Juan Palomo visita la Peña Bética de Santa Clara: «Aquí encuentras lo que estamos perdiendo en el centro»
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Juan Palomo es un enamorado de los bares de barrio de toda la vida. Por eso acude cada semana a la Peña Bética de Santa Clara , ubicada en una plaza porticada y gestionada por uno de sus amigos más cercanos: Álvaro Vélez . Lo conoce desde el colegio e incluso han tenido negocios juntos: desde un catering hasta Los Palillos, la propuesta que abrieron en el mismo local donde Juan Palomo tiene actualmente un establecimiento bautizado con su propio nombre. Después tomaron caminos diferentes pero siempre han mantenido el contacto y el compadreo. Cada domingo después de ir a misa Juan visita en familia a su amigo Álvaro en esta acogedora plaza de San Clara. Allí encuentra la tranquilidad y el ambiente genuino que ya cuesta encontrar en el centro , donde tiene su establecimiento, al que ha sumado hace unos meses un segundo proyecto en El Porvenir: Casa Copete. Charlamos con los dos hosteleros sobre la autenticidad de la hostelería de barrio , la fidelidad del público que acude a estos locales y la singularidad de sentirse realizado como cocinero en ubicaciones alejadas del bullicio urbano. ¿Qué tiene de especial la Peña Bética de Santa Clara? Juan Palomo: Es un sitio ideal para el público familiar. Los niños pueden jugar tranquilamente en la plaza mientras los padres disfrutamos de un tapeo auténtico y una de las mejores cervezas de Sevilla, porque éste es un templo Cruzcampo. Álvaro Vélez: La Peña comenzó hace 17 años con unos 400 socios del barrio a iniciativa de un señor muy bético que había en Santa Clara y que se llamaba Joaquín García. Él conocía a mi padre, que también era muy bético y trabajaba en la Cruzcampo y yo, que en aquella fecha estaba centrado en mi catering, me vinculé desde el primer momento al negocio. Aunque comencé con una propuesta discreta, hace diez años me quedé con el local vecino y monté ahí una cocina, lo que me permitió mejorar bastante la oferta gastronómica que tenía. ¿Cuáles son las especialidades de la Peña Bética? J.P.: Me encantan los guisos y los arroces (aunque a mí me salen mejor). Ha intentando hacer la tortilla que yo hago pero tampoco mejora la mía (risas). El pescaíto frito es muy bueno, porque éste es de los sitios que cambian el aceite… La única pega que encuentro son los postres y eso los golosos lo tenemos muy en cuenta… A.V.: Tengo algunos postres que traigo de un obrador pero es verdad que es mi asignatura pendiente. J.P.: A Álvaro y a mí nos pasa que venimos de casas donde nuestras madres siempre han cocinado muy bien y ahora nos escandalizamos cuando ellas nos piden algún consejo… ¡Si las maestras son ellas! A.V.: Lo que más me piden que haga (aunque no lo tengo en carta) es la cola de toro, que suelo ponerla los fines de semana como sugerencia y tiene mucho éxito. También los garbanzos con pringá. J.P.: Y las migas. ¿Cómo es el ambiente que encuentra el público de la Peña Bética de Santa Clara? J.P.: Como a todos los barrios, a Santa Clara le pasa que parece un pueblo. Llegas, saludas a todos y encuentras lo que estamos perdiendo en el centro. Esto es un bar de familias y de amigos, que es lo que teníamos en el centro hace 20 años y que ya apenas se ve. Niños jugando en la plaza, compadreo con los camareros… eso se da ya en muy pocos bares en Sevilla. En este barrio los pisos se venden antes de llegar a internet, los compran los propios vecinos para alguien de su familia. Es un barrio ultrarresidencial, aunque mucha gente sigue pensando que estamos en la otra punta del mundo y nada de eso. A.V.: El 24 de diciembre viene todo Santa Clara y regresan vecinos que llevan tiempo fuera. Se crea un ambiente increíble, de gente que se conoce y se aprecia y tiene ganas de pasarlo bien. Aunque seamos peña bética aquí paran también muchos sevillistas. J.P.: De eso doy fe, el bar se llama Peña Bética pero viene la gente del barrio independientemente del fútbol. Entonces Santa Clara tiene mucho «orgullo de barrio»… A.V.: Completamente, aquí nos llamamos «santaclareños». J.P.: Somos muy de pueblo y eso me encanta. Aquí guiris no llegan, si acaso alguien de Nervión… (risas). Yo sí me traigo a muchos amigos porque es un sitio muy cómodo para venir con público familiar. Me estoy transformando en un talibán, porque ya se llama restaurante a cualquier cosa y para mí sigue habiendo menos de diez en Sevilla… Ahora todos los negocios quieren ser restaurante y yo me pregunto: ¿por qué no ser lo que hemos sido siempre? No podemos perder esa esencia del bar de barrio que tanto nos gusta en esta ciudad. ¿Cómo valora la situación que vive la hostelería del centro? J.P.: En el centro hay un mal endémico y ojo que no es solo culpa del turismo. Son las colas para todo, algo que resulta muy incómodo. Quedamos muy pocos sevillanos con bares para sevillanos y la administración local en lugar de apoyarnos a veces nos lo pone difícil. A.V.: Deberíamos estar orgullosos de que venga tanta gente a Sevilla pero es verdad que hay muchos bares del centro que ya no se pueden pisar. J.P.: Yo rompo una lanza a favor del turismo, porque cuando abrí en 2004 recuerdo que casi regalaban los locales y estaba todo como abandonado. Cuando empezamos con Alcopone y Groucho la gente nos decía que si estábamos locos, porque la movida estaba en Los Remedios y Viapol. Pienso que si no fuera por el turismo el centro estaría muerto. Cuando abrió La Azotea no había otro gastrobar en el centro. En la Alfalfa solo estaba La Mina… No digo que el turismo no se esté yendo un poco de madre y que se esté perdiendo la esencia pero, si no llega a ser por ese fenómeno, el centro estaría en decadencia. ¿Qué podemos hacer? Abrir en los barrios, como yo he hecho en El Porvenir y estoy encantado. Por eso pienso que tenemos que defender a ultranza sitios como la Peña Bética de Santa Clara, de los que cada vez quedan menos. Empezó la carrera de Derecho y la dejó, aunque su padre le puso como condición terminar sus estudios si quería dedicarse a otros asuntos. Llamándose Juan Palomo y teniendo una madre que cocinaba como los ángeles era difícil que no acabara enredado entre fogones. Después de varias incursiones en el sector del ocio nocturno se atrevió con la gastronomía y hoy está al frente de un establecimiento en la calle Huelva llamado como él: Casa Juan Palomo, que se ha hecho famoso entre otras cosas por su tortilla hecha al momento o sus huevos rellenos. Hace unos meses se unió a su vecino de Bar Fabiola para abrir Casa Copete en El Porvenir .