Seis planes que hay que hacer sí o sí en el primer viaje a Lisboa
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La capital del país vecino es una de esas ciudades que dejan en el viajero unas ganas tremendas de volver una y otra vez. Por su gran ambiente, sus coquetos restaurantes con música de fado en directo, por sus monumentos, que son muchos, sus paisajes, por su entramado que, aunque deje sin aliento por sus cuestas, tiene un encanto único y por su buena conexión con España y con el resto de grandes ciudades europeas, Lisboa es una apuesta segura para un fin de semana o puente. Visitas hay muchas, pero estas son algunas de las básicas para una primera vez. Construida entre 1514 y 1521 sobre un islote de basalto ubicado cerca de la margen derecha del Tajo, frente a la playa de Restelo, está la Torre de Belém, una de las postales más típicas de la ciudad y todo un icono del país que refleja su vínculo con el mar, los viajes y los descubrimientos. Diseñado por Francisco de Arruda , este edificio, que inicialmente sirvió para la defensa de la ciudad, está compuesto por una torre cuadrangular y un baluarte, tiene unos 30 metros de altura, está dividida en cinco niveles, incluida una terraza en la parte superior, y presenta un estilo manuelino con sus elaboradas ojivas y su decoración con motivos heráldicos y con el famoso rinoceronte, primera representación en piedra de este animal en Europa. La subida a la terraza de este monumento, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1983, permite disfrutar de unas magníficas vistas sobre el estuario del Tajo y la parte occidental de la ciudad. La imagen del castillo de San Jorge sobresale en la cima de la colina del mismo nombre, en la zona más alta de la ciudad, donde se encuentra, también, su barrio más famoso, La Alfama . La fortificación más antigua conocida de la que se encontraron algunos restos arqueológicos data del siglo VI a.C, aunque el castillo propiamente dicho tuvo su fundación en los siglos X y XI cuando Lisboa era un importante puerto musulmán. Posteriormente, fue modificado durante el reinado de Alfonso Enríquez y su periodo de mayor esplendor llegaría entre los siglos XII y XVI. Su aspecto actual data de 1938, año en el que se restauró de forma completa para subsanar los daños sufridos con anterioridad. En su interior, el visitante puede conocer más a fondo la historia del país y descubrir la Torre de Ulises , edificio que acoge un periscopio que permite observar la ciudad en tiempo real y en 360 grados. Levantado por iniciativa del rey Manuel I, el monasterio de los Jerónimos es el conjunto monástico portugués más notable de su tiempo y una de las principales iglesias-salón de Europa. Su construcción se prolongó por 100 años y fue dirigida por un conjunto de arquitectos famosos de la época como el francés Boytac, Joao de Castilho, autor del portal de la fachada sur ricamente decorada donde se aprecian las imágenes del patrón de Portugal, el arcángel S. Miguel y la imagen de Santa María de Belém, Diogo de Torralva o Nicolau Chanterene . En su interior destacan la hermosa bóveda del crucero y el sagrario de plata maciza, obra de orfebrería portuguesa de mediados del siglo XVII. Este monasterio fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1983. La plaza del Comercio fue, tiempo atrás, el lugar al que llegaban los barcos mercantes ya que la zona sur está abierta al estuario del Tajo, lo que aporta, además, un encanto especial. Desde aquí se pueden contemplar uno de los atardeceres más bonitos de la ciudad, sino el que más. Los tres lados restantes se componen de edificios porticados y del arco da Rua Augusta que, diseñado por el arquitecto Santos de Carvalho para celebrar la reconstrucción de la ciudad después del gran terremoto, da paso a la famosa Rua Augusta , una calle llena de terrazas y comercios en los que tomar algo o degustar productos de la zona. En el centro de la plaza se encuentra la estatua ecuestre de D. José I al lomo de su caballo Gentil, obra del escultor Machado de Casto que fue colocada allí en 1775 en el cumpleaños del rey. Esta plaza acogió también, desde principios del siglo XVI, el Palacio Real cuando D. Manuel lo mandó trasladar desde el castillo de San Jorge, pero tras el terremoto cambió de lugar. Las cuestas de Lisboa pueden llegar a ser agotadoras para quienes recorren a diario sus calles. Es por esto que en 1902 se inauguró un ascensor para unir la Baixa con el Barrio Alto que funcionaba con vapor y que 7 años más tarde incorporaría motores eléctricos. Obra de Ponsard, discípulo del mismísimo Gustave Eiffel , el elevador de Santa Justa , antes conocido como el elevador do Carmo, exhibe una arquitectura de hierro de estilo neogótico y tiene 45 metros de altura y una torre que funciona como mirador. Las cabinas están revestidas de paneles de madera y herrajes de latón. Comúnmente conocido como la Sé de Lisboa , este templo comenzó a construirse durante el reinado de D. Alfonso Henirques, en 1147, en el lugar donde se encontraba la antigua mezquita. El edificio original de estilo románico y planta de cruz latina con tres naves, triforio sobre las laterales, crucero saliente y cabecera tripartita fue diseñado por el Maestro Roberto , uno de los arquitectos más famosos de la época. A lo largo de los años se ha ido remodelando añadiendo diferentes estilos con incorporaciones como el claustro gótico iniciado durante el reinado de D. Dinis (entre 1261 y 1325), la cabecera con girola construida para recibir a los peregrinos que llegaban para venerar las reliquias de San Vicente -construida por D. Alfonso IV (entre 1325 y 1357)- o la sacristía de estilo manierista añadida en 1649. Con el terremoto de 1755 parte del edificio quedó destruido, por lo que tuvieron que llevarse a cabo varias restauraciones. En su interior, de carácter austero, hay presentes algunos elementos destacados como la pila en la que fue bautizado San Antonio de Padua. A apenas 5 minutos de la plaza del Comercio está el Aurea Museum , un hotel que es mucho más que un simple alojamiento y que se ha convertido en un imprescindible más para aquellos quieren indagar en la historia de este destino. Este complejo está construido sobre el antiguo Palacio de Coculim , un edificio del siglo XVI que se vio dañado en el terremoto. Cuando en 2005 se llevaron a cabo obras de restauración y mejora para convertirlo en un hotel de lujo se hallaron valiosos restos arqueológicos, como una estela fenicia del año 6.000 a.C. –considerada la más antigua de Europa Occidental–, así como una domus romana decorada con mosaicos geométricos y escenas policromadas hechas con pintura al fresco, restos de la muralla y de la ciudad romana de Olisipo o decoraciones realizadas con la técnica islámica de la 'loza dorada'. Es por esto, que este hotel boutique se ha convertido en un auténtico museo que permite conocer parte de la historia de Lisboa gracias al minitour guiado gratuito que ofrecen desde el propio complejo todos los días de la semana. En total, el hotel ofrece 91 cómodas y amplias habitaciones y 10 suites cuyas paredes están decoradas con mapas antiguos con rutas de navegación. Además, las instalaciones incluyen un spa con piscina, sauna y cabinas de tratamientos, masajes y rituales de relajación, gimnasio y el restaurante Atlântiko , un espacio gastronómico cuya carta, en la que no faltan productos frescos y de proximidad, está también ligada a la historia de Lisboa.