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El inquiokupa moroso de los hoteles de lujo: cinco años de cárcel y desahuciado por impago

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Abc.es 
Cesár Losada Santamaría, vasco de 54 años, ha estado durante más de dos décadas ligado a la propiedad, completa o con socios, de hasta una docena de hoteles a la vez. Su carrera empresarial era la de una especie de rey Midas que invertía en este sector , comprando establecimientos de cuatro y cinco estrellas, para reabrirlos o impulsar su negocio. Sin embargo, ha terminado como un estafador (convicto) y un inquiokupa que acaba de ser desahuciado por la fuerza de un enorme piso en Valdebebas. Debe más de 40.000 euros al arrendador, que se ha tenido que marchar de España a Emiratos Árabes con su familia para poder buscarse la vida. Este lunes, César, que aseguraba cobrar 100.000 euros brutos al mes, tuvo que abandonar la vivienda de 200 metros cuadrados en una de las zonas nuevas más exclusivas de la capital de mano de la Policía Municipal. Tenía 15 minutos para recoger lo imprescindible, y así lo hizo: «Se llevó las botellas de cerveza, whisky y vodka. Pero dejó la ropa», explica a ABC su última víctima, el venezolano Nelson González, el dueño del inmueble. También 'olvidó' un cuaderno de notas, una suerte de diario personal en el que puede leerse: «Yo tengo ahora una vida depresiva […], y eso no se cura con pastillas […]. Hay dos cosas negativas para mí en este momento: estar solo y sin hacer nada». Eso es parte de su relato, con letras mayúsculas y en tintas azul y roja, dependiendo del concepto que quisiera resaltar. Una muestra de su mente analítica, sin la cual no podría haber construido un imperio desde que con 27 años se metiera en el negocio hotelero familiar y comenzara a tener sus propias empresas en La Rioja y Zaragoza. Entre otros, se hizo con el hotel Conquistador de la capital aragonesa en 2017, que llevaba cerrado tres años. Lo hizo con la mercantil Alameda Capital, por 3,3 millones de euros sumando el valor de la adquisición y la reforma. En 2010 ya había dado su segundo salto a Madrid, con la adquisición, a través de su firma Losan Hotels World, del Husa Paseo del Arte y el Holiday Inn, entre otros. Inversiones que siempre acabaron mal. El primero era el regreso de Losada a España tras desprenderse del hotel Serrano en 1999. En medio de todo ello, junto a un grupo de cajas de ahorro con las que compartía Losan (él tenía la titularidad del 17%, siendo el principal accionista) se introdujo con las marcas NH, Hotusa, Husa y la alemana Steigenberg, en ciudades como París, Berlín, Londres, Bruselas y Nueva York. Un imperio valorado hace años en 1.200 millones de euros. Con semejante currículum, ¿cómo ha acabado con una mano detrás y otra delante, presuntamente? Para colmo, el 8 de noviembre el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León ratificó la sentencia a cinco años de cárcel por la estafa agravada cometida en la adquisición de otro hotel Quindós en León a una familia conocida de esa ciudad. Asimismo, se le ha impuesto el pago de 16 meses de multa, a razón de 6 euros diarios, y a una indemnización de 2,1 millones de euros a los demandantes más intereses por no haber pagado, además de otra de 60.000 euros por daños morales a la familia vendedora. Así, pues, César Losada ha pasado de ser el hombre de oro del sector hotelero a ser expulsado judicialmente de un piso alquilado y a tener un pie en prisión. En febrero de 2023, el matrimonio conformado por Nelson González y Otty Díaz, que habían puesto su piso en la avenida de Manuel Fraga Iribarne en alquiler, fueron contactados por Losada a través de un portal inmobiliario. Son 200 metros en un dúplex con calidades extraordinarias. La nómina del magnate, o eso decía él, era muy abultada y firmaron un contrato temporal hasta agosto. Una vez concluido, la pareja decidió renovárselo por un año más. Pero dejó de pagar la renta. Aquí reproducimos una de las conversaciones entre el moroso y su víctima, excusándose: —César: Tengo una nómina de 100.000 euros al mes, que se me queda en 46.000 líquidos. Lo que pasa es que me retienen un embargo de Hacienda de todas las cuentas. Eso es lo que me ha matado. Están los abogados solucionándolo. Me ha pedido Hacienda un aval de 1,5 millones. —Nelson: Ese cuento me lo has contado ya cien veces, César. No te lo crees ni tú mismo. —C: ¿Tú el piso no me lo venderías por un millón de euros, no? —N: Yo contigo no hago negocios después de lo que has hecho. Ni loco. Lo que quiero es que te vayas lo antes posible. —C: Vale, vale, vale… —N: De buen rollo: ¿cómo hacemos para que te vayas? —C: Estoy buscando pisos a tope. Lo que me mata es cuando se meten en internet [en referencia a que su nombre aparece en buscadores por muchos asuntos de impago y similares]. —N: Pero eso no es de ahora. No es culpa mía. Revisa tu nombre en internet, salen hasta denuncias en Inglaterra. Llevas mucho con problemas de estafas, desde hace años. —C: Tengo una deuda con Hacienda de 4 millones de euros. —N: Te hice el favor porque tenías tu nómina y tu declaración de la Renta. Te alquilé de buena fe. No se puede confiar en gente como tú. Tengo dos niños pequeños, mi madre tiene más de 80 años, mis suegros también. No tenemos donde vivir por culpa tuya, vivimos arrimados en una habitación. No tienes corazón. Vivimos cinco personas en una habitación. Búscate la vida tú. Tengo que sacar adelante a mi familia, no soy millonario como tú . Te debería dar vergüenza. Tengo que pedir dinero prestado a mi hermano para comer. En medio de este quilombo, Nelson descubrió que César había entrado en su casa de Valdebebas solo un día después de salir de otra en la que también un pufo considerable, de más de 30.000 euros. En enero de 2022, este otro timado firmó el contrato de alquiler con Losada por valor de 2.600 euros al mes. El moroso pagó un mes de fianza y dos de garantía. Y nada más, porque dejó de abonar la renta. A los seis meses, fue denunciado y en febrero de 2023 se marchó de la casa, después de mediar una empresa de 'desokupación'. Dejó destrozos por valor de 8.000 euros. Y se fue al piso de Nelson. Los propietarios pusieron el asunto en manos de los tribunales, en un largo y tortuoso camino por reivindicar sus derechos: el abono de 2.100 euros de alquiler mensuales más el de los servicios, «que eran altísimos»«, remacha Nelson González. Que si le habían embargado las cuentas, que si estaba hospitalizado… Excusa tras excusa. Él y su mujer también contrataron una empresa de 'desokupación', pero Losada »consiguió alargar el proceso«. En junio, el juzgado de Primera Instancia número 7 de Madrid dictaba la orden de lanzamiento. »No respondía a las notificaciones y siguió dilatando el asunto«, narra su víctima. Hasta que este 18 de septiembre, los tribunales estipularon para el 18 de noviembre el desahucio. «Al final, este lunes, la Policía Municipal tuvo que abrir la puerta con un cerrajero, porque él no se quería ir. Los agentes lo sacaron de allí. El piso está sucio, pero como él no se esperaba que lo echaran ese día, todo le pilló por sorpresa, no había desperfectos. Nos debe 40.000 euros, tanto por los 15 meses de impago del alquiler como por los servicios», insiste González, en conversación telefónica desde Emiratos Árabes con ABC. Antes, el 20 de diciembre de 2023 y tras la 'visita' de los 'desokupadores', Otty, la esposa de Nelson, se dirigió al piso con su marido, sus hijos, sus padres y su suegra «para convencer a esta persona de que pagara o entregara las llaves». Eran las seis y media de la tarde y, mientras esperaban en un parque cercano, vieron llegar a la mujer de César, Fernanda, a la que preguntó: «¿Cuándo me vais a pagar?». a lo que la interpelada respondió: «Nos vemos en los tribunales», según la denuncia policial, a la que ha tenido acceso este periódico. «Mis hijos se van a quedar sin Navidad por vuestra culpa» le reprochó Otty, a lo que Fernanda contestó: «¡Llévate de aquí a tus hijos de mierda!». La niña de 6 años entró en una crisis de ansiedad y la morosa insistió, retadora: «¿Me vais a pegar?». «No, estoy muy por encima de ti, no te metas con mis hijos», dijo su víctima. Entonces, la inquiokupa la agarró por los pelos, la llevó al ascensor y comenzó a estrangularla, hasta que su familia logró separarlas, incide la denuncia. Fue atendida por el Samur y presentó el parte de lesiones por agresión. Ahora, atrás queda todo, con la particular despedida del moroso y estafador de los hoteles de cinco estrellas en forma de casi un mensaje dentro de una botella: «Hacer un plan diario de actividades fuera de casa. Yo tengo ahora una vida depresiva, presidida por la monotonía. Da lo mismo que sea lunes o martes o fin de semana, y eso no se cura con pastillas, sino cambiando poco a poco de tipo de vida. Y voy a hacerlo desde la semana del 16 de septiembre en adelanta. Saber que hay dos cosas negativas para mí en estos momentos: estar solo y sin hacer nada. Porque de esa manera me voy…».