Ayer, hoy, siempre
Ayer debería ser hoy. Hoy debería ser mañana. Y pasado. Y el 28 de febrero, por decir una fecha al azar. Si solo ayer es ayer, la reivindicación se queda simplemente en una llamada de atención, en un grito aislado que se agita en pos de que cese la violencia de género, pero que no avanza. Ayer debería ser siempre y que la voz fuera un alarido que recorriera todas las estancias establecidas para derribarlas y comenzar de nuevo desde la equidad cada día.