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Pablo Iglesias toma posiciones para volver a la política

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La caída de Íñigo Errejón tiene derivadas políticas detrás que hacen más comprensible el conjunto de los acontecimientos que se han precipitado en los últimos días. Esta bomba sobre los «problemas de adicción a las drogas y al sexo» del ya exportavoz parlamentario de Yolanda Díaz parece ser que es vieja y conocida desde hace mucho tiempo en el entorno de Podemos y de Sumar. Y casualmente ha explotado después de que Errejón acabara de cerrar con el portavoz del PP en el Congreso, Miguel Tellado, un acuerdo, en contra del criterio del PSOE, para que la Cámara Baja tenga que autorizar el envío de armas al extranjero, a cambio de que el PP apoye una propuesta de Sumar para modificar las cláusulas abusivas de las hipotecas.

En paralelo, y mientras se iba organizando el «me too» doméstico contra el portavoz parlamentario de Sumar, en la izquierda alternativa a la plataforma de Yolanda Díaz ya habían empezado los movimientos para reposicionar a Pablo Iglesias. El fundador de Podemos no ha perdido las ganas de volver de nuevo a la política e intenta reactivar un espacio que él dominó, y que ahora lleva ya tiempo instalado en la decadencia, tanto en sus figuras representativas como, también, en las políticas que defiende.

A Yolanda Díaz la dan por amortizada, aunque todavía quede mucho tiempo para las elecciones generales, salvo sorpresa en la decisión que compete a Pedro Sánchez. Y esta muerte política en vida de la vicepresidenta y ministra de Trabajo es un elemento que influye en muchos de los movimientos que se están produciendo en la izquierda y que seguirán a los que ya se están viendo. Pablo Iglesias quiere jugar de nuevo en el tablero político, para lo que necesita desestabilizar al PSOE y, también, a Sumar. La guerra es cainita y el juego sucio existe, en una tradición que viene de la etapa en la que los morados compartían poder con los socialistas e Iglesias controlaba oficialmente las riendas de Podemos. Ahora sigue haciéndolo, pero por detrás. En este reposicionamiento de Podemos, con Iglesias como guía, entra también la apuesta de Izquierda Unida por entenderse con ellos y buscar algún tipo de confluencia que les permita lavarse la cara y presentarse como la izquierda genuina frente a un Sumar de quien dicen que no aguantará hasta que lleguen las elecciones. Las siglas que conformaron Sumar llevan ya tiempo yendo cada una a lo suyo.

La caída de Iñigo Errejón es, también, el final de Sumar, y a Pablo Iglesias no se le ha pasado en ningún momento por alto el alcance y las repercusiones de lo que el pasado viernes descolocó por completo la agenda política tras las denuncias por acoso sexual al antiguo cofundador de Podemos. Por cierto, que los «problemas» de Errejón eran más que conocidos en la formación morada y en Sumar, aunque ayer mismo sus dirigentes negaron este hecho, y también en el entorno político mediático de este partido, por más que algunos y algunas se estén haciendo ahora los sorprendidos. Conocidos hasta el punto de que hay una dirigente de este espacio, que ha ocupado responsabilidades al servicio de Errejón, de la que dicen que se encargaba de llamar a algunas de las mujeres víctimas del exportavoz parlamentario para pedirles disculpas en su nombre al día siguiente después de una «mala» noche. Tienen que aclararse las denuncias (una de ellas ya está judicializada) y el alcance de las mismas, si hay comportamientos machistas y también actitudes delictivas, como se deduce de la querella presentada por la actriz Elia Mouliáa, pero el daño es irreversible y trasciende al nombre de Errejón para manchar también al conjunto de Sumar.

Al final, Íñigo Errejón es la metáfora del divorcio entre lo que se predica y lo que se hace, y en un tema muy sensible, además, para Sumar y para la izquierda en general por haberse hecho con el copyright de la lucha por la igualdad para imponer patrones y discursos a toda la ciudadanía desde una posición siempre de superioridad y aleccionadora.

Esto también tiene efectos sobre el PSOE, que ya venía viendo como su socio de coalición se descomponía sin que la fuga de voto de Sumar al PSOE fuera suficiente como para compensar la caída de los primeros. El equipo electoral de Moncloa estima que el derrumbe de Sumar es irreversible, sin que haya ningún movimiento, como el que sí hicieron en las pasadas elecciones con Yolanda Díaz, que pueda dar la vuelta a esta tendencia.

El desplome de Sumar puede ser un factor decisivo a la hora de que pudieran llegar a juntar los escaños necesarios para seguir gobernando en coalición después de unas elecciones generales. La cosa se complica aún más si sale a competir Iglesias con un discurso radical y en el que su principal enemigo sea Pedro Sánchez. Y el fundador de Podemos se siente todavía con la cuenta pendiente de «acabar» con Sánchez. Mientras que con Yolanda Díaz, el exlíder de la formación morada cree que el trabajo ya está hecho.