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Políticos contra banqueros

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José Luis Feito, Técnico Comercial del Estado, economista y uno de los pocos liberales –de verdad– que hay en España, explicaba la semana pasada en «Vozpópuli» que «los impuestos no recaen sobre las empresas, sino sobre las personas». No es muy complicado de entender, sin necesidad de esfuerzos intelectuales, pero es obvio que muchos políticos –el Gobierno de Sánchez y Yolanda Díaz– se abonan a la demagogia de gravar cada vez más a empresas y bancos, como si todo quedara ahí. El poder político vuelve a demostrar un día sí y otro también que es superior y está muy por encima del teórico de empresas y bancos. El grupo Santander, que preside Ana Botín, presentó ayer los resultados de los nueve primeros meses de 2024. En trazos gruesos, 9.309 millones de beneficios, un 14% más que en el mismo periodo del año anterior. Los datos son buenos, por supuesto, y llaman la atención por sus volúmenes, pero son más modestos si se tiene en cuenta la cantidad de negocio que hay que movilizar para generar esos beneficios. Los resultados del Santander, por otra parte, han estado muy condicionados por decisiones políticas en España y judiciales en el Reino Unido. Sin interferencias políticas habrían sido mejores para todos, para los accionistas, para los clientes e incluso para los gobiernos.

Los principales bancos españoles están gravados con un impuesto especial sobre beneficios, implantado en su día como temporal, pero que Sánchez y sus socios de extrema izquierda quieren que sea permanente. Los ingresos para el Estado de esas cargas no son espectaculares, pero fomentan la demagogia de demonizar y castigar a los bancos y también a otras empresas como las energéticas. El problema es que los bancos no son personas y no pagan impuestos, sino que recaen en los accionistas y en los clientes, es decir, en ciudadanos individuales a quienes se les encarece el crédito y otros servicios y/o se les reducen su retribuciones –dividendos incluidos–, que también pagan impuestos. Es impopular, pero es bueno que los bancos ganen dinero, sin olvidar que «utilizar los impuestos para hacer más pobres a los ricos no conseguirá hacer más ricos a los pobres, sino todo lo contrario», como escribió –predicó en el desierto– hace tiempo el mismo Feito.