Investigadores descubren un animal con dedos en la cola y una bolsa para recoger sus alimentos en el fondo del océano
En las profundidades abisales de la llamada Zona de Medianoche, un equipo de investigadores del Instituto de Investigación del Acuario de la Bahía de Monterey (MBARI) ha dado a conocer una nueva especie que desafía lo conocido. Bautizada como Bathydevius caudactylus, esta criatura fue avistada por primera vez en el año 2000 en la bahía de Monterey, California, a través de un vehículo operado a distancia.
Esta babosa marina del grupo de los nudibranquios es capaz de emitir luz propia, una característica crucial en la oscuridad absoluta de las profundidades oceánicas, que alcanza entre 1.000 y 4.000 metros bajo la superficie. Gracias a esta bioluminiscencia, logra esquivar depredadores y atraer presas. Según Bruce Robison, principal investigador del estudio, este descubrimiento permite entender mejor los hábitats extremos que dominan los océanos del planeta.
¿Qué clase de especie es el animal descubierto?
El Bathydevius caudactylus pertenece al orden de los nudibranquios, conocidos por su diversidad y llamativas características. Este animal es único entre las babosas marinas porque habita la columna de agua profunda, en lugar de desplazarse por el fondo marino. Con un tamaño de 14,5 centímetros, su cuerpo combina una apariencia gelatinosa y apéndices que simulan dedos en la cola, rasgos nunca antes vistos en este tipo de especies.
Desde su hallazgo inicial, los científicos han utilizado imágenes y videos de alta resolución para estudiar a este molusco. Además, confirmaron que su alimentación consiste principalmente en pequeños crustáceos, adaptándose a las duras condiciones de la Zona de Medianoche, donde las temperaturas rondan los 2 a 4 grados centígrados.
¿Cuáles son las cualidades del animal?
Entre las peculiaridades del Bathydevius destaca su capacidad para usar una capucha gelatinosa como herramienta para recolectar alimento, extendiéndola como una red en la corriente oceánica. Esta habilidad es única en el reino marino y, junto con su bioluminiscencia, lo convierte en un ejemplar fascinante.
Los expertos también descubrieron que el molusco utiliza señuelos luminosos para desorientar a sus depredadores. Este comportamiento, junto con su capacidad de adaptación genética y anatómica, refuerza su posición como un modelo clave para estudiar los ecosistemas oceánicos y la biodiversidad marina. La investigación, publicada en Deep Sea Research Part I, marca un hito en el conocimiento de los hábitats extremos y la fauna abisal.