El problema es el agravio
Los grandes problemas arbitrales siguen siendo los agravios. Los errores se pueden perdonar y no se pueden evitar, pero lo que enciende a los aficionados es que en casos parecidos se apliquen diferentes criterios. Los agravios son los que fomentan las injusticias. El colegiado Muñiz Ruiz podía expulsar a Hansi Flick por creer que sus reclamaciones eran de extrema gravedad. Podía haber enseñado una amarilla, pero lo que lo que es más difícil de explicar es que en un Madrid-Alavés, Vinicius, con una tarjeta amarilla ya en su haber, fuera tan o más vehemente que el técnico blaugrana en sus protestas y, en cambio, con el mismo árbitro, no pasara nada. La historia de los dos no cuenta, pero debía contar. Por ejemplo, lo correcto que ha sido siempre Flick con las actuaciones arbitrales desde el primer partido de la temporada. En un encuentro le dijo al árbitro que creía que se había equivocado. Es lo máximo que el entrenador alemán ha expresado en el terreno arbitral, mientras otros técnicos hacen de las salas de prensa un búnker de descalificaciones hacia los colegiados. Vinicius es un excelente jugador, pero no para de protestar a los árbitros en todos, todos, los partidos. Son dos trayectorias distintas en esta Liga.