Al volante del último Audi TT
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Es el último TT de una serie de 25 que cierra en el mercado español la historia de este modelo que ha dejado una huella imborrable por su personalidad. Aprieto el botón «Start/Stop» y el bello sonido que sale de sus cuatro escapes llega a mis oídos. El sonido nos lleva directamente al año 1995. El 14 de septiembre abre sus puertas con la jornada de prensa el Internationale Automobil-Ausstellung, el IAA o Salón Internacional del Automóvil de Frankfurt. Periodistas especializados de todo el mundo descubren en el estand de Audi un pequeño prototipo de líneas originales bajo el nombre de TT. Este nombre no sólo evoca el Tourist Trophy, la famosa y peligrosa carrera de motos que tiene por marco las carreteras de la Isla de Man, en el Reino Unido. Recuerda también al Prinz TT de NSU, uno de los fabricantes de Auto Union, grupo nacido de la fusión de cuatro marcas, entre ellas Audi, antes de la Segunda Guerra Mundial. Sus líneas redondeadas, inspiradas en los coches de carreras Auto Union de los años 30, causaron sensación, un trazo magistral que, aún hoy, no deja indiferente. Los pasos de rueda muy marcados, acentuados por salientes prominentes, el techo muy redondeado y las superficies acristaladas limitadas, tienen su origen en la oficina de diseño de Audi en California donde vio la luz el primer borrador del concepto TT bajo el lápiz de Freeman Thomas, antiguo piloto de combate con enorme talento para el diseño, graduado en el Art Center College of Design en 1983 y a quién se deben las líneas de modelos como el Porsche 959, entre otros. Curiosamente el proyecto de Thomas, podía haberse quedado en una hoja de papel a causa de Porsche. En aquel momento, hablamos de los años noventa, Porsche aún no formaba parte del Grupo Volkswagen, pero existía un estrecho vínculo entre los dos fabricantes alemanes. Cuando el grupo consideró desarrollar un cupé deportivo, solicitaron a Freeman Thomas que trabajara en dos proyectos paralelos. «Me pidieron que hiciera una versión Porsche y una versión Audi. También se invitó a los diseñadores de Porsche a realizar una versión Porsche y una versión Audi». A esto le siguieron reuniones entre los equipos de diseño de las dos marcas: «Teníamos dos modelos a escala y ellos también, muy detallados. Si la reunión iba bien, se pasaría al siguiente nivel. Pero la reunión no fue muy bien». Según el diseñador, Porsche quería «restringir» el desarrollo del TT, seguramente para no eclipsar a sus propios modelos. Después de esto, las discusiones quedaron congeladas. El proyecto TT quedó en manos de Audi, que continuó su desarrollo hasta que el prototipo fue presentado en el Salón de Frankfurt de 1995. Inspirado en la Bauhaus, cada línea del Audi TT tiene un propósito, cada forma una función. Y el resultado entusiasma a los asistentes al salón o a aquellos que lo descubren en los periódicos o revistas. Dos meses después, en Tokio, se desveló un prototipo del TT Cabrio. Aunque perdía la simetría casi perfecta de la versión cerrada, volvió a entusiasmar al público. La decisión estaba tomada. Tres años más tarde, el TT Coupé llega a las líneas de montaje, con un aspecto casi inalterado en el exterior y en el interior, donde el salpicadero era otro de los atractivos. Torsten Wenzel, el diseñador de exteriores de Audi que ayudó a introducir el prototipo en la producción en serie, recuerda: «Para nosotros, el mayor elogio fue cuando la prensa especializada comentó con agrado que no había cambiado mucho desde el prototipo hasta el modelo de producción, aunque, por supuesto, tuvimos que adaptar muchos detalles debido a las especificaciones técnicas de la versión de producción, incluidas las proporciones». El cambio más evidente fue la incorporación de una ventana lateral trasera, que alargó el perfil del vehículo y aumentó el dinamismo del diseño inicial. Muy rápidamente, las listas de pedidos se llenan. Se entregan las primeras unidades y, de pronto, surgen los problemas. El chasis, derivado del utilizado por el Volkswagen Golf 4 y considerado poco deportivo, fue criticado desde el principio por la prensa especializada. Peor aún, la pureza de líneas de la carrocería no se ve acompañada por un suficiente apoyo en el tren posterior. Y en las curvas amplias, tomadas a alta velocidad, la trasera del TT resulta «delicada» para un conductor medio. Después de varios accidentes, Audi se vio obligada a detener las ventas y buscar soluciones. Estas vinieron con la adopción de un pequeño alerón trasero y la incorporación, de serie, del ESP. Pero la imagen podía más que todo. Durante un tiempo, la producción tendrá incluso dificultades para satisfacer la demanda, lo que provocará plazos de entrega prolongados... y un gran movimiento en el mercado de segunda mano con unidades a la venta con precios por encima de los nuevos… Así, el coupé 2+2 , junto al roadster biplaza que se sumó en 1999, sedujeron a cerca de 270.000 compradores en esta primera generación. Y si el diseño era una clave, no olvidemos su gama de motores ampliada con el tiempo, con varias potencias para el 1.8 Turbo de cuatro cilindros y un V6 de 250 CV al final de su carrera. Este último tendrá incluso el honor de lanzar en Audi la famosa caja de cambios DSG de doble embrague, también llamada S Tronic, que equipa hoy en día tantos modelos del grupo Volkswagen. Conduje en muchas ocasiones varias versiones del TT de aquella primera generación. Sus dimensiones de sólo 4,04 m de largo, 1,76 m de ancho y 1,35 m de alto lo sitúan hoy día en la en la categoría de los pequeños coupés 2+2. Aparte de las plazas traseras, que sólo pueden ser utilizadas por niños, las plazas delanteras eran acogedoras, incluso para personas altas, gracias a la muy buena gama de regulaciones de los asientos. Además, como en muchas producciones del grupo alemán de esa época, el puesto de conducción rozaba la perfección. La calidad de la construcción también destacaba por los plásticos espumados con un bonito efecto, y unos asientos espléndidamente tapizados. Equipada con sólo cinco velocidades, la caja de cambios manual llevaba los 180 CV del 1,8 l turbo a las ruedas delanteras (no era una versión Quattro) que exigía maneja con sensibilidad el acelerador y, por supuesto, no hacerlo con las ruedas giradas sino rectas, principio básico cuando se trata de gestionar modelos con potencia y par elevados. Si en una carretera de montaña se buscaba un ritmo vivo de conducción, incluso en su versión Quattro de 225 CV y caja de cambios de seis velocidades, con unas prestaciones superiores y una tracción infalible, el comportamiento no era muy vivo debido a una amortiguación demasiado flexible. Estaba claro que la marca había optado por ofrecer un TT más tipo GT al nivel de un conductor medio que un coupé radical, con reacciones más vivas, pero no apto para que cualquiera se pusiera a su volante. De esta forma en conducción normal era un coche agradable y seguro. El Audi TT llegó al mercado en la primavera de 1998. Con el éxito que conocemos ya que de la primera generación se produjeron más de 178.000 unidades entre 1998 y 2006 (coupé y descapotable). Hoy, en este mes de noviembre de 2024, estoy al volante de un TT muy especial: es la «25», la última unidad de la serie de veinticinco destinadas al mercado español: un homenaje a los 25 años de historia del Audi TT, y una despedida. Esta edición, basada en el Audi TT 45 TFSI quattro con el motor 2.0 de 245 CV, tracción total permanente y cambio S tronic de doble embrague, se distingue por exclusivos elementos, entre los que destacan el número de la edición limitada en los umbrales de las puertas y en la consola central, así como una proyección de luz sobre el suelo al abrir las puertas que incluye el logo de los cuatro aros y el geco que simboliza la tracción quattro. Además, cada una de las 25 unidades viene acompañada de una caja de bienvenida específica que incluye un reloj firmado por Audi Sport y una carcasa para la llave del vehículo realizada en fibra de carbono, a juego con las inserciones decorativas del interior. Con un equipamiento muy completo, esta edición destaca por elementos que le otorgan una apariencia exterior especialmente deportiva, acorde con las prestaciones del potente motor 2.0 TFSI, que permite al TT acelerar de 0 a 100 km/h en 5,1 segundos y alcanzar una velocidad máxima de 250 km/h, limitada electrónicamente. Entre estos elementos se encuentran el paquete S line competition plus, los cristales oscurecidos, las pinzas de freno acabadas en color rojo o las llantas de Audi Sport, que en esta edición son de 20 pulgadas con diseño de 10 radios en Y. En cuanto al color, es el exclusivo azul Nogaro efecto perla. Su carácter especial también se refleja en su interior, con los asientos deportivos plus S tapizados en Alcantara y cuero que incluyen costuras de contraste en azul, el volante deportivo multifunción achatado en su parte inferior y forrado en cuero y las inserciones decorativas en carbono. Entre los elementos de equipamiento funcional y de confort se incluyen el sistema de infotainment MMI Navegación plus con Audi connect, la instrumentación digital Audi virtual cockpit, el equipo de sonido Audi sound system, la interfaz para teléfonos móviles Audi smartphone interface, la llave de confort y los faros Matrix LED. Pero basta de datos. Acelero bajo una lluvia torrencial, aprovechamos al máximo la tracción total quattro de última generación combinada con el sistema antideslizamiento ESP. El motor puede enviar todo el par a las ruedas delanteras o las traseras para proporcionar un agarre óptimo. La dirección suave pero precisa y directa (fantástico tacto del volante) acentúa el lado incisivo del tren delantero, que puede girar según sea necesario incluso en caso de pasarnos en el giro del volante. El eje trasero ofrece la dosis justa de movilidad para tomar curvas cerradas sin apretar los dientes. El poder contar con las excelentes suspensiones controladas Magnetic Ride es una verdadera maravilla para quien ama la conducción deportiva, para poder entar en una curva a fuerte ritmo sin que la carrocería se balacee, y al tiempo en malos asfaltos no sufrir rebotes incómodos propios de supensiones muy duras. La frenada es eficaz y la «música» que escuchamos en el interior, de tonos graves, no es tan noble como la del viejo V6 de 3,2 litros, pero aun así trasmite emoción. La caja S Tronic de este TT llega a sus límites en el uso manual donde automáticamente sube una marcha al acercarse al corte de encendido y se niega a bajar marchas por encima de las 4.000 rpm. Dicho esto, los 245 CV del Audi TT 45 TFSI son suficientes para divertirnos: muchos más caballos no se tienen que traducir en mayor diversión, obligatoriamente. Recorro los últimos kilómetros intentando retener en mi memoria el sonido, intentando retener el tiempo. Pero la prueba llega a su fin. Aprieto el botón Stop/Start y «mi» TT deja de emitir su precioso sonido. Se ha hecho el silencio. Me quito cinturón de seguridad y guantes. Salgo y cierro la puerta sobre la leyenda «the lasTT». Incluso en la oscuridad del garaje, resulta inconfundible la silueta del TT. Ahora, casi un cuarto de siglo después de subir a aquel primer TT, es la hora de la despedida. Pero no puedo dejar de pensar en los últimos kilómetros al volante del «25 de 25». Sin duda ya un clásico digno ejemplar de la «cuadra» de un buen coleccionista.