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La ultraderecha entona el "hemos 'pasao'" en Lavapiés, feudo de la izquierda en Madrid, al llenar un icónico teatro

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El Pavón, antigua sede de la innovadora compañía escénica Kamikaze, proyectó el documental contra el procés de una productora cercana a HazteOir. La dirección del teatro apela a la "libertad de expresión", aunque el evento provocó que dos humoristas hayan cancelado su espectáculo en este espacio

Miguel Maldonado y Facu Díaz retiran su show del Pavón después de que el teatro acogiera un evento ultraderechista

Dos acontecimientos consecutivos en los últimos días de noviembre han generado inquietud en Lavapiés, uno de los barrios con mayor activismo político y social del centro de Madrid, así como el principal feudo electoral de la izquierda en la ciudad. El viernes 29, el restaurante cooperativista Achuri denunciaba en un comunicado que llevan meses sufriendo “amenazas, intimidaciones y agresiones por parte de individuos neonazis” en su local de la calle Argumosa.

Solo dos días más tarde, los cómicos Facu Díaz y Miguel Maldonado anunciaban la rotura de su relación con el Teatro Pavón, donde grababan su podcast Quieto Todo el Mundo. Lo hacían por su interés en evitar “de manera habitual” los “sitios manchados por figuras chungas”.

Tomaban la decisión después de que el espacio acogiese el jueves 28 la presentación y proyección (rematada con la cata de un “vino español”) del documental contra el procés y el independentismo catalán El gran engaño. Se trata de una pieza elaborada por la productora Terra Ignota, surgida del podcast homónimo. Según exponen los humoristas al inicio de su último programa, al pase acudieron “miembros de organizaciones de extrema derecha” que convirtieron el acto en un “aquelarre franquista, negacionista y conspiracionista”.

Un evento que aterrizó en el que desde hace años es el barrio más de izquierdas de Madrid. No solo porque la gran mayoría de sus votantes elijan formaciones progresistas cada vez que se abren las urnas, sino porque las opciones a la izquierda del PSOE suelen contar con amplio respaldo. En los últimos comicios europeos, a los que Podemos y Sumar concurrieron divididos y en horas bajas, sacaron más votos en esta zona que la unión de PP y Vox. Los socialistas, que en citas anteriores habían sido superados allí por los morados, fue la opción más votada con el 34% de los sufragios.

Esta base social del barrio explica que el usuario @getroppel, uno de los conductores de Terra Ignota, publicara en X (antes Twitter) el mensaje “hemos 'pasao'”. Contestaba con ello a una respuesta posteriormente eliminada de un seguidor que hablaba de derrotar a las fuerzas del Ejército Rojo. El post que dio pie a esta conversación es una reacción al vídeo de Facu y Maldonado en el que les dice “delicioso, cerrad al salir”. Se inspiraba así en la famosa frase que Pablo Iglesias dirigió al exdirigente de Vox Iván Espinosa de los Monteros en una comisión parlamentaria.

En los contenidos y redes sociales de Terra Ignota abundan los discursos y mensajes de apoyo a las concentraciones ultraderechistas de Noviembre Nacional (incluso pistola en mano). Entre sus invitados hay distintos agitadores vinculados a la extrema derecha; así como el exministro del Interior con José María Aznar, Jaime Mayor Oreja (protagonista de una reciente polémica al cuestionar la teoría evolutiva) o el dirigente de Vox Jorge Buxadé. El eurodiputado celebró el “llenazo” del acto del día 28 en su cuenta de X y ha retuiteado el citado “'hemos 'pasao'”.

Según recoge Terra Ignota en sus redes, el estreno de El gran engaño estaba previsto en una sala de Cinesa, pero afirman que fue “censurado por presiones” 48 horas antes. Acompañaban el mensaje con hashtags como “Noviembre Nacional”, “guerrilleros culturales”, “cancelación”, “cristiandad”, “Tercio Ignotero”, “tertulia tabernaria”, “bebemos”, “fumamos” o “testosterona”.

En otros vídeos, tanto los seis hombres que integran Terra Ignota como los supuestos expertos a los que invitan cuestionan la autoría de los atentados yihadistas del 11-M o califican el Valle de los Caídos como “espacio de reconciliación” (esto último en un reportaje que estrenaron el 14 de abril). Ya trabajan en un nuevo documental sobre el aborto en colaboración con la organización ultracatólica HazteOir.

En la línea de otras entidades actuales vinculadas a la extrema derecha, alternan estos contenidos de marcado carácter ideológico con otros que persiguen alcanzar una audiencia más general, que van desde la obra de JRR Tolkien a la educación en casa o el bullying. Todo ello con la habitual fascinación esencialista y tergiversada por la cultura clásica, la geopolítica o la llamada leyenda negra de este tipo de canales. Aunque, a tenor de sus redes sociales, una de sus actividades favoritas son sin duda las capeas.

Facu Díaz expone en su programa que, al conocer la organización del evento en el Pavón, contactaron con el teatro para conocer su punto de vista: “Hablamos con responsables del lugar y las explicaciones que nos han dado no son lo convicentes que nosotros habíamos querido (...) creíamos que estábamos en confianza. Lamentablemente esta confianza se ha roto”. “Tampoco es esto un matrimonio de los años cincuenta, nos podemos separar”, apostillaba Miguel Maldonado, antes de que su compañero recalcara que con su decisión “no queremos armar ningún escándalo” y que entienden que “todo el mundo es libre de tomar las decisiones que toma, en el marco de sus valores”.

Desde la dirección del Pavón se defienden en un comunicado remitido a Somos Lavapiés [reproducido íntegramente al final de esta pieza] y que firma su actual directora, Esther Bravo. Recalcan que la proyección del documental de Terra Ignota “se corresponde con una cesión de espacio, práctica habitual en nuestra institución” y reiteran su “firme compromiso con la LIBERTAD DE EXPRESIÓN”. “No ejercemos censura ni nos posicionamos ideológicamente en relación a los ideales políticos o cualquier otra corriente de pensamiento que representen quienes hacen uso de nuestras instalaciones”, aseguran.

“Respetamos y respetaremos siempre las diferentes visiones y expresiones artísticas e ideas, en la medida en que éstas se desarrollen dentro de los marcos legales, constitucionales y éticos que nos rigen. Y toda aquella expresión que esté fuera de dichos marcos no tendrá cabida”, indican. “Desde Dirección filtramos siempre que todo contenido que se quiera verter a través de una cesión de espacio esté dentro de los marcos indicados”, precisan más adelante en su escrito. Sostienen que no admitirán contenidos “únicamente en casos de uso indebido de las instalaciones, violaciones a los derechos humanos y/o derechos fundamentales o expresiones fuera de los marcos apuntados”.

Pavón, el teatro que fue Kamikaze

El Pavón tiene un peso especial dentro del tejido cultural de Lavapiés. De 2016 a 2021, gestionado por la compañía Kamikaze, se convirtió en un epicentro de la escena teatral madrileña gracias a obras como Jauría, La clausura del amor o Sueños y visiones de Rodrigo Rato. El proyecto de Miguel del Arco, Israel Elejalde, Aitor Tejada y Jordi Buxó recibió el Premio Nacional de Teatro en 2017, así como varios premios Max de las Artes Escémicas. Pese a los reconocimientos, la continuidad se hizo inviable por la falta de rentabilidad, la pandemia y una enmienda de Vox aceptada por el Ayuntamiento de José Luis Martínez-Almeida que redujo la ayuda municipal en 50.000 euros.

Tampoco contribuyó la mala relación con la propiedad del edificio, protegido por su valor patrimonial y adquirido en 1999 por la Compañía Zampanò que dirigen José Maya y Amaya Curieses. “No ha habido ni negociación ni relación. Solo show me the money”, llegaron a asegurar desde Kamikaze en declaraciones a elDiario.es. A partir de septiembre de 2021, el propio Maya asumió la gestión del espacio. Le acompañaron dos entidades. Por un lado Vértigo 360, una empresa multidisciplinar de producción que aborda desde la televisión hasta la ilustración. Por otro Fever, plataforma social de venta de entradas creada en Nueva York que propone al usuario diferentes planes culturales (y comerciales) en función de la ciudad en la que se encuentre. 

“Los premios me dan un poco igual. El mejor premio que existe es que el público, además de haber disfrutado, también se vaya pensando un poco. Pero un poco, lo justo nada más”, contestaba el nuevo encargado del Pavón al ser preguntado por elDiario.es si esperaba alcanzar con sus nuevas producciones el mismo nivel de reconocimiento logrado por Kamikaze (algo que nunca consiguió). Actualmente el espacio ofrece comedias como El jefe del jefe o No me toques el cuento, y durante la Navidad acogerá la producción Nemo, el musical.

Espacios sociales al límite en Lavapiés

La guerra cultural se desarrolla en paralelo a otros conflictos que pueden marcar el devenir del tejido social en Lavapiés. Las asociaciones Valiente Bangla y la de Senegaleses en España denunciaban en septiembre que la Empresa Municipal de la Vivienda y el Suelo (EMVS) les ha comunicado que deben abandonar los locales cedidos en régimen de alquiler durante el mandato de Manuela Carmena. Desde el Consistorio de Almeida argumenta que se han cumplido los plazos establecidos y no caben más prórrogas.

“No lo entendemos, nosotros estamos luchando por el barrio. Trabajamos desde 2007 en Lavapiés con la comunidad bangladesí, personas sin papeles y en general gente vulnerable. Ofrecemos asistencia para el empadronamiento y clases de español para mujeres, hombres y niños. Hemos tenido una despensa solidaria y actualmente todavía repartimos comida cuando termina el Ramadán o en Navidad”, exponía a Somos Lavapiés Elahi Mohammad Fazle (uno de los miembros más activos de Valienta Bangla).

A lo largo de los últimos años, relataba, han cimentado una comunidad a través de distintas iniciativas: “Durante la pandemia creamos una gestoría con atención telefónica de todo tipo de dudas y traductores 24 horas. Cada dos semanas, mujeres del barrio se reúnen para crear todo tipo de actividades, como las fiestas del cordero, el día de la mujer o el día del lenguaje”. Incluso colaboran con instituciones como el Museo Reina Sofía, a través de la iniciativa Museo Situado. Calificó la expulsión de “barbaridad” que causa “un gran daño a la comunidad bangla y a todo el barrio de Lavapiés”.

De Malasaña a Lavapiés: la ultraderecha afina el tiro

Es habitual que la ultraderecha haga acto de presencia en barrios donde apenas tiene implantación ideológica entre su población. Hay precedentes similares en Malasaña, con actos fundamentados en la escenificación de sus símbolos. En 2020 un grupo de 30 personas denominado Resiste España, con la bandera de Borgoña y el lema Desperta Ferro impresos en camisetas de color pardo, se concentró en la plaza del Dos de Mayo. Leyeron un manifiesto por la unidad de España e interpretado un himno frente al monumento a Daoiz y Velarde.

Vecinos y habituales de la plaza respondieron entonces con abucheos y gritos de “fuera fascistas de nuestra plaza, fuera fascistas de nuestro barrio” a los congregados. Los manifestantes se despidieron con el brazo en alto en referencia al saludo fascista y otros aplaudieron de forma irónica a los que les abucheaban. Las provocaciones no llegaron a mayores y no se produjo ningún incidente violento.

Antes, en 2016, otra marcha de carácter ultra había llegado a la Dos de Mayo auspiciada en aquel caso por Hogar Social Madrid. Fue secundada por unas 800 personas que lanzaron consignas como “españoles sí, refugiados no”. A la vez, miles de personas participaban en la contramanifestación antifascista, que discurrió de Atocha a Sol casi al mismo tiempo.

La imagen de aquella jornada no fue sin embargo la presencia de simbología nazi en el corazón de Malasaña, sino la que protagonizó una pareja homosexual dándose un beso frente a unos manifestantes que antes les habían llamado “maricones y sidosos”.