Ni Pinares de Rodeno ni la Selva de Oza: el bosque aragonés que es perfecto para una visita este otoño
La provincia de Huesca resulta ideal en esta época del año para descubrir los paisajes inexplorados de Aragüés del Puerto
Otoño en Huesca: cinco paisajes que descubrir entre bosques y acantilados
En el corazón del Pirineo aragonés, lejos de los destinos más conocidos como la Selva de Oza o los Pinares de Rodeno, se encuentra el bosque de Labati, un lugar que cautiva por su belleza natural y tranquilidad. Situado en el municipio de Aragüés del Puerto, este entorno ofrece una oportunidad perfecta para quienes buscan una escapada otoñal rodeada de colores vibrantes, paisajes montañosos y el encanto de un pueblo pirenaico.
Labati es el nombre que identifica una región de prados, antiguas bordas, bosques y montañas, ubicada en el valle de los Pirineos de Aragüés del Puerto. Durante esta temporada, la naturaleza se viste de gala con tonos rojizos, dorados y ocres que transforman el paisaje en una postal digna de admiración. Sus senderos serpentean entre hayas, abetos y robles centenarios, ofreciendo a los viajeros la posibilidad de caminar por uno de los entornos más impresionantes de Aragón.
La arboleda de Labati no solo es un destino para los amantes de la naturaleza, sino también un enclave perfecto para los fotógrafos. La combinación de la luz suave del otoño y los tonos cálidos de las hojas crea el escenario ideal para capturar imágenes inolvidables. Tanto profesionales como aficionados pueden encontrar en este entorno oportunidad de inmortalizar paisajes. Las primeras horas de la mañana, con la bruma matutina sobre los prados, son especialmente recomendadas para quienes deseen fotografías especiales.
En los meses de otoño, la recogida de setas en el bosque de Labati se convierte en una actividad muy popular. Tanto locales como turistas disfrutan de esta tradición que no solo acerca a las personas al entorno natural, sino que también fomenta el conocimiento de las especies micológicas propias de la región.
En otoño, las celebraciones típicas incluyen ferias de productos regionales y festivales que resaltan el patrimonio de la zona. Las bordas, pequeñas construcciones utilizadas históricamente para el resguardo del ganado, se convierten en el escenario de actividades que conectan a las generaciones actuales con las raíces de la región.
Así mismo, los pueblos circundantes organizan eventos que ponen en valor las costumbres del Pirineo aragonés, como exhibiciones de oficios históricos, danzas folclóricas y mercados donde se ofrecen artesanías locales. Estas actividades no solo enriquecen la experiencia del visitante, sino que también contribuyen a preservar el legado patrimónico del valle.
El concejo de Aragüés del Puerto, puerta de entrada a este bosque, es un ejemplo perfecto del encanto rural del Pirineo aragonés. Sus casas de piedra y su pequeño pero acogedor casco urbano transportan a los visitantes a otra época.
Uno de los principales atractivos de la zona es la iglesia de San Vicente Mártir, una construcción del siglo XVII que destaca por su sobriedad y elegancia. Además, este municipio mantiene vivas muchas de las costumbres pirenaicas, como las ferias de ganado y la elaboración de productos locales como quesos y embutidos, que se pueden degustar en los restaurantes de la localidad.
El pueblo es también un excelente punto de partida para explorar los alrededores, como el Valle de Ansó, conocido por sus rutas de senderismo y su patrimonio natural.
Visitar Aragüés del Puerto también es una oportunidad para disfrutar de la gastronomía aragonesa. Platos tradicionales como las migas, el cordero a la pastora y la sopa de ajo son un imprescindible para quienes quieran saborear la esencia de la región. En otoño, los productos de temporada como las setas y las trufas enriquecen aún más los menús de los restaurantes locales.
El enclave es accesible para todo tipo de visitantes, pero es importante planificar bien la visita para aprovechar al máximo la experiencia. Estos destinos son un recordatorio de que no es necesario viajar lejos para encontrar paisajes y experiencias de valor.
Este rincón del Pirineo aragonés, con sus bosques, senderos llenos de vida y su rica tradición cultural, es un destino ideal para disfrutar del otoño en todo su esplendor.