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¿Padece usted madrileñofobia? Lea este artículo y compruébelo

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Madrid está de moda. Y la llamada [[LINK:INTERNO|||Article|||66e5b53a56e6b0e44c712994|||«madrileñofobia»]] también. ¿Puede ser la segunda consecuencia de la primera? Probablemente, aunque no de una manera estricta o exclusiva. El caso es que Madrid, el Gran Madrid, si nada lo impide, alcanzará los 10 millones de habitantes para 2050, ya que la ciudad o metrópoli lleva creciendo a razón de 100.000 nuevos vecinos anuales. Además, la Comunidad, con el 20% del PIB es el mayor activo económico de España, y la que más aporta al resto del país, a la caja común.

En un momento en el que todos los caminos de España pasan por Madrid, el joven arquitecto y urbanista Fernando Caballero se presenta bajo el brazo con un ensayo revolucionario y seductor, quizás el más importante que se ha escrito en la última década en nuestro país –junto con [[LINK:INTERNO|||Article|||671b6f53c913b0e4ee05f7a3|||«La España Vacía»]] de Sergio del Molino–, por lo audaz y a la vez provocador –¡contracultural!– de su propuesta: «Madrid DF: Por qué Madrid debe consolidarse como la gran ciudad global del sur de Europa» (Arpa Editores) es un entretenido e instructivo tratado de urbanismo, sociología, historia, geografía y arquitectura donde Caballero explica, con unos persuasivos cimientos argumentales, por qué la solución de España pasa por Madrid.

«La Liga Argentina no es una liga especialmente interesante porque los principales jugadores terminan en el Barça y en el Madrid. ¿Qué pasaría en la Liga Española si quitamos al Barça y al Madrid? Quizás los primeros damnificados sean el Valencia, el Atleti, el Sevilla, la Real...», explica a modo de metáfora futbolística Caballero la simbiosis entre Madrid y el resto de España: el beneficio que reporta al país el crecimiento de la capital para poder ser una ciudad global competitiva, como que los licenciados encuentren oportunidades laborales a 200, 300 o 500 kilómetros de casa y no tengan que emigrar a Londres, París o Alemania.

Un libro que nace motivado o picado precisamente por tantas habladurías sin fundamento, prejuiciosas, en contra de lo madrileño, tal y como explica su autor, quien no menciona el término «madrileñofobia» en todo el ensayo, pero implícitamente lo desmonta punto por punto, y no se refiere a «la España vaciada» (sic), «porque nadie la ha vaciado»: «Hay un resquemor económico y político hacia Madrid», resume Caballero.

«Madrid decidió competir con las tácticas que los demás usaban contra ella: abrir sus puertas, bajar impuestos y captar grandes capitales de Miami y otras ciudades americanas y europeas. O lo haces o te lo hacen». Esa es una de las tesis fundamentales de «Madrid DF», y que ha llevado a la acusación de [[LINK:INTERNO|||Article|||6525335d2269b0e452a5962e|||«dumping» fiscal ]]por parte de otras comunidades.

Jorge Vilches, colaborador en esta casa, apunta que «Madrid ha superado en dos décadas a todas las demás autonomías en el PIB per cápita y el PIB regional. Y lo ha hecho bajando impuestos. Disminuyendo la presión fiscal se recauda más porque atraes inversión, que crea empleo y riqueza. Y esto no lo soportan los estatistas de izquierda y los nacionalistas».

Pero ¿es el factor económico la motivación exclusiva y/o principal de esta fobia matritense?

[[H2:La supuesta arrogancia: «fodechinchos» y «mesetarios»]]

Este verano volvió a hablarse bastante de madrileñofobia a raíz de un episodio anecdótico, uno más, sucedido en un bar de Mera, en Oleiros, que decidió cerrar sus puertas durante la semana más fuerte de agosto ante el «desgaste», «prepotencia» y «exigencias» que imperaban entre los veraneantes foráneos; o sea, hartitos de los «mesetarios» o «fodechinchos».

Un término que, asegura la periodista gallega Lucía Taboada, «no se creó para definir a los turistas madrileños, sino a los turistas irrespetuosos». Para Taboada, «la madrileñofobia tiene la misma carga irracional del que ve a todos los gallegos como paletos. Porque el reduccionismo generalizado del otro es una catetada».

La periodista y escritora Charo Lagares, sevillana en Madrid, confirma que la madrileñofobia existe «porque quienes viven en Madrid muchas veces ceden al cosmopaletismo y están convencidos de que esta ciudad es el centro del universo espiritual de todos los españoles. ‘Quién no querría venir a vivir aquí’. Es como estar enamorado o ser padre primerizo. Crees que a todo el mundo le debería entusiasmar tanto como a ti». Y asegura entender este sentimiento de rechazo «cuando las minucias locales copan la atención nacional y cuando en vacaciones las ciudades y los pueblos rebosan madrileños y los precios se disparan porque el turismo vertebra nuestra economía y los excesos pasan a perdonarse y tolerarse de forma inevitable».

Para José Peláez, columnista pucelano, la madrileñofobia «en realidad es rencor de clase. La gente no odia al madrileño que se queda trabajando en Getafe, sino al turista al que ven como adinerado, al señorito el que hay que atender», resume. Y es que –sostiene Peláez– «el pecado capital de España no es la envidia, como se ha dicho. Sino el desprecio. Ese desdén hacia todo lo que huele a triunfo».

El factor Ayuso o político

Opina Fernando Caballero que a la presidenta de la comunidad de Madrid «la usan como caricaturización de lo madrileño». Para Peláez «la madrileñofobia es una enfermedad de la izquierda». Taboada apunta a que «la madrileñofobia ha aumentado por el discurso chovinista de [[LINK:TAG|||tag|||63361489ecd56e3616931d93|||Ayuso]]. Capaz de despertar tanto filias ajenas como fobias».

Carlos Padilla, joven plumilla granadino asentado en la capital, considera que «Madrid, donde caben todas tus fobias, lleva tiempo convertida en un ‘puching ball’ en el que descargar frustaciones». Y abunda: «Madrid es un atajo, un artilugio que utilizan los perezosos intelectuales, un tópico manoseado que se usa con más frecuencia de lo normal porque hay muchas tertulias y pocas ideas».

«Antes en este país teníamos a la ETA y ahora tenemos a Madrid», bromea no sin cierto poso de seriedad Chapu Apaolaza, periodista guipuzcoano. Respecto al episodio del espacio libre de fodechinchos en Oleiros explica que no es sino «muestra de la turismofobia que ha cristalizado este verano en los famosos fodechinchos». Y prosigue, manteniendo el tono guasón: «La gente le exige a los madrileños que pidan perdón por ir a su tierra a joder chinchos; también hay una España vacía que se mosquea cuando se llena... de madrileños».

«La madrileñofobia es un prejuicio montado sobre una falsedad. Un desprecio que no se toleraría si fuera hacia Barcelona, Bilbao, Valencia o Sevilla. En realidad, es la muestra de una impotencia, un complejo de inferioridad», comenta Vilches. Mientras que Padilla dice que «lo bueno de todo es que a los madrileños les suele importar poco o nada lo que opinen quienes intentan convertirlos en un pack; porque el victimismo, insufrible y pesado, no se ha instalado en el ánimo de esos ‘tontos de la meseta’». Lagares dice que tampoco sabe «cómo se puede solucionar. No se van a quedar los madrileños encerraditos en sus casas. Cómo, estando como está y con su matiz de ciudad-oficina, no van a querer salir de Madrid. Tienen derecho. El problema es que las otras ciudades se conviertan en su patio de recreo».