El estajanovista
Stajanov fue un minero soviético que batió todos los récords de extracción de carbón, y precursor del estajanovismo, “método ideado para aumentar la productividad laboral, propio de los sistemas socialistas, basado en la iniciativa de los trabajadores”. Estajanovista contemporáneo es Sergio Ramos. Cualquier hora, diurna, nocturna o mediopensionista, le sirve de excusa para machacarse. Como diría aquél, está hecho un toro de cabeza para abajo. No deja de enviar mensajes subliminales al Madrid que en cuestión de centrales y zagueros diestros está canino. Con Alaba en fase de recuperación y Militão y Carvajal en plena reconstrucción del cruzado, tiembla la retaguardia. Lucas Vázquez, lateral derecho interino, también se ha lesionado. Como Tchouaméni, central ocasional. Quedan Rüdiger y Vallejo, este último, un chaval extraordinario víctima del miedo escénico. La alternativa inmediata es el canterano Asencio. Conclusión, hay que fichar. No se cubrió la ausencia de Nacho, ni la de Kroos, y los problemas acucian al Madrid. De ahí la exposición permanente de Ramos, que no llama al club porque teme que lo rechacen. ¿Sería un buen refuerzo de aquí a junio? Lo sería. Se cuida, está en forma, pide a gritos una oportunidad, en el Sevilla jugó la pasada temporada por un millón (bruto), una ganga. El obstáculo es que echó un pulso con el club y lo perdió, exigió dos años, sólo le ofrecían uno y el cuento se acabó. Se columpió y ahora no sabe cómo “entrarle” a Florentino. Quizá porque en un primer sondeo de su entorno le han respondido que no hay tutía. Así pues, Pilar (Rubio) seguirá grabándole vídeos a deshoras, continuará preguntándole si es necesario mostrarle en redes echando el bofe y él, apenas con resuello, responderá con un escueto: “Sí, ‘love’”. Mientras reza una pequeña oración, como Aretha Franklin, para que lo acoja FP.