado y probado mediante simulacros y práctica. La planificación de emergencias necesita ser rigurosa y sistemática. Todos los problemas mencionados eran perfectamente previsibles. ¿Por qué no se previeron, entonces? Es hora de tomarse en serio la preparación de las emergencias.