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48 horas en Girona: de las casas colgantes sobre el río Oñar al barrio judío, uno de los mejor conservados de Europa

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Con sus 200 kilómetros de costa, Girona muchas veces queda eclipsada por sus playas y preciosas calas, entre las que se encuentran algunos de los mejores arenales de España y de Europa. Sin embargo, esta vez dejamos a un lado su famosa Costa Brava para descubrir una colorida ciudad con grandes tesoros, como su Barri Vell (casco antiguo) con empinadas escaleras de piedra o El Callo, la judería del siglo XIII, considerada una de las más importantes y mejor conservadas de España, después de la de Toledo. Y lo mejor: Girona tiene el tamaño perfecto para recorrerla íntegramente a pie disfrutando de todos sus encantos durante un intenso fin de semana.

Primer día: el casco antiguo

En las calles del centro histórico verás reflejado sus más de 2000 años de historia. Es uno de los más interesantes de toda Cataluña, con construcciones que van desde la época romana a la medieval. Prepárate a descubrir placitas porticadas y rincones con un encanto muy especial. Pero si algo no falta en esta ciudad son las constantes (y empinadas) escaleras, como las del barrio judío, las que conducen a la Iglesia barroca de Sant Martí o la escalinata de 90 escalones que hay que subir para acceder a la Catedral.

Las famosas casas en tonos pastel

Y es en el Barri Vella y a orillas del río Oñar, donde se encuentra uno de los principales atractivos de esta antigua ciudad romana: las casas colgantes con balcones, pintadas con colores vivos y reflejadas en el agua dando forma a la postal más idílica que tenemos de Girona.

Seguro que tampoco te pasan desapercibidos los puentes, de los once que tiene la ciudad, el llamativo Puente Rojo o Puente de las Pescaderías (les Peixateries Velles), construido en 1877 por la empresa del ingeniero Gustave Eiffel, es el que más te sorprenderá.

La Judería de Girona

Nuestra siguiente parada nos conduce hasta uno de los lugares más turísticos de la ciudad: el Barrio judío (El Call), donde podrás disfrutar del paseo entre callejones adoquinados con escaleras super empinadas. Como muchas otras ciudades de Europa, Girona también cuenta con este enclave histórico, pero en su caso tiene la particularidad de ser uno de los mejor conservados de todo el continente. Un espacio laberíntico, que parece rescatado de otra época y que gira en torno a una calle llamada Carrer Sant Llorenç. Aquí se encontraba la sinagoga más importante de la zona (del siglo XV), donde hoy se encuentra el Centro Bonastruc Ça Porta y el Museo de Historia Judía.

La catedral de Santa María

A estas alturas del viaje, ya te habrás dado cuenta de cuál es el monumento estrella de Girona: y sí, es la Catedral, que te acompaña durante todo el recorrido y que por su ubicación se puede ver desde cualquier punto de la ciudad. Situada en la parte alta, para llegar hasta ella hay que abordar los 90 escalones. El elemento más famoso es su nave de 23 metros que acoge el espacio gótico abovedado más ancho del mundo. Además, en este templo que se construyó entre los siglos XI y XVIII, podrás descubrir varios estilos arquitectónicos, como el románico, el gótico y el barroco. No te pierdas su claustro románico, de la segunda mitad del siglo XII, que es uno de los más bellos de Cataluña.

Segundo día: sube a las murallas

Después de todo lo que has visto durante tu primera jornada en Girona, seguro que tienes ganas de más. Así que para tener una visión total de la ciudad, te aconsejamos que te calces unas buenas botas porque nuestro siguiente plan es seguir descubriendo Girona, pero desde lo alto. Comenzamos la mañana subiendo a las murallas que rodean el casco antiguo. Son de origen romano, aunque los muros fueron ampliados en la época medieval. Puedes empezar el recorrido desde la parte baja de la ciudad (donde se encuentran los Jardines de la Muralla) e ir ascendiendo y disfrutando de la estupenda panorámica. Una vez arriba, te espera un espectáculo asombroso, con magníficas vistas sobre los tejados, el río Oñar, la torre de la catedral, el campanario de Sant Feliu o las cumbres de los Pirineos surgiendo en el horizonte.

Los baños árabes

A los pies de la catedral, entre la iglesia de San Feliu y el tramo de muralla, se encuentran estos balnearios construidos en el siglo XIII. Durante la Edad Media, una parte del recinto fue utilizado como micvé temporal por la comunidad judía de la ciudad. Además de su valor histórico, estos baños destacan por su estupendo estado de conservación. La visita cuesta 3 euros.

Una experiencia gastronómica única

Y no se nos ocurre mejor manera de poner el broche de oro a este viaje que dándote un capricho y disfrutando de uno de los mejores restaurantes del mundo, que se encuentra precisamente en Girona: El Celler de Can Roca. Con tres estrellas Michelin y famoso por reinventar las recetas catalanas tradicionales, es también una de las mejores excusas para visitar esta ciudad. Sobre todo si eres amante de las escapadas gastro y siempre que hayas reservado con antelación.

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