La nueva vida del Príncipe Andrés: sin asignación real, pero rodeado del amor de su familia
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El Príncipe Andrés de York , a sus 64 años, se encuentra en una etapa de su vida marcada por la controversia y la soledad, aunque con el inquebrantable apoyo de sus hijas, Beatriz (36) y Eugenia (34). Desde que Carlos III asumió el trono hace más de dos años, uno de sus objetivos ha sido minimizar la presencia pública de su hermano, un esfuerzo que incluye intentos fallidos de desalojarlo de su residencia en el Royal Lodge, ubicada en los terrenos de Windsor. Sin embargo, el duque de York se aferra a su hogar, un lugar que ha convertido en su refugio en medio de la tormenta. Según la revista 'Hello!' , Andrés ha encontrado consuelo en su papel como abuelo , dedicando tiempo a actividades como enseñar a su nieta de tres años a montar en pony. «El duque de York se mantiene ocupado con el único apoyo de sus hijas, protectoras y leales», señala el medio. Beatriz y Eugenia no solo han asumido un rol más activo en la vida de su padre, sino que han establecido turnos para visitarlo los fines de semana, acompañadas por sus hijos para alegrarle el día. «Su relación es ahora muy cercana respecto a su padre y se han vuelto muy protectoras hacia él», comenta una fuente cercana a 'Hello!'. La lealtad de las princesas queda patente en este gesto, en un momento en el que Andrés parece vivir una especie de exilio interno dentro de la Familia Real británica. El Royal Lodge, con sus 30 habitaciones , se ha convertido en un lugar de retiro obligado para Andrés. Sin embargo, no todo es aislamiento, ya que también cuenta con el apoyo de Sarah Ferguson, la madre de sus hijas y su exesposa desde 1996. Pese a estar separados, la duquesa de York sigue siendo una figura importante en su vida. La revista describe cómo, cuando Ferguson se encuentra en casa, ambos pasean juntos a sus perros, entre ellos dos corgis que pertenecieron a la difunta Reina Isabel II. Andrés también se refugia en otras actividades al aire libre, como jugar al golf y montar a caballo por los extensos terrenos de Windsor. Estas rutinas parecen ser su manera de encontrar normalidad en un contexto donde su posición dentro de la realeza ha quedado reducida al mínimo. A principios de noviembre, el 'Daily Mail' reveló un nuevo capítulo en la complicada relación entre Carlos III y su hermano menor. Según este medio, el monarca tomó la drástica decisión de suspender la asignación económica anual de Andrés, además de eliminar el financiamiento para su seguridad privada. «El duque de York ya no es una carga financiera para el Rey», afirmaron fuentes del citado medio, destacando la distancia que se ha generado entre ambos. A pesar de la pérdida de privilegios y el evidente distanciamiento con la Corona, Andrés no está completamente solo. Sus hijas y su exesposa han demostrado ser pilares fundamentales en esta etapa de su vida, asegurando que, aunque se encuentre alejado de los actos públicos y bajo el escrutinio constante, no le falte el apoyo emocional. La lucha silenciosa del príncipe Andrés, entre la presión de su pasado y la incertidumbre de su futuro, deja entrever un contraste marcado: l a caída de un miembro de la realeza británica frente a la inquebrantable lealtad de su familia más cercana.