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El Real Madrid cura sus heridas contra el Getafe (2-0)

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Cuando el Bernabéu se cabrea, se cabrea. Y eso no hay quien lo pare. Y la mejor noticia del partido contra el Getafe fue que el socio madridista aún espera a Mbappé, que confía en que vaya a más y siga dejando goles como el que marcó en la primera parte, desde lejos y pegadito al palo, tras romper por velocidad. No había habido pitos ni quejas antes. No es la afición del Real Madrid la más paciente del mundo porque nadie en la capital de España es paciente con nada, sin embargo, después del partido en Liverpool, el estadio madridista aplaudió a su futbolista cuando se cantó su nombre en la alineación; no mostró indignación cuando perdió un par de balones y celebró con sinceridad uno de los mejores tantos que ha marcado desde que llegó al equipo blanco. Incluso le aplaudió con entusiasmo cuando falló a puerta vacía en la segunda mitad. Se cree en él y eso ya se nota en ese murmullo creciente cuando coge la pelota y echa a correr con campo por delante. Es el ruido incontenible de expectación, de promesas. Ahora se tiene que llenar de goles

Si había heridas tras la derrota de Champions, no se notaron. La derrota del Barcelona el sábado contra Las Palmas fue el mejor calmante y la victoria contra el Getafe ya fue definitiva. El Real Madrid ha pasado un par de malas noches, pero ahora lo ve todo mejor. LaLiga está ahí, el equipo da buenas noticias y el Barcelona, tan deslumbrante hace no muchas semanas, está gripado.

Por eso el partido contra el Getafe era tan importante para el ánimo de Mbappé y del resto de compañeros. Primero había que comprobar cómo estaba la comunión con la grada y después, ver si lo de Liverpool era una realidad, una tendencia o solo un accidente causado por las bajas y otras circunstancias: un accidente reparable, en fin.

No dudó el equipo de Ancelotti, que ya no juega con la indolencia que se vio al principio del campeonato. Sale a por los partidos con otra decisión y eso lo agradecen su público y los resultados. Pese a las bajas en el centro del campo, sin sus dos mediocentros titulares, el equipo de Ancelotti manejó el partido bien, sin apenas opciones para un Getafe que quería parar el partido, pero que no mostró muchos más planes.

Fue titular Ceballos, como cinco y esta vez, su esfuerzo, que nunca le falta, tuvo sentido. Como si la responsabilidad de llevar el equipo le centrara, el andaluz no paró de dirigir el equipo, pedir la pelota y dar órdenes a sus compañeros. Casi todas las temporadas tiene un momento en el que hace dudar sobre su futuro. Es decir, lo habitual es pensar que a final de año se marcha porque no juega, pero después llegan partidos como el de Getafe y lo que apetece es que se quede, porque es un futbolista útil y más en un fútbol en el que las lesiones son el pan de cada día. Con Valverde ya en el centro del campo y con Bellingham recuperando sus momentos de esplendor, el Real Madrid tiene otro ánimo, otra manera de afrontar los partidos.

El plan del Getafe era sacarle del partido al estilo Bordalás, con faltas, parando el partido. En muy pocos minutos, el conjunto azulón había hecho una colección de faltes que pararon el juego una y otra vez. Uno de los que más hizo fue Álvaro Rodríguez, el delantero ex madridista, que cumplió a la perfección las indicaciones de su técnico.

Pero el Getafe sólo fue a por el partido cuando el Madrid decidió que ya no le apetecía más, en la segunda parte, con la calma chica, el aburrimiento y después de que Mbappé hubiese desperdiciado dos manos a manos que, se espera, en algún momento no fallara.

El Madrid se echó un poco a la bartola porque todo fue más o menos sencillo y enseguida resolvió el partido. Fue con un penalti de esos que dice el tópico que no se pitan, pero que son penalti. En un saque de esquina tiraron a Rüdiger y Hernández Hernández no dudó. Quien lo tira fue Jude Bellingham, no Mbappé. El inglés es ahora esencial en el equipo y quizá por eso, en la segunda parte, cuando se quedó en el banquillo por un mareo, bajó el Madrid.

El gol puso el partido para el Real Madrid y le ahorró los problemas y agobios que podían haber llegado con otro marcador y el paso de los minutos.

Todo discurrió a placer. Rodrygo, titular de nuevo, aporta trabajo y cierta amenaza. Sin Vinicius en el otro lado, el Madrid le necesita. El Madrid fue solidario, vivo durante la primera mitad y la coronó con el gol de Mbappé.

Quizá después le faltó hambre para acabar el choque con más sensación de fiesta. Los cambios, que espera San Mamés esta semana y que no había habido penas fueron apagando el partido.

Pero ya se había solucionado lo que se tenía que solucionar. Paso a paso.

Última hora del Real Madrid vs Getafe, en directo hoy: LaLiga EA Sports, en vivo