La increíble odisea de un aficionado de Osasuna: 1.000 kilómetros para no ver un partido
Jakes Jimeno era un ser extraño: el único aficionado de Osasuna en Chiclana. Había atravesado toda España para ver el encuentro de la Copa. Con la camiseta y la bufanda roja de Osasuna llamaba tanto la atención que en Cope Cádiz le entrevistaron. «Pues me encontré con él a las 15 horas de la tarde y me estuvo contando que había venido solo en autobús desde Navarra pasando por Bilbao», contaba el periodista Pepe Ortega, de la Cope.
Lo vio mientras narraba cómo estaba el césped: «Varias zonas del campo están impracticables», describía. «La anécdota es que en los aledaños hay un aficionado de Osasuna. Está por aquí», dice, entonces, en directo Ortega. Pero Jakes Jimeno está hablando por teléfono y Ortega tiene que hacer tiempo para pasarle el micrófono. «Como no se juegue el partido, sería un palo bastante gordo», reconoce Jakes cuando por fin entra en antena.
Había salido el martes por la noche y llegó el miércoles por la mañana, cuando los rumores ya apuntaban a una suspensión del partido por culpa de la DANA. Su plan era hacer el viaje de vuelta en autobús, al terminar el choque. «Venir cuesta bastante dinero y no sé si podré volver», decía cuando le preguntaban si podría regresar a Chiclana si el encuentro no se disputaba y se jugaba otro día.
Se suspendió. Jakes, entonces, volvió a Cádiz, a esperar el autobús de su odisea cuando sonó su teléfono. Era Luis Sabalza, presidente de Osasuna. El club había oído su historia, se había puesto en contacto con Cope Navarra y desde ahí, habían hablado con Cope Cádiz. Por suerte, Pepe Ortega, el periodista que le había encontrado, había guardado su número, porque eso es lo que hacen los periodistas cuando ven una buena historia.
Sabalza le dijo que cogiese un taxi al aeropuerto, que se lo pagaba el club, porque volvía en avión con toda la expedición rojilla. Era uno de los suyos y no iban a dejarle en tierra. Jimeno, con cara de niño, habló con sus padres, que se alegraron de que evitase el autobús, y llegó al aeropuerto. Allí, Bryan Zaragoza le dio una camiseta, se hizo fotos y volvió, como si fuera uno más de Osasuna.