Sánchez y Feijóo no cruzan palabra
La ira de los afectados por las lluvias torrenciales en Valencia –que no puede confundirse con minoritarias acciones ultras– no cambia las inercias en la política. Después de lo que se vivió el domingo en la «zona cero» de la tragedia, la confrontación se mantuvo ayer viva, cuidando más las formas en público, pero moviéndose con absoluta libertad en lo privado o en el terreno de lo que se dice en off. Los técnicos siguen reclamando un gabinete conjunto
sobre el terreno, con presencia del presidente del Gobierno y de los principales ministros afectados, así como con los máximos representantes de la cúpula de
la Generalitat valenciana, con independencia de cuestiones competenciales. Pero su demanda cae en saco roto.
Así, valga como ejemplo que el PP siguió reclamando al Gobierno la declaración de emergencia nacional, aunque en el Consejo de Ministros de hoy lo que se aprobará será la declaración de zona catastrófica afectada por una emergencia de protección civil para aquellos lugares de la Comunidad Valenciana, de Castilla-La Mancha, de Andalucía, de Cataluña y de Aragón que se han visto más golpeados por la DANA. También se creará una Comisión Interministerial para impulsar, de manera urgente y rápida, la reconstrucción y el relanzamiento económico de estas zonas.
Nada de lo que ha sucedido hasta ahora –las lluvias han dejado más de 200 muertos y hay centenares de desaparecidos– ha afectado, de momento, al bloqueo que existe entre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo. Hasta anoche, no habían intercambiado ni media palabra, ni siquiera a pesar de que la gestión de la tragedia haya golpeado también a la institución de la Monarquía. No hablaron en la preparación de la visita a Paiporta ni para poner en común lo que pasó allí, es decir, analizar la situación en la que quedaron expuestos los Reyes por los errores políticos, y la imagen de derrumbe del Estado que está quedando en la ciudadanía. Salvo sorpresa de alguna de las dos partes en el día de hoy, anoche decían que no estaba en la agenda ningún contacto.
Moncloa sí se apresuró a filtrar que la responsabilidad del «error» de ese viaje fue de Zarzuela, mientras que el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, intentó ayer agrandar la supuesta ventaja que cree tener con respecto al presidente Sánchez, después de cómo tuvo que ser evacuado el domingo por la violencia de las protestas en su contra, endureciendo el tono a la hora de responsabilizar al Gobierno de la mala gestión de la tragedia y del retraso en la declaración de la alarma y en el envío de la ayuda.
Las dos únicas vías de interlocutor entre Gobierno y PP son la que hay entre el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, y el presidente de la Generalitat valenciana; y entre el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, y el portavoz de PP en el Congreso, Miguel Tellado. Sin embargo, la situación que vivió el jefe del Ejecutivo en Valencia ha llevado a que en algunos ámbitos próximos a él sí se considere conveniente esa conversación para corregir la creciente falta de confianza en el Estado por la renuncia del Gobierno a asumir el control y el mando único de una situación que estaba fuera de control, y por la resistencia del presidente valenciano a reclamar esa ayuda. «El Gobierno solo asumirá el control de la crisis si se lo pidiera Mazón». Esta frase perseguirá al presidente del Gobierno porque «supone abdicar de su condición» ante la supuesta omisión de un presidente autonómico. Y la conclusión a la que llegan dirigentes del PSOE y del PP es que «Iglesias está viendo cómo se cumple su objetivo de destrozo institucional sin estar ya dentro».
No solo no hay comunicación entre el presidente y el líder de la oposición sino que bajo radar ha continuado la artillería de unos contra los otros, a la espera de que mejore la situación en las zonas destrozadas por la riada y pueda reforzarse la potencia del enfrentamiento sin andarse con miramientos. La justificación de que no se respondiese con más agilidad, ni con una mejor coordinación entre Administraciones, se elabora en Gobierno y Generalitat con parecidos argumentos. «La DANA fue algo más que una DANA, equivalente a un huracán o un terremoto. Y esto hacía casi imposible evitar muchos muertos a pesar de las alarmas. Además, la destrucción producida dificultaba enormemente los trabajos y exigía tiempo para actuar. Los primeros 500 efectivos de la UME que estaban allí desde el mismo martes por la noche tardaron casi un día en poder hacer un trabajo efectivo. Ha sido el mayor daño a las infraestructuras de la historia, AVE, con un túnel de 1,5 km inundado totalmente… Cinco torres de alta tensión destruidas, sin precedente en Europa. Con alrededor de 3.500 personas rescatadas...».
Mientras desde las administraciones públicas se siguen buscando justificaciones a la manera de afrontar esta tragedia, en el ámbito privado algunos de los principales benefactores recuerdan que ellos empezaron a actuar desde el primer momento «sin esperar a que nadie se lo pidiese».
El Gobierno vende unidad con los grupos
Unidad en momentos de tensión. Es lo que ha intentado trasladar el Gobierno con la reunión que ayer mantuvo con los grupos parlamentarios –excepto con Vox–. Una cita que, eso sí, llegó seis días después de que arrancara la DANA, lo cual sí mereció el reproche de los socios y también de la oposición. El ministro de Presidencia, Félix Bolaños, aseguró que todos mostraron su apoyo al Ejecutivo para aprobar cualquier tipo de medida que vaya en la dirección de trabajar en la reconstrucción de los territorios afectados. El ministro aseguró «cooperación» por parte de los grupos ante el real decreto ley que aprobará hoy el Gobierno. Todo, a pesar de las críticas del PP, que pide declarar la «emergencia nacional», o el estado de alarma que exige Podemos.