¿Sabotaje ruso o accidente fortuito? El corte de dos cables submarinos de fibra óptica en el Báltico siembra temor en Alemania y Finlandia
De nuevo, las aguas del mar del norte en el ojo del huracán. Un extraño corte de un cable submarino que conecta Finlandia con Alemania fue cortado cerca de la isla sueca de Gotland, en el mar Báltico, durante la madrugada del lunes. Este corte en una infraestructura crítica para Europa ha generado preocupación en Finlandia y el resto de Europa, al alimentar temores de un posible sabotaje ruso, en un contexto de alta tensión en la región.
La compañía estatal finlandesa Cinia, encargada de gestionar la conexión, reveló que, además del corte en el cable principal, un segundo cable que recorre 1.170 kilómetros junto a gasoductos y otras infraestructuras clave también sufrió daños. Las interrupciones incluyen un enlace de 1.200 km entre Alemania y Finlandia y un cable de 218 km entre Lituania y Suecia. Ante la situación, Cinia envió un barco de reparación para investigar la causa de la interrupción de la conexión, que afecta al único cable que conecta a Finlandia directamente con Europa central.
La Agencia de Comunicaciones de Finlandia aseguró que, por el momento, la mayoría de los usuarios de Internet no notarán grandes impactos, ya que el país tiene alternativas de conexión a través de otros cables en el continente. No obstante, el incidente ha puesto de relieve la vulnerabilidad de las infraestructuras de comunicación y energía en el mar Báltico, especialmente en un momento de creciente vigilancia y cautela por parte de los gobiernos europeos hacia Rusia.
Aunque Cinia no ha encontrado pruebas directas que indiquen un sabotaje, sus directivos no descartan que el daño pueda estar relacionado con la actividad humana. Ari-Jussi Knaapila, director ejecutivo de la compañía, explicó que "este tipo de roturas sin impacto externo no ocurren en estas aguas", lo que sugiere que algún tipo de intervención, ya sea accidental o deliberada, podría estar detrás del daño al cable. Según Knaapila, es posible que el cable haya sido afectado por un arrastrero o un barco que lanzó un ancla de emergencia, aunque subrayó que los cables de fibra óptica están protegidos por una doble capa de acero para evitar daños accidentales.
El incidente ocurre en un momento delicado para Finlandia, que recientemente ingresó en la OTAN, tras décadas de neutralidad. Esta adhesión ha puesto en alerta máxima al país nórdico ante posibles acciones de espionaje o sabotaje por parte de Rusia, su vecino oriental. En septiembre, la inteligencia de la OTAN advirtió sobre la creación de una unidad submarina secreta rusa, cuyo objetivo sería sabotear infraestructura clave en el mar Báltico, lo que refuerza los temores de que este tipo de incidentes puedan tener una motivación geopolítica.
Además, Dmitry Medvedev, expresidente ruso, comentó recientemente que los cables submarinos que conectan a Europa con otras regiones podrían ser objetivos legítimos, debido a la “complicidad” de los países occidentales en la destrucción del gasoducto Nord Stream, otra infraestructura clave que sufrió daños el año pasado en circunstancias sospechosas.
Ante estos desafíos, el Ministerio de Transportes y Comunicaciones de Finlandia ha emitido nuevas directrices de crisis, incluyendo pautas sobre cómo actuar en caso de interrupciones prolongadas en la infraestructura de telecomunicaciones. Estas medidas buscan preparar a la población ante la posibilidad de que ocurran incidentes similares en el futuro, ya que la proximidad de Rusia y la presencia de Estados miembros de la OTAN en el Báltico han convertido a esta región en un punto vulnerable para las comunicaciones y el suministro energético de Europa.
La reciente historia del Báltico como epicentro de incidentes en infraestructuras críticas no es nueva. La explosión del gasoducto Nord Stream, que conectaba a Rusia y Alemania, sigue bajo investigación, aunque se sospecha que un grupo vinculado a Ucrania podría estar detrás del ataque. Más recientemente, un carguero chino dañó accidentalmente con su ancla un gasoducto entre Finlandia y Estonia, un incidente que también generó dudas en Occidente sobre la verdadera naturaleza del hecho.
La continuidad de estos incidentes pone de relieve la importancia de asegurar las conexiones submarinas en Europa y la urgente necesidad de mantenerlas bajo una vigilancia más estricta.