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La no vuelta al cole

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El sistema educativo no ha sabido dar una respuesta a la realidad específica del alumnado gitano, y década tras década se repiten los mismos resultados y se agranda la brecha con el resto de la población

Los que no vuelven al cole: la situación de los alumnos gitanos ha empeorado en la última década

Todos los años, cuando empieza septiembre, numerosas marcas y negocios se suman a la vuelta al cole. Una de las épocas del año con mayor tirón publicitario, llena de canciones, coreografías y modelitos de ropa. Sin embargo, muchas niñas y niños no viven dentro de este musical. 

Desde la Fundación Secretariado Gitano lanzamos la campaña de sensibilización social #LaNoVueltaAlCole para visibilizar una realidad dramática. Una idea que rompe con esa ficción publicitaria demostrando que, para muchas chicas y chicos gitanos, esta vuelta tan llena de barreras se aleja bastante de los clichés de los anuncios. 

Tres meses después del inicio de curso, una buena parte del alumnado gitano en ESO ya sabe que repetirá o abandonará el sistema educativo. Dos de cada tres chicas y chicos gitanos no terminan la Educación Secundaria Obligatoria. Éste es el dato escalofriante que afecta a la juventud gitana y que parece no importar a nadie. Sin embargo, esta desigualdad educativa es lo que está lastrando el futuro y el progreso de toda una generación de jóvenes gitanos y gitanas, y sí debería importarnos. 

La mayoría de las niñas y niños gitanos se incorporan tarde al sistema educativo. Su trayectoria está marcada por el fracaso escolar y las repeticiones de curso: a los 11 años, el 40 % de los niños gitanos ya ha repetido. El desfase curricular se agrava, y cuando llegan a los 16 años, abandonan los estudios sin haber logrado el título de la ESO. 

El alumnado gitano se enfrenta a múltiples barreras donde confluyen factores de desigualdad. En primer lugar, el impacto de la pobreza. El 86% de las personas gitanas son pobres. La pobreza reduce tus posibilidades de tener profesores particulares, clases extraescolares, comprar material de apoyo…, las prioridades familiares son otras: hacer tres comidas al día, pagar la factura de agua o de luz. En segundo lugar, el bajo nivel educativo de la población gitana (sólo el 17% tiene terminados estudios de la ESO o postobligatorios), lo que supone que tus padres, no sólo no pueden pagarte clases particulares, sino que ellos no pueden ayudarte, porque no tienen la formación necesaria para ello. 

A esto hay que añadir la falta de referentes en tu entorno; cuando no tienes a nadie cerca que ha estudiado, no sabes cómo es la experiencia, y dar el paso a seguir estudiando es muy duro cuando lo haces solo.

Salir de esa dinámica es muy difícil si, además, estudias en un colegio segregado, algo que le sucede a un tercio del alumnado gitano. La alta concentración de chicos y chicas gitanas en determinados centros educativos o en determinadas aulas, es una realidad que, de nuevo, parece no importar a nadie. La segregación escolar es la máxima expresión del rechazo y la discriminación hacia el alumnado gitano y tiene un claro impacto negativo sobre los resultados académicos, sobre la calidad de la educación, las expectativas del profesorado o de las propias familias y, además, reduce la capacidad de socialización con otras personas. 

Por otra parte, el alumnado gitano no se siente reconocido ni identificado en el sistema educativo. La historia y la cultura del pueblo gitano siguen estando ausentes del currículo educativo. El 12 de enero de 2025 se cumplirán 600 años de la presencia documentada de los gitanos en la península ibérica y, sin embargo, la sociedad española sabe poco, o nada, sobre esta larga historia de rechazo y exclusión, pero también de orgullo, identidad y resistencia. La escuela no nos lo ha enseñado.  

Frente a esta realidad tan dura que acompaña al alumnado gitano, la deficiente actuación de las administraciones competentes en la materia. El sistema educativo no ha sabido dar una respuesta a la realidad específica del alumnado gitano, y década tras década se repiten los mismos resultados y se agranda la brecha con el resto de la población: mientras que el dato de abandono escolar en España se ha ido reduciendo hasta casi un 13%, para los chicos y chicas gitanas se eleva al 86 %.

Por eso, queremos lanzar un mensaje claro: el sistema educativo debe compensar las desventajas sociales de partida y garantizar los apoyos necesarios y suficientes para el alumnado en situación de mayor vulnerabilidad socioeducativa. 

Que esto sólo le pase al alumnado gitano tiene que ver con una desigualdad y una discriminación estructural que debe avergonzarnos como sociedad. Supone una grave vulneración de derechos de la infancia y la adolescencia en la medida en que les condena a un futuro sin oportunidades formativas o laborales, que les mantiene en la pobreza y la exclusión. Estamos desaprovechando el potencial que supone la activación y la inclusión sociolaboral de una población eminentemente joven (el 66% de la población gitana es menor de 30 años). 

Sabemos que con programas específicos de acompañamiento, orientación y refuerzo educativo los malos datos se pueden revertir. Lo hemos demostrado. Por eso, pedimos, un Plan específico de orientación y refuerzo educativo para el alumnado gitano que, desde las políticas públicas, garantice plenamente su derecho a la educación.

Tenemos que cambiar esta realidad.