Biden reaparece y dice que colaborará con el relevo de Trump
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Algo marcará profundamente la diferencia entre los dos presidentes más recientes, que han debido dejar la Casa Blanca contra su voluntad. Mientras que Donald Trump se aferró al cargo denunciando sin pruebas un fraude electoral, Joe Biden compareció este jueves ante la nación para prometer un traspaso de poder pacífico y pedir calma a su partido y a quienes recelan del ganador. «No se puede amar a este país solo cuando se gana», expresó Biden. Rodeado de su gabinete y familiares en el Rosal de la Casa Blanca, Biden se enfrentó una misión compleja: explicar que el hombre al que señaló en campaña como una amenaza para la democracia recibirá su apoyo para regresar al Despacho Oval. Los demócratas, que han tachado a Trump de fascista, ahora deben abrirle las puertas de la Casa Blanca y facilitar su regreso, decidido en las urnas, el gran bastión y la salvaguarda de la tradición democrática. Biden afirmó que, en una democracia, «el país elige y todos aceptamos esa elección». Añadió: «No se puede querer al vecino solo cuando estamos de acuerdo. Algo que podemos hacer, sin importar por quién hayamos votado, es vernos como compatriotas y bajar la tensión política». Este clima de polarización afecta a ambos partidos en un país que, según diversas encuestas, es uno de los más enfrentados y polarizados, junto con España, Argentina y Corea del Sur. Acompañando a Biden, las caras largas de su equipo reflejaban noches de insomnio, incredulidad y preocupación. Los funcionarios de carrera, que son muchos, ven peligrar su estabilidad, su modo de vida, ya que Trump ha anunciado que traerá al millonario Elon Musk a Washington para llevar a cabo recortes y despidos generalizados en busca de reducir el gasto. Pese a que su propio partido lo critica y responsabiliza de los reveses electorales, Biden dio la cara. Salió del Despacho Oval como suele hacer, tarde, y habló con franqueza y optimismo: «Durante más de 200 años, EE.UU. ha llevado a cabo el experimento de autogobierno más grande en la historia del mundo», afirmó. «No es una exageración, es un hecho. Un país donde el pueblo vota y elige a sus propios líderes de manera pacífica. Estamos en una democracia. La voluntad del pueblo siempre prevalece». Biden añadió: «Ayer hablé con el presidente electo Trump para felicitarlo por su victoria y le aseguré que toda mi administración trabajará con su equipo para garantizar una transición pacífica y ordenada. Eso es lo que el pueblo estadounidense merece». Como hizo Obama en su momento, Biden abrirá las puertas de la Casa Blanca y se pondrá a disposición del nuevo presidente, algo que Trump, quien se negó a aceptar su derrota, no permitió en su momento. Mencionar a Trump provocó gestos de resignación en el equipo de Biden; el hombre al que pensaron desterrado vuelve con fuerza y con el respaldo del voto popular. En cierto modo, su victoria, insólita y contundente, es un rechazo a los cuatro años de gestión de estos funcionarios. El presidente evitó cualquier tono de revancha y se mostró conciliador, incluso hacia su vicepresidenta, Kamala Harris, quien estuvo ausente en este importante discurso. La elogió: «Tiene una columna vertebral firme y un carácter verdadero», dijo. «Ella y su equipo deben estar orgullosos de la campaña que realizaron», agregó. Durante la campaña, Biden fue relegado en los últimos días, confinado en su residencia en Delaware o en la Casa Blanca tras algún desliz, como cuando llamó «basura» a los seguidores de Trump. Sin mostrar rencores, Biden se despidió con una ovación de varios minutos, alzando la mano, volviendo a su despacho. El 20 de enero deberá dar el relevo a su sucesor, pero aun tiene cierto margen de maniobra para aprobar algún decreto y sobre todo elegir a quien indulta.