Presupuesto a modo de AMLO
El Presupuesto de Egresos 2025 se prevé que ronde en 9.3 billones de pesos, una cantidad significativa que, bien utilizada en razón de criterios de eficiencia, austeridad, probidad, pudiera dar una base significativa para augurar un arranque positivo de la nueva administración. Sin embargo, solo vemos aplicada la receta del populismo que implementó AMLO para ganar elecciones y no en favor de los más pobres.
Es un presupuesto para afianzar al grupo en el poder y fortalecer la autocracia, que es aquella en donde se concentra el poder en una sola persona.
Desde luego, hay que reconocer la reducción del déficit, pero de eso a sacar mayor rentabilidad social al presupuesto, hay un mundo de diferencia.
Para nadie es un secreto y menos para los funcionarios de la nueva administración el chiquero en que encontraron las dependencias a su cargo; empero, tienen que apechugar y enarbolar la bandera del continuismo para echar el segundo piso de la transformación sobre cimientos que están podridos por la ineptitud y la corrupción.
Tienen más ingresos que nunca y se endeudan de forma inédita para cubrir el gasto faraónico que representa terminar las megaobras de AMLO y, las que están concluidas, financiarlas porque solo generan pérdidas.
Además, claro está, de fondear los programas de política asistencial, que no es otra cosa que regalar dinero público a sectores de la población que no necesariamente se encuentran en pobreza extrema y marginación, pero que sí votan.
En momentos en que se cierne la amenaza de Trump de trastocar la industria nacional, el gobierno mexicano debería enfocar el presupuesto para fortalecer la planta productiva del país y alentar el consumo de productos nacionales, comenzando con apoyar a las minipymes y al sector privado para que puedan fortalecer sus esfuerzos de emprendedores para generar empleos, desarrollo regional y el incremento en el nivel de impuestos.
La seguridad pública es el mayor reclamo de los mexicanos, empero el discurso político y los grandes esfuerzos que realiza Omar García Harfuch, secretario de Seguridad, pues nomás no corresponden al nivel del presupuesto asignado para estas tareas. Promesas que no van acompañadas del presupuesto respectivo son solo demagogia.
Los gastos del gobierno deberían tener un enfoque de permeabilidad social y no clientelismo político y menos de seguir derrochando recursos en ocurrencias que carecen de los estudios técnicos y económicos, como es el caso de crear un millón de viviendas.
Dice el discurso oficialista que el Paquete Económico guiará las políticas públicas que serán necesarias para alcanzar las metas de estabilidad y crecimiento económico durante el arranque del nuevo sexenio.
Ahora que los diputados se aprestan a aprobar el presupuesto del próximo año, todavía están en el estire y afloje para agrandar la cobija a la que ya se agregó otro pedazo, con los recursos que quedarán disponibles por la extinción de los órganos autónomos y otras reasignaciones, que son del orden de 30 mil millones de pesos.
Ufano, se jacta Ricardo Monreal de que se está haciendo un gran esfuerzo de conciliación y congruencia para otorgar más recursos a los rubros como educación, infraestructura carretera, cultura, campo mexicano, caminos rurales, entre otros.
Lo cierto es que la repartición del pastel está marcada por una visión populista que busca más sacar raja política y tener sometida a la población, en lugar de buscar la inclusión social de millones de mexicanos al círculo virtuoso de la productividad y que siguen atrapados entre la demagogia, las mentiras y la simulación.
Resulta absurdo que buena parte del presupuesto se destine a pagar los intereses de la deuda que se vio significativamente incrementada en el sexenio de López Obrador por 6.6 billones de pesos.
O que se tiren a la basura 10 mil millones de pesos que se destinarán al INE para organizar la farsa de la elección de juzgadores, en donde se sabe desde ahora que quedarán puros personajes afines a Morena y rémoras.
Buena parte del dinero de los mexicanos se destina para mantener de pie a Mexicana de Aviación, al Tren Maya y la refinería de Dos Bocas, entre otras obras, porque por sí solas, nomás no hay forma de que sean rentables.
Las ocurrencias salen caras y más cuando se apoyan con grandes carretadas de dinero público.
En el paquete económico del próximo año se deja ver la mano negra de Andrés Manuel López, cuando se esperaba el brillo de la luz propia de la primera mujer presidenta de México.