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Trump se aleja de Siria pero reclama a Putin y Xi que no remuevan el avispero

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La caída del régimen de Bashar Al Assad en Siria puede ser la última pieza del rompecabezas geopolítico que determine cómo iniciará Donald Trump su nueva era como presidente de Estados Unidos en el escenario internacional.

En las últimas horas, el republicano aseguró que el abandono de Rusia al presidente sirio fue lo que terminó propiciando su caída, agregando que Moscú nunca debió haberlo protegido en primer lugar, para luego perder interés debido a una guerra en Ucrania que nunca debió haber comenzado.

“Asad se ha ido. Ha huido de su país. Su protector, Rusia, Rusia, Rusia, liderada por el (presidente) Vladimir Putin, ya no estaba interesada en protegerlo”, escribió Trump en su plataforma de redes sociales, Truth Social.

“No había ninguna razón para que Rusia estuviera allí en primer lugar”, escribió Trump. “Perdieron todo interés en Siria debido a Ucrania... una guerra que nunca debió haber empezado y que podría durar para siempre”, agregó el mandatario electo de Estados Unidos.

Trump, quien asumirá el cargo el 20 de enero, dijo también que Rusia e Irán, el otro principal aliado de Asad, “se encuentran en un estado debilitado en este momento, uno debido a Ucrania y a una mala economía, y el otro debido a Israel y su éxito en el combate”.

Con estos primeros mensajes -que bien podrían ser descritos como pragmáticos- Trump ha intentado, incluso, traer también a Xi Jinping a la mesa. “Conozco bien a Vladimir. Este es su momento de actuar. China puede ayudar. ¡El mundo está esperando!”, sentenció.

Los intereses internacionales de Estados Unidos a partir de que Trump comience a ejercer como presidente parecen guiados por el aislacionismo. Desde la campaña electoral el republicano ha dicho que la ruta de Washington debe ser evitar conflictos “ajenos”, al tiempo que se ha propuesto solucionar la invasión rusa a Ucrania “en el primer día” de su presidencia.

En concordancia con eso, el sábado se reunió con Volodomir Zelenski en París, resaltando que el líder ucraniano “quiere llegar a un acuerdo y detener la locura... Debería haber un alto el fuego inmediato y comenzar las negociaciones”.

No se ha visto un interés similar en Siria, un país que lleva catorce años de caos que para Trump cargan la marca de su primer predecesor, Barack Obama. “Nunca hubo mucho beneficio en Siria para Rusia, aparte de hacer que Obama pareciera realmente estúpido”, dijo Trump.

“Siria es un desastre, pero no es nuestro amigo, y los Estados Unidos no deberían tener nada que ver con esto. Esta no es nuestra lucha”, sentenció.

Sin embargo tras la retirada de Assad, ahora el peligro de que Siria termine siendo un estado fallido más parecido a Libia o bajo batalla constante de grupos yihadistas que se peleen el poder es mayor. Por el momento ha tomado control Hayat Tahrir al-Sham (HTS), un grupo designado como terrorista por Estados Unidos y que renunció a Al Qaeda en 2016. Desde entonces ha trabajado para reinventarse, incluida la represión de algunos grupos y combatientes extremistas islámicos en su territorio y presentándose como un protector de cristianos y otras minorías religiosas.

Aunque Estados Unidos y las Naciones Unidas aún lo designan como una organización terrorista, en su momento la primera administración de Trump informó a los legisladores que Estados Unidos ya no estaba atacando al líder del grupo, Abu Mohammed al-Jolani. La realidad es que ahora, con todo el poder concentrado, podrían dar la apariencia de moderados antes de radicalizarse al estilo del Daesh en 2014, cuando Washington decidió ir a por ellos con elevado poder militar.

En los últimos años, sin embargo, Estados Unidos se ha mantenido mayormente ausente de la región, excepto por 900 tropas estacionadas en el noreste del territorio en una misión para evitar el resurgimiento del ISIS. Pero ese escenario podría cambiar ahora que los yihadistas podrían alzarse al poder generando más una semejanza con la situación de Afganistán.

No está claro entonces cuánto margen de acción tiene Trump para no involucrarse, precisamente porque Rusia podría permitirse ocupar ese vacío de poder en la región al contar con bases militares en la zona, y también porque lo que ocurra con Siria impacta directamente a Israel, un aliado de Estados Unidos que ha venido teniendo éxitos en la contención de las fuerzas iraníes en la región, incluida la protección militar de los Altos del Golán.

En este ajedrez político Siria ha sido una pieza que, aunque no es determinante para el control territorial, si lo es para el lanzamiento de mensajes. A Israel le interesa demostrar su poder de contención frente a Irán, mientras que los Ayatolás y Putin, desde Rusia, no quieren dar la sensación de debilidad tras la suerte fallida de Assad. Y allí, en la esquina, un Donald Trump impredecible que intentaría alejarse lo más posible de los daños colaterales que pueda sufrir Estados Unidos a sus intereses.