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Mercedes W123: salvado de las aguas

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Abc.es 
Un Mercedes saliendo «por su propio pie» de un garaje inundado es una de las imágenes que nos quedan grabadas tras los terribles efectos de la DANA a su paso por Valencia. Se trataba de un W123, un modelo lanzado hace cuarenta y ocho años, en enero 1976. Y muchas unidades de este automóvil de la casa alemana se puede ver hoy día, casi medio siglo después, recorriendo caminos y carreteras de Marruecos como taxi, con millones de kilómetros a sus espaldas, por caminos de África Central o de la selva sudamericana cargados como camiones, o circulando por las calles de Beirut o Damasco con la carrocería agujereada por las balas de la guerra. Y también, todo hay que decir, en estado impecable mimados por aficionados a los clásicos. Mercedes no teme nada sobre sus W 114/115 en cuanto a fiabilidad y robustez, cuando en 1974, Volvo lanza su 240. Pero el público puede leer muchos artículos sobre la célula indeformable del modelo sueco, sus parachoques que absorben golpes o su dirección que se repliega en caso de accidente. Esto impacta mucho en el mercado estadounidense, sensible a las cualidades del modelo sueco en cuanto a seguridad pasiva. Y en Stuttgart reaccionan con rapidez. El 22 y el 28 de enero de 1976, en el circuito Paul Ricard, en el sur de Francia, Mercedes-Benz presenta su nueva berlina W 123 a los medios especializados. En ese momento el sustituto de los W 114/115 y antecesor de la Clase E, es considerado «el pequeño Mercedes»: aún pasarían unos años para la llegada del 190, antecesor de la Clase C, y nadie se imaginaba modelos de la casa de Stuttgart tipo Clase A o B…. Pero volvamos a 1976. Un tren alquilado exprofeso a la Deutsche Bundesbahn (Ferrocarril Federal Alemán), transportó la flota de vehículos utilizados en la presentación desde Stuttgart hasta Francia. Nada menos que 33 unidades de la serie 123, en diferentes versiones, hicieron su debut ante la prensa especializada bajo el sol mediterráneo. Inicialmente, se podía elegir nueve motores diferentes con potencias que iban desde 55 CV hasta 177 CV. La gama de motores de gasolina comprendía los modelos 200, 230, 250, 280 y 280 E, y los diéseles los modelos 200 D, 220 D, 240 D y 300 D. Los medios acogieron bien el nuevo automóvil, un veredicto confirmado por los clientes. La demanda fue tan grande que los coches del primer año de producción se agotaron poco después de su lanzamiento; algunos tuvieron que esperar hasta un año para ponerse al volante de sus coches. La serie 123 fue tan popular desde el principio que su precio de reventa se mantuvo alto durante toda su vida. En septiembre de 1976, la revista « «mot auto-journal» publicó su predicción sobre el 200 D: »ningún coche comparable puede presumir de una depreciación tan baja«. En cuanto a carrocería, si bien en principio hubo prototipos arriesgado, los diseños más audaces se quedaron en el cajón y, en 1973, se fijaron unas líneas clásicas y elegantes para el W123, inspiradas en el modelo superior, el S, para el frontal y la parte posterior, mientras que la célula central era una evolución de su antecesor, los W 114/W 115. También diseñaron el coupé (40 milímetros más bajos, 85 milímetros más corto, con una silueta alargada y dinámica), presentado en agosto de 1976. Y el familiar se presentó en septiembre de 1977 y estableció estándares para los familiares como vehículos de ocio y estilo de vida, especialmente con el sistema de control automático de nivel de la suspensión trasera como equipamiento de serie. El nombre «T-Modell» en alemán significaba «turismo y transporte» y enfatizaba el doble papel de este vehículo de la categoría media alta. Con su familiar, Mercedes-Benz lanzó en 1980, por primera vez en Alemania, un turismo con motor diésel y turbocompresor, el 300 TD Turbodiesel de 92 kW (125 CV). Esta configuración de motor también estaba disponible como berlina para la exportación a Norteamérica y Japón. La revista estadounidense «Road & Track» escribió sobre el familiar en abril de 1981: «Sin duda, el Mercedes 300 TD es el familiar más elegante que se ofrece actualmente en los EE. UU» La serie 123 era un modelo muy clásico en cuanto a arquitectura, con su motor delantero y propulsión trasera, si bien las cuatro ruedas independientes. La suspensión delantera era un montaje idéntico a la serie S que, a su vez, provenía del prototipo experimental C 111 de motor rotativo. Pero a nivel de seguridad estaba muy avanzado y así su carrocería respondía a las normas americanas de seguridad, o la barra de dirección de seguridad inventada por Béla Barényi y patentada en 1963, hacía su debut como sistema completo en el W 123. Otra característica de seguridad pasiva era el depósito de combustible anti-colisión situado detrás de los asientos posteriores mientras que la rueda de repuesto, encajada en horizontal en el suelo del maletero, hacía su trabajo para reducir los efectos de un impacto en la parte posterior. En la serie 123, Mercedes-Benz ofrecía como equipamiento opcional el control de crucero, además del sistema de frenos antibloqueo ABS a partir de 1980 y, a partir de 1982, el airbag del conductor, disponible por primera vez en esta categoría de vehículos. La dirección asistida, que montaban de serie desde el inicio los 250, 280, 280 E y 300D, se extiende como equipamiento de serie a partir de ese mismo año, a todas las versiones. Las ópticas verticales de los W 114/115, dejaban paso a las horizontales de la serie S, con una clara mejora de la capacidad de iluminación. Incluso en el modelo superior, el 280 y 280 E, eran idénticas a la serie S. Las pruebas con sistemas de propulsión alternativos en los vehículos de la serie 123, como el hidrógeno, los motores eléctricos y el gas licuado de petróleo (GLP), fueron una clara referencia para desarrollos futuros. A finales de 1976, se hace pública la organización del «Singapore Airlines Rally London-Sydney 1977», organizado para celebrar el 30º aniversario de la historia de la aerolínea en la aviación. Se disputará entre Londres y Sídney, recorrerá tres continentes, con un total de 30.000 kilómetros, pasará por 30 puntos de control en 30 días y contará con un fondo de premios de 30.000 dólares australianos: «Será el rally automovilístico más largo de la historia», anuncian sus responsables. La idea es muy sencilla: recorrer una ruta de 30.000 kilómetros desde una ópera a otra... desde el Covent Garden de Londres hasta la Ópera de Sídney. Comenzó con 12 días de ruta atravesando 11 países desde Londres hasta Madrás antes de enviar los coches a Malasia para el tramo hasta Singapur... y luego cargar los coches restantes en otro barco para llevarlos a Perth, Australia. A medida que avanzaba el evento, se volvería aún más agotador de lo anunciado originalmente. El 28 de septiembre de 1977, Andrew Cowan, acompañado de Colin Malkin y Mike Broad conseguían el primer puesto en el Rally Londres-Sydney al volante de un 280 E (W 123), seguidos de Tony Fowkes y Peter O'Gorman quedaron en segundo lugar, también con un 280 E. En total, en la salida había seis 280 E, supervisados por Erich Waxenberger y con apoyo de fábrica, y cuatro de ellos acabaron entre los diez primeros. Los coches eran básicamente los modelos serie de la berlina, a los que se les habían adaptado ruedas especiales y modificaciones del chasis y, en lugar del parachoques delantero, se les habían colocado placas para desatascar en la arena. Además de la red de bases de servicio a lo largo de la ruta, también se desplegaron varios vehículos de apoyo (W 123 y Unimog). La serie 123 se fabricó hasta noviembre de 1985, cuando diez meses antes había comenzado la era de la no menos exitosa serie 124. La producción de los modelos Estate de la serie 123, que tuvieron un éxito especial, se prolongó incluso hasta enero de 1986. Entre 1975 y 1986 se fabricaron casi 2,7 millones de vehículos, de los cuales la mayor parte correspondió a berlinas con batalla normal (2.375.440 unidades). Se fabricaron 199.517 unidades del Estate y 99.884 vehículos Coupé. A estos se sumaron 13.700 berlinas con batalla larga y 8.373 chasis como base para carrocerías especiales. Los medios especializados de su época consideraban la serie 123 como el más homogéneo de su segmento. Entre las cualidades se citaba su silencio de funcionamiento (incluso en las versiones diésel dentro del contexto de la época); la excelente posición de conducción, una dirección bien asistida, una frenada eficaz (una de sus mejores virtudes), el confort de suspensión y la habitabilidad. También se le criticaba unos asientos demasiado duros, una ligera inestabilidad en línea recta a alta velocidad y una cierta tendencia al balanceo en malas carreteras. Lo que no sabían aquellos que probaron los primeros W 123 es que, entre sus cualidades estaba una capacidad de resistencia ante el paso de los años y de los kilómetros, excepcional. Si bien sus mecánicas son indestructibles, precisan un cambio de aceite regular (entre 5000 y 7000 kilómetros). Y, en cuanto a la carrocería, hay que vigilar puntos de óxido en el suelo y en los anclajes de la suspensión, como en muchos modelos de la época. Respecto a piezas de recambio, ningún problema: Mercedes Benz a través de su departamento Mercedes Classic, dispone de un amplio catálogo de piezas originales, a un precio alto, eso sí, pero con toda la garantía de la marca. Y también hay varios especialistas tanto en Alemania como en el Reino Unido. En resumen, sin problemas para mantener y disfrutar de este clásico con una bien ganada fama de fiable e indestructible.