Y al final Sánchez no apareció
A media tarde se conoció que Pedro Sánchez estaba en Sevilla. Había llegado al mediodía en AVE. La mayoría de sus ministros utilizó el mismo medio de transporte. Sonaron todas las alarmas: el presidente podría presentarse en el Palacio de Congresos. No estaba previsto pero a las siete de la tarde se entregaba el premio Rosa Manzano a José Luís Rodríguez Zapatero “por su enorme contribución a la igualdad entre hombres y mujeres y su incansable trabajo por la lucha contra la violencia de género”.
El presidente llegó a medio día a Sevilla.
El Palacio de Congresos empezó a animarse y centenares de delegados e invitados se acercaban al recinto donde se iban a entregar los premios. Ni siquiera el anuncio por parte de la ministra portavoz, Pilar Alegría, de que se había consensuado un texto sobre financiación autonómica despertó expectación. Ni siquiera el cambio de los estatutos que prevén una mayor participación de la militancia en los procesos de primarias, que deberán aplicar los congresos territoriales y en la elección de candidatos en los procesos electorales que se avecinan empezando por Andalucía. Tampoco llamó la atención un mensaje subliminal “habrá incorporaciones y de personas poco conocidas”.
Ni por esas. Toda la atención se centraba en los premios Rosa Manzano que iba a recibir el expresidente Zapatero y la histórica dirigente andaluza Amparo Rubiales en un acto presidido por la ministra de Igualdad, Ana Redondo, que empezaba al tiempo que se constituían las seis ponencias del congreso y desde prensa del PSOE enseñaban una foto de Ana Botella con Aldama para contrarrestar la noticia adelantada por La Sexta de la presencia de Aldama en la sede del PSOE en las elecciones de 2019.
El acto, al final de la tensa espera, empezó y el presidente no apareció. Zapatero estuvo rodeado de ministros y de altos cargos con Óscar Puente como fenómeno fan siendo reclamado para hacerse fotos. Le costó llegar al escenario. Sánchez no apareció pero su ausencia será el preludio de que mañana sea recibido en loor de multitud para compensar “el ruido” que, para los socialistas ha orquestado la derecha política y judicial.