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El Bailódromo de Carlangas en cinco discos: “Encontramos en el baile una forma de compartir y escapar”

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El músico gallego amplía su territorio con un disco concentrado y discotequero y elige para elDiario.es algunas de las músicas que lo nutren: samba rock, post punk o flamenco psicodélico y salvaje

Hemeroteca - Carlangas: “La música latina gobierna el planeta pero lleva gobernando el campo de la fiesta gallega toda la puta vida”

Son 19 minutos, un EP largo o un LP ajustado, siete canciones directas, brillantes y que invitan sobre todo a una cosa: bailar. “Encontramos en el baile una manera de compartir y escapar”, explica Carlangas (Monterroso, Lugo, 1987), “porque la música es un método muy eficiente para la evasión. Ya estaba harto de tanta crisis y tanta guerra y el precio de la vivienda por las nubes”. Pero la realidad no salta tan fácilmente por la ventana. Carlangas lo sabe. “Sexo en tu casa, danzar kuduro, / las cosas que nos gustan no cuestan un duro, / la calle es gratis con Eskorbuto”, canta en Mucho con poco, una suerte de manifiesto punk funk contrario a la ansiedad y a la acumulación. Bailódromo vol.1 (2024) se titula su último disco. Porque si hay un hilo que cose sus piezas es ese, bailemos ahora que el mundo hace cosas peligrosas. Su autor elige para elDiario.es cinco discos de otros artistas que han dejado huella en la obra.

El lugar en donde se baila son las discotecas. Discos vacías se llama uno de los temas, como el resto del disco acompañado de Los Cubatas, y en este caso con un riff como The Cure antes de entrar en la etapa siniestra. “El sonido disco unifica Bailódromo”, dice Carlangas, “pero claro, no es lo mismo Nile Rogers [guitarrista de Chic, ex Pantera Negra] que The Magnificient Seven [canción de Sandinista!, inagotable triple elepé de The Clash]”. La presencia de ambas referencias es manifiesta, sin embargo, en unos cortes que, al contrario de las superproducciones de la música disco clásica, nacieron en el garaje. “Fue ensayando con el grupo, buscando nuestro sonido en directo, engrasar a la banda”, dice.

Es en ese punto coincide el Carlangas de la actualidad y el chaval de poco más de 20 años que asombró al respetable con el punk descarado de Novedades Carminha. “La energía y el modo de operar es el mismo”, entiende, “Bailódromo está grabado en un garaje en Oleiros (A Coruña), con tres o cuatro micrófonos”. Y el trabajo de posproducción de Luca Petricca, añade. El punk no es un género, parece deducir, el punk es una manera de estar en el mundo (de la música). No depende ni de manierismos estéticos, ni de la sucesión de acordes de la guitarra. Tampoco de gritar al micrófono. En Bailódromo, Carlangas no lo hace: “Siempre creo que todavía tengo que encontrar mi propia forma de cantar, pero esta vez no lo pensé mucho”.

Bailódromo recorre todo un arco que va del post punk más accesible al bolero con el que cierra: una minimalista versión en gallego de Nosotros, el clásico que popularizaron Los Panchos, junto a Russian Red. Y lo hace con una voz “menos agresiva” de lo hasta ahora habitual. Susurra e insinúa, incluso. A este respecto, una reflexión: “Siempre me fijaba en las canciones de Los Chichos y Lo Chunguitos, que son tristes y tratan del fracaso, la pobreza, y lo hacen con música de baile”. Ese contraste le interesa y también funciona en otro de los afluentes, quizás más difuminado, de Bailódromo, la tradición soul.

En cualquier caso el Vol.1 que acompaña el título del disco promete posteriores ediciones. “Me gustaría que fuera como un serial, un cuaderno de bocetos que no se quedan en simples maquetas”, dice. Pero antes de esa segunda parte habrá un regreso a las raíces: “Ahora estoy en un back to the roots, un disco garajero, de bajo, guitarra y batería”.

Los cinco de Carlangas para Bailódromo

Jorge Ben – Força Bruta (1970)

Su música es una fuerza de la naturaleza que lo arrastra todo a su paso y la secuencia que publicó en los 70, una increíble sucesión de apoteósicos discos. El primero de ellos, Força Bruta, lo registró el brasileño Jorge Ben (Rio de Janeiro, 1939) junto al Trio Mocotó y en él inicia la delimitación de un territorio propio marcado por la samba y el funk. Música Popular Brasileira melancólica e izquierdosa, para Carlangas revela la vía para “hacer bailar desde la calidez”. “No solo se baila dentro de una discoteca”, admite, “también se puede bailar al sol”.

Pata Negra – Guitarras Callejeras (1979, 1986)

“Cómo hacer un disco merendando, fotografiando la energía de ese momento”, resume Carlangas el flamenco rock verité de Guitarras Callejeras. Grabado en 1979 aunque publicado siete años, y dos elepés, después, es el testimonio de un tiempo y un lugar: los hermanos Amador, entonces aún bien avenidos, desplegaban su propia visión de lo aprendido mientras registraban el legendario Veneno (1977), experimentaban con el hachís y la escucha prolongada de Jimi Hendrix o Django Reinhardt. Además de la propia tradición gitana, claro. “Uno de mis discos favoritos. Comparte con Bailódromo la manera en que surgieron los temas, de forma bastante visceral y urgente en un garaje”, asegura.

The Clash – Combat rock (1982)

Al principio estaban The Clash. Desde luego lo estaban para Carlangas, que ya en los primerísimos Novedades Carminha invocaba al Joe Strummer de balazos punk como I'm so bored with the USA, Janie Jones o Career Opportunities. A propósito de Bailódromo prefiere mencionar The Magnificient Seven, una gema casi rapeada del insondable Sandinista! (1980) y, sobre todo, este Combat rock, “hit tras hit”. Entre otros, Should I stay or should I go y Rock the Casbah, su denuncia bailable del fundamentalismo islámico. “Es toda una lección de como asumir desde el punk y el rock géneros diversos”, afirma, algo en lo que se especializaron The Clash a partir del totémico London Calling (1979).

Golpes Bajos – No mires a los ojos de la gente (1983)

El primer EP de Golpes Bajos incluye las que probablemente son sus dos canciones más recordadas, la que le da título y Malos tiempos para la lírica. Pero los cinco cortes en los que el primer cantante de los Siniestro Total, Germán Coppini, se unía al teclista y compositor Teo Cardalda -después en los insípidos Cómplices- y al elegante guitarrista Pablo Novoa constituyen un tratado maestro de synth pop atlántico, singular e inimitable. Su base de operaciones estaba en Vigo. “Es un EP largo, igual que Bailódromo”, menciona Carlangas, que lo sitúa como, “quizás”, su disco favorito del pop español.

ESG – Come away with ESG (1983)

Es un disco sin grasa, ceñido a lo esencial de un sonido inaudito que oscila entre el post punk y el funk óseo. Carlangas lo sintetiza como “música de baile, inspiración de LCD Soundsystem o los primeros The Rapture”. Todavía activas -se trata de un trío de hermanas del South Bronx, en Nueva York-, sus canciones más antiguas sirivieron de fuente copiosa para los sámpleres del hip hop primigenio. “Protoelectrónica con bajo, voces, batería y percusiones”, considera Carlangas, que lo relaciona con otra de sus elecciones para esta lista, el Guitarras Callejeras de Pata Negra: “Ambos son discos muy sencillos y urgentes”.