Ex directivo de Paramount habla del cambio de poder en industria del cine y televisión
La carrera de Barry Dillerse ha caracterizado por grandes trabajos, grandes apuestas y mucho dinero. Durante más de 50 años en la industria de medios y entretenimiento, ascendió desde la sala de correo de la agencia de talentos, William Morris, hasta los puestos más altos de Hollywood. Dirigió Paramount Pictures mientras estrenaba éxitos como Fiebre de sábado por la noche, Indiana Jones y los Cazadores del Arca Perdida y Cheers. Se coló en el acogedor club de la radiodifusión estadounidense, cuando lanzó la cuarta cadena nacional (Fox) para Rupert Murdoch. Compró (y vendió) el canal de compras QVC, dirigió el estudio cinematográfico Universal y se subió a la ola de las puntocom con IAC, donde reunió una cartera de marcas en línea, que en varias ocasiones incluyó a Expedia, Tinder y Match.com.Forbes estima que su patrimonio neto es de 4 mil 600 millones de dólares (mdd), lo que le permite lujos como un gran barco (el Eos, uno de los yates más grandes del mundo) y fondos para clonar cinco veces a su perro fallecido, un cruce de Jack Russell llamado Shannon.Es una carrera en constante movimiento, por lo que cuando Diller presentó una oferta por Paramount este verano fue una sorpresa, sobre todo porque en los últimos años ha sido pesimista con respecto a Hollywood y los retos estructurales que enfrentan el cine y la televisión.“Siempre habrá un pedacito de mi corazón con Paramount escrito en él” dice. “Pensé que sabía qué hacer con ellos”. Acabamos de terminar un debate en el escenario de la conferencia Business of Entertainment de Financial Times en un hotel de West Hollywood y estamos sentados en una suite con vista a Beverly Hills, al sur y Hollywood al este. Su oferta por Paramount estuvo motivada, dice, por “más un deber que un deseo debido a la simetría de mi propia vida”.¿Simetría? “Fui director general durante 10 años y luego, en la década de 1990, estuve muy cerca (de comprarlos)”. En ese entonces, una oferta del fallecido Sumner Redstone lo superó. Diller señaló su derrota con una simple declaración: “Ellos ganaron. Nosotros perdimos. A lo que sigue”.Esta vez, el hombre de 82 años se retiró después de llegar a la conclusión de que carecía de la potencia de fuego para competir con el postor rival y eventual ganador Skydance, propiedad de David Ellison, el hijo del fundador de Oracle, Larry (un patrimonio neto estimado: 215 mil mdd). “Nunca creo que sea bueno estar en una subasta con alguien con un balance mucho mejor que el tuyo”.La subasta hizo poco para cambiar la opinión de Diller sobre el cambio de poder de Hollywood a Silicon Valley. El control de Hollywood sobre el entretenimiento a nivel mundial “desapareció. Ya no existe. Netflix, Amazon y Apple son realmente los que controlan el negocio del cine y la televisión a nivel mundial”.Murdoch, amigo de Diller, pensó lo mismo hace siete años y citó el ascenso de Netflix como una razón para salir del negocio del cine cuando vendió su estudio Fox a Walt Disney. Diller dice que su ascenso no ha sido necesariamente bueno para la calidad del contenido que se produce.“Siempre voy a creer que, creativamente, la mejor organización para hacer contenido --películas, televisión, lo que sea-- es lineal y estrecha. Es decir, que no forma parte de un conglomerado gigante. No tiene ninguna otra actividad (en marcha) más que decidir: cuál es la idea, qué se va a hacer”.A medida que las empresas de medios se han consolidado y las compañías de tecnología se trasladaron al territorio de Tinsel Town (como se conoce a Hollywood), “ni siquiera se puede encontrar el blanco de los ojos de la persona que toma la decisión (sobre el contenido)”. La persona que está en la cima de la organización debe ser la responsable en última instancia de la producción creativa”, agrega. “Eso no es algo que se pueda delegar. ¡Debería ser tu propio ser! La persona de mayor rango (en la empresa) debería estar en la línea del éxito o el fracaso de su producto”.Después de ver a las grandes compañías de tecnología derrotar y devorar a Hollywood, la industria del entretenimiento se prepara para una mayor disrupción por parte de la inteligencia artificial. Dejando de lado el interés emocional de Diller en Paramount, admite que pensó “en lo fácil que sería desintermediar todo aquello en lo que había estado involucrado... mediante la inteligencia artificial o por diferentes tipos de competencia”. Esto llevó a centrar la atención en sectores y negocios “que no pueden desintermediarse”.No se puede desintermediar una experiencia física, por eso Diller e IAC apuestan por Las Vegas. En los últimos cuatro años acumularon una participación de 22 por ciento en MGM Resorts, el grupo de juegos propietario de megacasinos de Las Vegas, incluidos Bellagio, Aria y Mandalay Bay.MGM Resorts tiene nueve propiedades en Las Vegas, lo que equivale a una participación de mercado de aproximadamente 40 por ciento en la ciudad. “La cantidad de entretenimiento, deportes, espectáculos en vivo, en todas las variedades y combinaciones posibles en Las Vegas, no tiene igual en ningún lugar del mundo”, se maravilla Diller. “No se puede duplicar”.Para ser propietario de un casino en Las Vegas se necesita una licencia de juego y el permiso completo de Diller fue aprobado con retraso en mayo. Pero su solicitud se vio frenada por una investigación de la Comisión de Bolsa y Valores de EU (SEC, por sus siglas en inglés), sobre el tráfico de información privilegiada de las acciones de Activision Blizzard poco antes de la oferta de 75 mil mdd de Microsoft por el grupo de videojuegos en enero de 2022. Diller, que conoce al director general de Activision, Bobby Kotick, y a Alexander von Furstenberg, el hijo de la esposa de Diller, la diseñadora de moda Diane, compraron acciones antes del acuerdo. Fueron investigados, al igual que David Geffen, un magnate de los medios y viejo amigo.Diller describió la compra de acciones de Activision como una “apuesta afortunada”. La SEC abandonó su investigación esta primavera. En ese momento, dijo: “No hubo tráfico de información privilegiada y nadie actuó con base en ninguna información privilegiada. La investigación lo demostró”.Diller es un partidario desde hace mucho tiempo de los candidatos demócratas y donó a la campaña presidencial de Kamala Harris. Sin embargo, no es admirador de la presidenta de la Comisión Federal de Comercio (FTC, por sus siglas en inglés), Lina Khan, designada por Joe Biden, que adoptó una estratégia más enérgica para la aplicación de las leyes antimonopolio. Este verano, Diller le dijo a CNBC que iba a hacer cabildeo con Harris para que la saque si gana la Casa Blanca, diciendo que Khan estaba en contra de “casi cualquier cosa” que las empresas quisieran hacer para crecer.Tiene palabras más duras para el oponente de Harris --y algunos de sus partidarios más ricos-- en la contienda presidencial. “Quiero que Donald Trump pase al basurero de la historia. Lo que me sorprende son los plutócratas”. Se controla a sí mismo. “No todos ellos…supongo que podría ser considerado uno de ellos. Pero muchos de ellos dicen que votaron por Trump debido a su posición sobre los impuestos y otras cosas que les permitirán conservar sus dólares cuando tienen más dólares de los que se puede pensar que necesiten”.Menciona a John Paulson, el multimillonario de los fondos de cobertura. “Lo escuché hablar (sobre Trump) durante 20 minutos y…nunca habló sobre la naturaleza de la persona. Lo que él y otros hacen es negarse a hablar sobre el carácter de lo que podría decirse que es una persona despreciable”.Trump y Diller saltaron a la fama casi al mismo tiempo y eran habituales de la escena social neoyorquina de la década de 1970. Diller y von Furstenberg solían ir al club nocturno Studio 54 en Manhattan; se sabe que Trump también fue algunas veces, aunque es difícil imaginar a los tres compartiendo la misma pista de baile.Cuando entrevisté a Diller por última vez hace casi una década, reveló que estaba en el club la tristemente célebre noche en que Bianca Jagger “entró en un caballo blanco”. Jagger escribió al Financial Times en respuesta para aclarar que llevaron el caballo al edificio y que ella “tomó la estúpida decisión de subirse a él durante unos minutos”. Fue fotografiada, la imagen “dando lugar a la fábula... de que llegué al Studio 54 en un caballo blanco”.Le cuento a Diller sobre la carta de Jagger. “Entonces su recuerdo varía del mío”, gruñe.¿Se encontró alguna vez con Trump? “Lo conocí cuando tenía treinta y tantos años en Paramount y era un agente inmobiliario prometedor. Me invitó a almorzar…me intrigó un poco”.El almuerzo no salió bien. Trump, dice, era una de esas personas que conoces “y todo lo que te dicen es lo genial que eres”. Los cumplidos eran “sin fundamento” hasta el punto de que eran “casi un insulto. Recuerdo ir al elevador y cuando la puerta se cerró pensé: no quiero volver a ver a esta persona en mi vida”.Ocasionalmente se encontró con Trump en las siguientes décadas. “Si estaba en el mismo entorno que él, mi misión era no hablar nunca con él. “Es sensible al rechazo, por lo que me lanzaba crueles ataques contra mí solo porque estaba claro que no me agradaba”.A los trabajos importantes y las grandes apuestas hay que sumarles un gran desdén: “Han pasado 45 años desde mi primer encuentro y nunca he hablado con él desde entonces. Así que tengo una placa”.ERR