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Октябрь
2024

La tasa turística, objeto de deseo para políticos y de controversia para el sector

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Abc.es 
La llamada tasa turística –en realidad, un impuesto que gravaría la pernoctación– sigue desatando controversia y su implantación está lejos de ser inminente. Es quizá la conclusión más inmediata de la mesa de redacción del foro Southern Tourism Meeting (SMT) que organiza ABC con el patrocinio del Ayuntamiento de Sevilla, Sevilla City Office, Barceló Sevilla Renacimiento, City Sightseeing, Icónica Sevilla Fest y Real Club Sevilla Golf . Para pulsar las opiniones en torno al 'Turismo de masas y fiscalidad', ABC ha reunido a Enrique Castaño , director general de la empresa municipal Contursa ; Leonardo Neri Fernández , socio director del bufete Montero Aramburu & Gómez-Villares Atencia ; e Ignacio Chaves , vicepresidente de la Asociación de Profesionales de Viviendas y Apartamentos Turísticos de Andalucía ( AVVA Pro ). Jorge Robles , presidente de la Asociación Sevillana de Empresas Turísticas , se unió de modo virtual a la discusión. Fue un debate sin apriorismos. Así, el fiscalista Leonardo Fernández alertó sobre la generalidad de un gravamen que «compense las externalidades negativas del turismo » destacando el rechazo del «lobby hotelero», que se ve señalado por la facilidad de gestión que entraña para la recaudación. La alternativa, la cesión del IVA, conlleva tal número de modificaciones legales que la hacen muy difícil: «Es complejo pero no imposible, sería un instrumento alternativo que eliminaría la parte negativa de la tasa al generalizar la carga». En este punto, Antonio Castaño, de Contursa, explicó que también podría explorarse la « cesión de parte del IVA que se recauda por el turismo , que son muchos miles de millones de euros». «Los hoteleros deben entender que ellos son también lo más beneficiados por la promoción», dijo Castaño. Por el lado de la recaudación fiscal también hay objeciones, como se encargó de poner de manifiesto Ignacio Chaves, que pidió « definir claramente el objetivo de la tasa » para evitar que se «destine a gasto corriente en vez de la promoción turística». Como parte positiva derivada de la tasa, AVVA Pro señala la posibilidad de medir el impacto económico de su subsector. A este respecto, Antonio Castaño defendió que « no signifique un impuesto más del Ayuntamiento », que sólo debe adoptarse «después de un diálogo serio con todo el sector» porque «la tasa turística es el impuesto más solidario que puede aplicar el municipio: no debemos pedir esfuerzo a los sevillanos para traer más turismo , que es lo mismo que evitar detraer recursos del presupuesto y que el ciudadano vea cómo repercute lo que paga el turista en mantener la ciudad». Jorge Robles, presidente de ASET, incide en ello puestas dos premisas: «Como empresarios, vemos con recelo el incremento fiscal y el sector está infrafinanciado respecto de lo que aporta a la Hacienda pública». También ve « lagunas jurídicas que nadie nos ha resuelto y echo de menos un planteamiento general sobre el que todos podamos opinar para tener por delante una propuesta tras pasar todos los filtros de la Administración». También Ignacio Chaves ve el riesgo de pasar de « una 'injusticia social' como es que el residente sufrague el turismo , su promoción y sean otros quienes ganan dinero, a, igual de malo, pensar que todo lo pague el turismo ». Este planteamiento abrió un interesante intercambio de opiniones en el que el fiscalista Fernández resaltó que «la democratización del turismo externaliza circunstancias que la fiscalidad puede mitigar o aliviar», teniendo presente, por ejemplo, el caso de Venecia, con 35 millones de visitantes al año, que implantó tasa de pernoctación y ahora, de ingreso a la ciudad. «Yo abogaría por democratizar y universalizar la tasa turística». «Lo primero es tener luz verde de la Administración regional, que marcará las pautas. Sevilla tiene un patrimonio brutal, creo que por detrás de Roma y Estambul. ¿Cuánto cuesta mantener la Plaza de España? En mis cálculos, la visitan cuatro millones de personas, no sólo turistas sino también población flotante del área metropolitana que disfruta de la ciudad de una forma intensísima». ¿Cuántos visitantes caben en Sevilla? La cuestión no es baladí, en absoluto. Castaño sostiene que «a Sevilla puede venir diez millones de turistas al año, que es una media de 27.500 al día», pero Chaves advierte de la concentración de visitantes en el entorno monumental, « como le pasa a Florencia ». «No podemos perder la perspectiva, el turismo ha pasado de ser un bien de lujo a un bien de consumo, a lo mejor no hace falta centrarse tanto en la promoción como en la gestión» de los flujos turísticos, dijo. «No se parece tanto, porque Sevilla tiene una gran área de expansión que no tienen Florencia o Venecia, ¿quién va a la Macarena o a Nervión? », se pregunta Castaño. Fernández considera que la experiencia en todo el mundo de fiscalidad turística, que Venecia usa para mitigar la llegada, puede servir de norte en el caso sevillano: «Sería muy importante definir los fines a los que se va a destinar y aplicarlo desde el principio , el problema es que lo apliques a gastos corrientes o comunes porque después sacarlo de ahí es tremendamente complicado». El carácter finalista también lo subraya Jorge Robles, que reconoce que la mayoría de sus socios de ASET están a favor: «En la práctica, el interventor y el secretario objetarán que el pleno tiene la última palabra y los empresarios del sector no opinan nada». Todos los componentes de la mesa estaban de acuerdo en el carácter finalista de la figura impositiva . «Si no fuera así, no estaría con los políticos; y el sector debería ser fiscalizador a través de un ente (sector y Administración) que defina qué se va a hacer», defiende Castaño. Fernández advierte de algunos peligros que hay que «evitar», como «el carácter disuasorio y la competitividad territorial , para que se acompase, mediante una presión fiscal de tal calibre que expulse a los turistas a otros destinos». «La clave está en el importe de la tasa, que es el que hace que te merezca la pena pernoctar aquí o irte a la corona metropolitana si te compensa el tiempo invertido en transporte», apunta Chaves. Eso comporta otro asunto abordado en la mesa: la graduación de la tasa y su estacionalidad. Castaño defiende que el impuesto turístico debería rondar «entre 2 y 3 euros» como otros países (Francia, Italia, Alemania menos Munich) donde la tasa es nacional. «Si nosotros decidimos implantarla, todos lo van a hacer, incluso los pequeños que tengan recursos turísticos, y con esos importes no hay necesidad de modularla». Como fiscalista, Fernández aboga por « graduar para conseguir el consenso del espectro político y también no cobrar lo mismo en temporada alta y en baja , yo iría a una tasa moderada y finalista, eso es fundamental». Chaves advierte del posible efecto disuasorio y también Pro sugiere «la tentación de los políticos de ir subiendo 50 céntimos un año tras otro en un impuesto que ellos puedan manejar».