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Werner Herzog: "La inteligencia artificial nunca será tan buena como yo"

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Cineasta legendario, autor de rodajes dantescos, Werner Herzog no le teme a nada. Sobre todo, no a la inteligencia artificial, "demasiado estúpida" para hacer buenas películas, asegura a la AFP con motivo de una retrospectiva de su obra en París.

A sus 82 años, el alemán se mantiene más activo que nunca.

Presenta en el Centro Pompidou de París una retrospectiva de sus películas más recientes ("Aventuras de los años 2010 y 2020"), estrena el próximo miércoles un filme realizado a partir de los archivos de los vulcanólogos Katia y Maurice Krafft, y publica en francés sus memorias, "Chacun pour soi et Dieu contre tous" ("Cada uno para sí mismo y Dios contra todos").

"La inteligencia artificial intenta escribir guiones. Puede hacerlo. Si se trata de estereotipos, puede lograrlos. Incluso hacer películas, pero nunca será capaz de hacer filmes tan buenos como los míos. ¡La inteligencia artificial es demasiado estúpida para eso!", afirma.

A diferencia de muchos de sus contemporáneos, el director de las míticas "Aguirre, la cólera de Dios" (1972), rodada en la selva con su actor fetiche Klaus Kinski, o "Fitzcarraldo" (1982), para la cual hizo subir un barco de 300 toneladas por una montaña, no cree que la inteligencia artificial vaya a cambiar el mundo del cine.

"No, porque es una herramienta fantástica, pero para agentes inmobiliarios. Estás en París y te ofrecen una casa en Hawái, te la hacen recorrer virtualmente: ves detrás de mí la cocina, por la ventana a la derecha el océano, a la izquierda un poco de jungla. Es perfecto para eso. Pero no es una herramienta para contar historias".

¿Por qué? "No esperen que se los explique, ¡es complicado!", corta Herzog. "Pero créanme, no lo lograrán (...) Habrá intentos, pero todos fracasarán".

- Un solo par de zapatos -

Excéntrico y genial para algunos, completamente loco para otros, Werner Herzog es uno de los grandes nombres del nuevo cine alemán.

Una anécdota famosa sobre este director afincado desde hace años en Estados Unidos narra que un día perdió una apuesta y tuvo que comerse sus zapatos.

Preocupado por los daños que causa la sociedad de consumo al medio ambiente, Herzog asegura a la AFP que ahora utiliza "literalmente un solo par", unas zapatillas grises que lleva durante la entrevista.

"No es completamente cierto, también tengo botas de montaña, para terrenos rocosos", corrige luego. "¡Y un par de sandalias para la selva!".

"Es fantástico que el público vea mis últimas películas. A veces la gente cree que no he vuelto a filmar nada después de 'Fitzcarraldo', ¡pero he hecho al menos 27 desde entonces!", recuerda el cineasta, conocido por su interés en los marginados y su búsqueda incansable de imágenes inéditas.

Un filme que le resulta particularmente querido es uno rodado en 3D sobre el descubrimiento de la cueva de Chauvet. "Ahí es donde despertó el alma humana: Homo sapiens, Cromagnon... Somos los mismos. Creamos imágenes, tenemos música, ellos también tenían instrumentos, rituales, funerales...".

¿Como los humanos de hace 30,000 años, desea Herzog dejar un legado?

"No me preocupo mucho por la posteridad. No hay vanidad ni ambición en mí", responde. Convencido por su familia de que sus películas pertenecen tanto a los cinéfilos como a él mismo, ha creado recientemente una fundación encargada de preservarlas.

"Eso durará mucho más allá de mi propia existencia, y lo he aceptado. Es parte de mi deber como cineasta".

fbe/pr/jz/pb