La periodista que ha investigado cómo es trabajar cara a cara con la muerte: «Los niños deberían participar en los funerales»
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Hayley Campbell sabe que, como a todo el mundo, un día le tocará morirse, pero no le asusta. Lo que le «aterroriza» es saber que perderá a las personas que ama, pero sabe que para procesar ese momento «trascendental», es necesario tener una relación más saludable con la muerte . Y con los muertos, claro. Así lo confiesa a ABC en Londres, donde la conversación, cerca del Día de Difuntos gira en torno a un tema que sigue siendo un tabú en las sociedades occidentales y en el que ella ha ahondado en su libro 'Todos los vivos y todos los muertos . Personas que han hecho de la muerte su trabajo', que vio la luz en el 2022 y que ahora publica Capitán Swing en español. En él, la periodista y escritora británica explora nuestra percepción sobre la muerte , y el impacto que tiene en aquellos que trabajan diariamente con ella, como la directora de una funeraria, una comadrona de duelo, embalsamadores, enterradores, un hombre cuyo oficio es limpiar escenas de crímenes y hasta a un ex verdugo. Campbell tiene claro uno de los motivos de que tengamos una relación complicada con una experiencia que tarde o temprano todos viviremos de cerca. «En mi libro hablo de una mujer a la que conocí en una sauna, que me dijo que dejó morir a su madre sola en el hospital porque no quería quedarse con la imagen de su madre muriendo o muerta. Y para mí, eso lo resume todo, porque si ella no tuviera el miedo a la muerte o a los cuerpos muertos, no habría dejado morir a su madre sola», dice. Y va más allá: «La idea de morir solo es tan triste… Que alguien esté presente en ese momento es inmensamente reconfortante », pero «las personas tienen miedo de morir ellas mismas, y tal vez creen que si no piensan en ello, no sucederá. Creo que es una locura, y no creo que sea útil, de hecho, causa daño, porque esa falta de pensar en la muerte tiene efectos prácticos en nuestras vidas y también en las personas que amamos. Es tan absurdo». Y es así pese a que estamos acostumbrados a ver la muerte todo el tiempo: en las películas, en los telediarios… Pero según la escritora, la pantalla hace que esa muerte «esté totalmente separada de nosotros, es muy extraño, incluso las imágenes de Gaza que vemos ahora son horribles, pero la gente lo sigue viendo a través de una pantalla, así que sigue estando lejos . Está en la misma pantalla en la que se ve Netflix», dice Campbell, y añade que «incluso cuando todo el mundo tuvo que enfrentarse a la muerte de una forma que nunca antes habíamos hecho con la pandemia de Covid , ahora estamos fingiendo que eso no ocurrió realmente. Y, de nuevo, todo va en consonancia. Es toda esa negación de la muerte . Hubo partes de la pandemia en las que pensé: 'Oh, quizá las cosas podrían cambiar. La gente se está dando cuenta de lo triste que es que nos separen de los moribundos y de los cadáveres. Quizá las cosas cambien'… Pero se ha vuelto a la normalidad. Tuvimos la oportunidad de hacer las cosas de forma diferente y no lo hicimos», denuncia. Precisamente, el contacto con los cadáveres ocupa una parte importante de su ensayo. De hecho, asegura que le «encantan las culturas que celebran a la persona muerta y están más involucradas con el cadáver», y no como en Inglaterra, donde, afirma, «los funerales son carentes de emoción», pero «si intentas mantener cerrada la tapa de una olla, las cosas estallan por los lados. No estoy abogando porque la gente haga lo que hacen en Indonesia, sacando los cuerpos de las tumbas y bailando alrededor, pero sí creo que debemos estar más cerca del cadáver». Porque la muerte «no se trata sólo de la administración de enterrar un cuerpo y luego lidiar con una casa llena de cosas. Tienes tus propias emociones, con las que tienes que lidiar, y creo que el cadáver puede jugar un papel muy importante en eso. Y los estamos desperdiciando al enterrarlos inmediatamente ». Los cuerpos de los muertos se ocultan y su gestión se externaliza porque creemos que es demasiado para nosotros. «Cada hora se mueren 6.324 personas en el mundo, lo que supone un total de 151.776 al día, y aproximadamente 55,4 millones al año. Eso es más que si cada seis meses desapareciera del planeta toda la población de Australia. Para la mayoría de esas muertes en el mundo occidental, se producirá una llamada telefónica. Alguien con una camilla recogerá el cuerpo y lo transportará al depósito de cadáveres». En su opinión, las personas deberíamos tener al menos la opción de acercarnos a los cuerpos inertes, de vestir a nuestros muertos , y esto ayudaría a cambiar esta negación . Y además, añade, «también creo que los niños deberían participar en los funerales. Y algo que descubrí cuando era pequeña fue que, como tenía preguntas y la gente no me daba respuestas completas, si dejas un vacío, un espacio en blanco, los niños lo van a llenar. Si no se lo llenas con información real, lo van a llenar con lo que han sacado de películas o videojuegos, de cómics… Es lo que yo hice y lo llené de horrores », cuando en su lugar «podría haber estado lleno de información práctica del tipo 'así es como se ve tu amiga muerta, y estas son las personas que la visten, y esto es lo que llevaba puesto en su ataúd' en lugar de todas las imágenes irreales. Los niños van a llenar ese espacio ellos mismos, así que es mejor decirles la verdad». Campbell sabe por experiencia propia que enfrentar una pérdida no es nada fácil, pero admite que «después de este libro, ahora estoy a favor de la honestidad radical sobre estas cosas. Esta idea de que no queremos hablar de la muerte es falsa. A la gente le gusta. Simplemente no saben cuándo hacerlo». En su caso, las firmas de libros tardan horas porque los asistentes «hablan conmigo de sus propias historias, tienen que desahogarse, pero nos reprimimos ».