Capital científica: centros de primer nivel para atraer la innovación
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El mejor superordenador de España , el tercero más potente de Europa y octavo en el ránking mundial. Estas son las credenciales de MareNostrum 5 , la 'joya de la corona' del Barcelona Supercomputing Center–Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS), un centro que desde su creación en 2005 ha estado a la vanguardia de la tecnología. Con sus 314 petaflops El MareNostrum 5 , inaugurado hace menos de un año, es capaz de realizar hasta 314.000 billones de cálculos por segundo, algo que equivaldría a la potencia de casi 400.000 de nuestros portátiles. O simplificando aún más: MareNostrum 5 es capaz de hacer en una hora una tarea que a nuestro ordenador le llevaría 46 años. Pero, ¿para qué utiliza toda esa capacidad? De momento está inmerso en el desarrollo de 'Destination Earth', un proyecto en el que se creará un gemelo digital de nuestro planeta, el primero en su tipo, con el que se podrá interactuar para predecir, por ejemplo, predicciones climáticas en las que se pueden alterar componentes como el dióxido de carbono (y ver qué ocurre si siguen incrementando las emisiones a la atmósfera) o elevar la temperatura de los océanos (y observar cómo esto afecta a las corrientes). También se podrán crear réplicas digitales del cuerpo humano para testar nuevos fármacos; o diseñar nuevos materiales que serán la base de las nuevas tecnologías. Además, MareNostrum 5 contará próximamente con otra parte dedicada a la computación experimental , Centrada en los desarrollos de la Inteligencia Artificial, este sistema ocupará el puesto 19º en el ranking de los superordenadores más avanzados del mundo, lo que convertirá al BSC en el único centro en albergar dos 'monstruos' de su tipo de la lista. No acaban ahí las aspiraciones del BSC: también en los próximos meses se inaugurará el primero de los dos ordenadores cuánticos que tiene previsto albergar el centro. Una tecnología disruptiva que promete ser un antes y un después en los cálculos computacionales del futuro. Considerado el 'Fórmula 1' de la ciencia española por sus capacidades y dimensiones, el Sincrotrón ALBA, un acelerador de partículas situado en Cerdanyola del Vallès (Barcelona), es capaz de observar estructuras moleculares como si fuera un gigantesco microscopio . En el interior de su circuito, una gran estructura en forma de anillo, corren electrones a una velocidad cercana a la de la luz. Estas partículas producen un haz mil millones más brillante que los rayos X de los laboratorios, revelando las estructuras a nivel atómico de la materia, ya sea para observar una célula, un fósil o los detalles de una obra de arte para su conservación. Durante la pandemia, por ejemplo, la máquina se utilizó para ver con gran precisión cómo el Covid-19 produce su infección. Desde que comenzaran sus operaciones en 2012 con un experimento para mejorar la red de distribución eléctrica, el complejo ha realizado experimentos en ámbitos como las ciencias de la vida, ciencia de materiales, energía, medio ambiente o patrimonio cultural, entre otros. Genera unas 6.000 horas de luz de sincrotrón y acoge a más de 2.500 usuarios del ámbito académico e industrial cada año en sus laboratorios (llamados líneas de luz). Entre sus logros, determinar 1.000 estructuras de proteínas en una década. También ha demostrado cómo la terapia génica puede revertir los efectos de la mutación que causa la distrofia muscular congénita, una enfermedad minoritaria sin tratamiento que afecta principalmente a niños. ALBA pretende convertirse en un sincrotrón de cuarta generación alrededor de 2030, lo que implicará más resolución, la posibilidad de ver procesos y estructuras que ahora son imposibles, más velocidad y muchos más experimentos. La nueva infraestructura, ALBA II, se construirá usando parte de la actual, renovando los equipos de los aceleradores, líneas de luz e infraestructura de datos; además se añadirán nuevas líneas de luz extra-largas en un edificio anexo. A los 60.000 metros cuadrados de las instalaciones existentes, se les añadirán 10.000 más y se contempla que se instalen otros centros de investigación alrededor. La luz es mucho más de lo que vemos brillar por la ventana de nuestra habitación todas las mañanas: gracias a ella, pero en forma de fibra óptica, enviamos fotones por el mundo que se comunican y se plasman en datos, Whatsapps o correos electrónicos que viajan a través de lo que conocemos como internet. No solo eso: se operan cataratas y se experimenta en medicina gracias a los láseres o se 'congela' lo más básico de la materia, los átomos, para ver sus propiedades. Y el Instituto de Ciencias Fotónicas (ICFO), Parque Mediterráneo de la Tecnología de Castelldefels (Barcelona) es uno de sus santurarios: se ha convertido en un polo de atracción de conocimiento y en uno de los centros punteros en el estudio y desarrollo de las aplicaciones médicas, tecnológicas y energéticas de la luz La medicina del futuro, la que puede cambiar el destino de las enfermedades más complejas depende de la ciencia innovadora que se hace hoy. Una ciencia que pasa por comprender la complejidad de la vida: desde el genoma o una simple célula hasta el complejo organismo humano, así como su interacción con el entorno. Solo entonces se podrá tener una visión integrada de la enfermedad. Y esta es la misión que tiene encomendada el Centro de Regulación Genómica (CRG) que alberga el Parque de Investigación Biomédica de Barcelona. El CRG es un centro especial en España, basado en un modelo de organización innovadora. Los jefes de investigación son reclutados internacionalmente y reciben todo el apoyo del centro para formar y dirigir a sus grupos. Un comité de evaluación externo, formado por reconocidos líderes en las diferentes áreas, los evalúa. El resultado de estas evaluaciones condiciona el futuro de los científicos del CRG, sin tener en cuenta su tipo de contrato. Así se garantiza la movilidad y la renovación de la plantilla. En el equipo del CRG se cuenta con nombres tan destacados como el de la neurocientífica Mara Dierssen o Roderic Guigó, implicado en el consorcio internacional que ha permitido obtener mapas personalizados del epigenoma, un nuevo paso hacia la medicina a la medida de cada individuo.